Luis Velázquez
11 de enero de 2018
EMBARCADERO: La vejez es el tramo de la vida más largo y pesado… Dura más, mucho más, años luz, que la juventud o la infancia, por ejemplo… Además, con los vientos huracanados en contra… Más cuando la tendencia poblacional indica que el país será en unos años una nación habitada por ancianos, a quienes en la política pública llaman, ajá, personas de la tercera edad… Más bien, y como dice el médico, y más allá de la canción de Arjona, gente de la quinta, la sexta, la séptima, la octava, la novena, etcétera, década… Sólo en Veracruz, de los 8 millones de habitantes, ochocientos mil tienen 60 años de edad en adelante… Y la mayoría, oh injusticia soberana, sin seguridad social… Es decir, a la intemperie y la deriva, sin servicio médico, sin pensión, sin un ingreso fijo, y con frecuencia, en el desamparo familiar… Terrible y espantoso, si se considera lo siguiente: ahora cuando los partidos políticos luchan, más allá de su voto duro, por convencer a los indecisos, con sólo aglutinar a los 800 mil seniles de Veracruz ganarían, y de calle, la elección más pintada…
ROMPEOLAS: En su novela “Los miserables”, Víctor Hugo dice que un viejo necesita de afectos, de igual manera como necesita todos los días de un bañito de sol, aunque sea por diez minutos según dice el médico… Un viejo vive de nostalgias y sus días y noches están llenos de recuerdos, los años que fueron, los años que han dejado de ser y sólo existen en la memoria… Y cuando la memoria falla significa el peor de los tiempos, pues hasta sin recuerdos queda… Es cuando, y por ejemplo, el peor mal de la vida, como es el Alzheimer, toca a la puerta y se aposenta para siempre… En un asilo jarocho, por ejemplo, hay un señor quien desde hace doce años padece Alzheimer y su vida es cien por ciento vegetativa y tanto ha sufrido y sufre la familia que mejor decidieron internarlo… En la ciudad, por ejemplo, hay asilos donde cobran de diez mil (el más barato) a quince mil pesos mensuales… Y en contraparte, ha de preguntarse el destino social de cada día de un anciano en cualquiera de las ocho regiones indígenas de Veracruz cuya familia, él mismo, está en la pobreza, la miseria y la jodidez…
ASTILLEROS: Un anciano que de pronto, zas, queda sin el afecto familiar se refugia en el cariño a los animalitos… Un perro, un gato, un pajarito, se vuelve la más fiel y leal y tierna compañía… Es más, hay seniles que también aman las flores… Las flores en el parque de la esquina… Las flores de un jardín vecino… Una flor sembrada en una cazuela… Un arbolito enano en un peltre como adorno, pero más, mucho más, de compañía… Un viejo siempre mira hacia el alma de los demás, porque la vida lo ha vuelto una persona reposada y serena… Un viejo ha perdido la capacidad del odio a los demás, y más, cuando nunca en su vida fértil supo guardar resentimiento ni tampoco deseo de vengarse… Un viejo dedica la mayor parte de las horas a la contemplación… Víctor Hugo, por ejemplo (y que tanto admiraba a Salvador Díaz Mirón), se sentaba todas las noches a mirar y admirar el cielo, las estrellas titilando, en la contemplación mística del misterio de la creación…
ARRECIFES: Un viejo que todavía está en el tiempo fértil ama los libros y los libros, igual que un gatito o un perrito, igual que una plantita, son la razón de sus días… Una señora de Xalapa de la llamada tercera edad lee un libro por día y vive entregada a la lectura, sin distraerse con nada ni con nadie, más que en el libro que lee y que le permite viajar a mundos desconocidos, pero más aún, soñar… Soñar, por ejemplo, con lo imposible, si se considera que las más grandes hazañas en la historia de la humanidad han sido incubadas en el sueño… Un viejo es una persona que vale por lo que sueña, más allá de que también valga por lo que piensa y su experiencia… Los viejos aman las estrellas, el sol, la brisa marina, la bahía, las gaviotas tirándose de panzazo en el mar para atrapar un pescadito saltarín… Y es que para los viejos todo lo que es humano les parece pequeño… Y si antes amaban lo humano ahora miran y admiran la naturaleza…
PLAZOLETA: El Eclesiastés dice que en la vida “todo es vanidad”… Pero en el último tramo de la vida, por lo general la frivolidad es letra muerta… En “Los miserables”, claro, Víctor Hugo cuenta la historia de los ricos de abolengo que son arrogantes hasta un segundo antes de morir… Pero, bueno, “la vida es así ¡y qué le vamos a hacer!” exclama un personaje novelesco de Carlos Fuentes Macías… La vejez es reposo y mesura, cuando se vive con las pasiones despojadas… Y sólo queda el corazón con su bondad y el alma con la contemplación de la vida… Un maestro entró al salón de clases y un estudiante se pitorreó de su forma lenta de caminar y arrastrar los pies, la joroba “a flor de piel”… El profe se detuvo y le dijo la frase bíblica: “Así como te veo me vi y así como me ves te verás… Pero, ya veremos, primero, si llegas a mi edad… Y segundo, las condiciones físicas y mentales en que llegas”… Luego, con toda la lucidez del mundo y experiencia y talento impartió su clase olvidando el incidente… El estudiante permaneció callado la hora completa… Observar la noche y mirar el cambio del cielo en la noche y escuchar los ruidos de la noche significa un espectáculo fuera de serie… Pero mirar a un anciano en la creación intensa es una maravilla…