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La ciudad Luz bajo la sombra del COVID-19

El Piñero

  • El París de los franceses
  • El París de los turistas
  • “Regalarse a sí mismo”

Luis Velázquez / El Piñero

27 de abril de 2021

EMBARCADERO: Si el lector va por casualidad a París por vez primera o de nuevo, entonces, ha de saber lo siguiente… En Francia, están en el tercer confinamiento del COVID… Incluso, hay Toque de Queda desde las 6 de la tarde a las 6 de la mañana… De hecho y derecho, los franceses salen a la calle únicamente para hacer las compras básicas y caminar un poco… Y en las horas permitidas… Si una persona sale en las noches a disfrutar la “Ciudad Luz” como se mira en las películas, entonces, corre el riesgo de una multita de trescientos euros equivalentes a unos 8 mil pesos… Y si la persona se pone rejega, muy echada para adelante, entonces, la multita asciende a unos mil 500 euros, unos ocho mil pesitos… Y por tanto, más vale no arriesgarse…

ROMPEOLAS: Desde hace unos diez años, el reportero Andrés Timoteo vive en París… Por ahora, estudia una maestría y trae a Veracruz en el corazón y las neuronas… Cuenta que antes de la pandemia, “cuando éramos felices y no lo sabíamos”, la vida de un parisino giraba alrededor, digamos, del trabajo y la universidad y la biblioteca y reuniones con los amigos… En Francia, dice, hay una insólita filosofía de vida que consiste en festejarse solo y que denominan “regalarse a sí mismo”… La fiesta de los amigos o con los amigos, bien puede integrarse con diez o cien personas… Pero de igual manera, cuando por equis razones un francés está solo, entonces, hace fiesta consigo mismo… “Es algo bello de los franceses” dice Andrés Timoteo, y entonces cada uno se celebra y toma el café y la cerveza y unas copitas de vino solo, incluso, sentado en un café a orilla del río Sena, allí donde solía llegar todas las tardes Ernest Hemingway en el siglo pasado…

ASTILLEROS: Es el París de todos los días… Y nada que ver con el París de los turistas… Cuenta el colega: “Uno puede irse a un café, a un pub o bar a tomarse una cerveza o a un jardín y tirarse a tomar el sol -cuando hay- y ver pasar a la gente, leer y escuchar música, escribir, etcétera”… Hemingway, el más famoso de la llamada Generación Perdida y a la que pertenecieron, entre otros, William Faulkner, Francis Scott Fitzgerald y Jon Dos Passos, entendió la filosofía del mundo parisino cotidiano y parte de sus hábitos eran ir a los cafés en solitario a reflexionar, escribir o simplemente ver pasar a la gente, observar el mundo tras el vidrio, como dicen aquí… Una tarde, cuando el autor de “El viejo y el mar” tomaba café a orilla del río Sena llegó una chica deslumbrante de unos veinte años y sentó en una mesa al lado de Hemingway… El escritor dejó de leer y escribir para mirar y admirar su belleza… La chica se sentó de cara al río y tenía una mirada triste y estaba triste… Y nunca, jamás, volvió a mirar a Hemingway… Luego de tomar el cafecito pagó la cuenta y se retiró y pasó a un lado de Hemingway sin mirarlo… Hemingway quedó herido en su vanidad…

ESCOLLERAS: Antes de la pandemia, Andrés Timoteo caminaba de su casa a la universidad, unos 25 minutos, porque París, dice, “es un cajetito envuelto en papel celofán como describe esa canción hermosa sobre las grandes ciudades (la cantan unos españoles) y hace años hizo el cover en México Lolita Cortés”… A veces toma el autobús y que le gusta más que el Metro porque se observa la ciudad… Por ejemplo, el autobús de su ruta va hasta el norte de la ciudad y pasa justo a un lado de la Ópera Garnier que es un edificio hermosísimo, la Plaza Clichy donde está la terminal y del Moulin Rouge, el cabaret más famoso del mundo… “Pasar a verlos sin bajarse del autobús es cosa que uno no puede imaginar en otra parte del planeta”…

PLAZOLETA: Una maravilla de vivir en París es que la población acude a las bibliotecas y pasa horas leyendo como un ritual… La Gran Biblioteca Nacional de París igual es enorme y siempre llena… Y así todas… Luego de la biblioteca, los franceses suelen irse al cine, comer en algún restaurancito de vez en vez, viajar a ciudades cercanas o al interior del país… Francia es interminable y toda mágica… Tanto que ningún tiempo existe para la depresión… Y si llega, solo queda subir al Metro, llegar a la Torre Eiffel y subir, mirar y admirar y disfrutar los jardines y los patios del Museo de Louvre, que fue palacio real, o el Jardín de Luxemburgo, que es uno de los más ellos del planeta… En el verano, los franceses como una religión practican el pique-nique, el picnic para los americanos… Todos los franceses lo hacen y más, mucho más, los estudiantes… Y a cualquier edad… Ellos viven la vida a plenitud con el acelerador hasta el fondo y pasándose los altos…

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