Luis Velázquez Escenarios
04 de mayo de 2018
UNO. Indignación popular
Doctor en Finanzas Públicas y en Ciencia Política, Alfonso Velázquez Trejo, y maestro en Economía, Carlos Quiroz Sánchez, dibujan el país que viene en la noche del primero de julio:
A: La orgía de compra de votos.
Todos los partidos políticos y candidatos en la rebatinga económica para ganar en las urnas.
Además, ahí donde se pueda, el acondicionamiento de apoyos públicos.
Además, la violencia verbal recrudecida con la violencia cotidiana, con todo y el asesinato de políticos y sacerdotes y lo que expresa la degradación de la política.
B: Este proceso electoral (presidencia de la república, Congreso federal, 9 gubernaturas y diputados locales) se caracteriza por la ira social.
Y la ira social, según Thomas Hobbes, el Leviatán, es la expresión de la indignación.
Y la indignación se deriva de varios factores, entre ellos, los siguientes:
Uno, la violencia física. Dos, la impunidad. Tres, la frivolidad política. Cuatro, la ratería desatada.
Cinco, la entrega irracional de los recursos nacionales. Sexto, los salarios mezquinos a la población. Séptimo, la incompetencia política, compañera de la negligencia.
Octavo, las debilidades de Enrique Peña Nieto ante Donald Trump. Noveno, el fracaso de las instituciones, mejor dicho, de las elites gobernantes en turno.
Décimo, las promesas incumplidas de Enrique Peña Nieto ofreciendo el oro y el moro a la población.
DOS. “La mano meciendo la cuna”
C: Peña Nieto intento “tumbar del caballo a mitad del río” al panista Ricardo Anaya y ni lo tumbó ni tampoco José Antonio Meade repuntó.
Así, el presidente de la república está en una incógnita:
Si entregar el poder a AMLO o a Ricardo Anaya.
Pero al mismo tiempo, ha de mirarse a las elites políticas, pero más aún, empresariales atrás de AMLO y Ricardo Anaya.
Atrás de Andrés Manuel López Obrador está el magnate internacional, George Soros, vía Marcelo Ebrard Casaubon, ex jefe de Gobierno de la Ciudad de México, y uno de sus operadores.
Y atrás de Ricardo Anaya, como también atrás de Meade, está el grupo mundial “Black Rock”, también conocido como “Piedras negras”, y al que pertenecen el Financial Services, el Banco de Noruega y Wellington Management.
Uno y otro, peligrosos, por una sola razón aseguran Velázquez Trejo y Quiroz Sánchez:
Tales capitales, entre los más poderosos del planeta, nunca, jamás, han tenido intereses sociales, sino simple y llanamente, son capitalistas.
Lo peor: son capitales sin nacionalidad.
Siempre apuestan al mejor postor.
TRES. Dueños de las canicas
A tales grupos empresariales del mundo nunca, jamás, les ha interesado el desarrollo social, educativo, laboral, médico, de seguridad y de procuración de Justicia.
Ellos van atrás del billete.
En todo caso es la lucha feroz entre un capital y otro capital disputando el mercado.
Y de paso, claro, una política para mantener la explotación de los recursos naturales y de los trabajadores y el saqueo desmedido.
Lo peor: todos están coludidos.
Magnates extranjeros con las elites políticas locales, los jefes de jefes, los dueños de los cargos públicos en cada país.
Y como en el caso de Odebrecht (la Odebrecht a quien Javier Duarte concesionara por 35 años el servicio del agua en Veracruz y Medellín, Boca del Río se deslindó para crear su Odebrecht chiquita), cooptando a las cúpulas partidistas.
Incluso, y como sucediera en varias naciones de América Latina, financiando las campañas presidenciales.
Y mientras en varios países de América Latina, los políticos corrompidos por Odebrecht están presos, en México, nada pasó.
Por el contrario, el Peñismo protegió en todo y con todo al ex director de Pemex.
Se recuerda:
Si gana AMLO, George Soros quedará con el pastel completo.
Si ganan Anaya o Meade, el grupo “Black Rock”.
Los jefes de jefes. Dueños de todas las canicas.
CUATRO. El México que viene
Aristóteles, el peluquero de Alfonso Velázquez Trejo, vislumbra el siguiente escenario, y en el que, claro, está de acuerdo:
A: Aunque Meade y los priistas caigan en una orgía de compra de sufragios, “Meade ya no levantará ni a madres”.
B: Ricardo Anaya está en el carril de la corrupción mundial. El sospechoso viaje de sus ganancias con la nave industrial lo expresó en su momento. Y será difícil, primero, alcance a AMLO, y segundo, le gane al tabasqueño, con todo y presunta alianza del PAN y el PRI.
C: Anaya es un chavo fresa y que, además, se enoja fácil.
Dice Velásquez Trejo:
“El hocico se le calienta muy pronto. Incluso, ya advirtió a Peña Nieto que si gana Los Pinos lo encarcelará”, en tanto, AMLO ha reiterado que “no hay bronca, amor y paz”.
D: Un hecho delata a Ricardo Anaya. Fue el domingo 29 en Boca del Río, cuando luego del mitin fue cargado y paseado en hombros. “No es un príncipe, es un pirruris. Y la pirruriscracia es una degradación política, social, moral, extrema y sucia de la oligarquía”.
E: En tanto, “El peje” es un mesiánico. Y aun cuando como él mismo alardea de que es “mil veces honesto”, el peligro social, político y económico está en la gente que le rodea.
El viejo, decían de Venustiano Carranza, “no roba, pero como deja robar”.
Tal cual, ¡pobre México, pero más pobres y más jodidos “los pobres entre los pobres”.