Luis Velázquez
10 de mayo de 2018
EMBARCADERO: El secretario de Seguridad Pública (SSP) está contra las cuerdas. Un mal fario lo persigue pues ha perdido todas las batallas. El último revés vino desde adentro. Se lo asestó el subdirector de Escuelas Secundarias Generales de la SEV de Enrique Pérez Rodríguez. 300 maestros de nivel básico, dijo Enrique Reyes Reyes, víctimas de extorsión y de secuestro exprés en el Veracruz del gobernador Yunes.
El subdirector dijo que “en los últimos años”. Tres años, precisó. Uno y medio de Miguel Ángel Yunes Linares. Uno y medio de Javier Duarte.
En desagravio, digamos, dijo que en el sistema educativo de secundaria la plantilla es de 25 mil profes. Y, bueno, si sólo trescientos han sido víctimas y solicitado un cambio que en nombre de la paz universal les han concedido, poco o nada significan, si se considera, por ejemplo, que con el Fiscal Luis Ángel Bravo Contreras desaparecían personas y más grave, también desaparecían cadáveres.
ROMPEOLAS: En el ring policiaco, el titular de la SSP ha sufrido una caída bursátil política. Incluso, si el primogénito del gobernador ganara la silla embrujada de palacio, mucho se dudaría repitiera.
Uno, porque de norte a sur y de este a oeste se ha levantado una “gigantesca ola de descontento social” (Jan Martínez Ahrens).
Dos, porque diecisiete meses después de la yunicidad, la inseguridad es el tema central de los candidatos del PRI y MORENA a la gubernatura, pues a July Sheridan, del Panal, le vale.
Tres, porque en vez de enfrentar la realidad avasallante, “El Fantomas”, que así le llamaban en el Chirinismo, ha apostado por llorar en público.
Cuatro, porque en vez de aceptar sus errores, el gobernador “ha tirado su espada en prenda” como en defensa de nadie más.
Y cinco, porque si es cierto, como dijo el subdirector de Escuelas Secundarias de la SEV, los carteles y cartelitos “ahora van con las personas que trabajan en el gobierno” (La Jornada, 6 de mayo, 2018), entonces, y ante el principio de Peter a que ha llegado, Jaime Téllez sólo tiene como salida digna la renuncia.
Y la renuncia antes de que el descrédito descarrile por completo a la yunicidad.
ASTILLEROS: Dijo el subdirector de la SEV:
“Tenemos casi 300 casos de maestros extorsionados que se tienen que salir de la escuela por el problema de la inseguridad. Por poquito se están dando los secuestros exprés. Y eso da motivo para que los maestros tengan temor”.
En los días agitados y huracanados, las dudas sobre la eficacia de la SSP se multiplican como los hongos, los ácaros y la humedad.
Peor tantito:
En las redes sociales (el mejor tribunal de la conciencia pública con todo y el anonimato y las noticias falsas) hay un movimiento imparable de denuncias sobre la incertidumbre y la zozobra en el día y la noche más oscura, sórdida y siniestra de Veracruz.
Un dato más, digamos, para documentar el optimismo:
En Córdoba, el sábado 5 de mayo, los malandros levantaron a un agente de Tránsito en la ex vía del Huatusquito, y aun cuando en la noche fue liberado, apareció golpeado, y lo más indicativo, significó un calambre en el corazón de la yunicidad, pues en el pueblo gobierna una presidenta municipal panista con tanta eficacia que impuso a su hijita de candidata a diputada local, con cero experiencia política.
El poder, pues, ejercido con sentido patrimonialista, aunque a la población (y los agentes de Tránsito) se los “lleve patas de catre”.
ARRECIFES: Nadie pensaría que el titular de la SSP es “un chivo expiatorio” para tapar la incapacidad de su jefe y amigo.
Y más, cuando en repetidas ocasiones, el jefe máximo de la revolución azul ha salido en su defensa.
En el Internet, sin embargo, y en las páginas rojas, pareciera que se atraviesa el peor momento.
Y más, porque las juntitas de cada 8 días a nadie convencen. Y por el contrario, disparan hasta la explosividad los reclamos y las críticas.
Y más, como cuando en Xalapa, una investigadora y académica de la Universidad Veracruzana, Rosío Córdoba, cacareó su bitácora de feminicidios y el palacio de Xalapa se incendió en coctel virulento.
PLAZOLETA: El gobernador, sin embargo, tiene otro objetivo. Es político. Heredar la silla embrujada al hijo mayor. Y su empeño resulta asombroso. Y más, por la eficacia al momento. Pepe Mancha, presidenta del CDE del PAN, lo dijo con claridad: “Miguel Ángel Yunes Márquez es la única carta fuerte”.
Y de ñapa, el panismo encumbrado da veinte y las malas alardeando su triunfalismo con la victoria anunciada.
Escalada, claro, bien estudiada y mejor aplicada.
Pero en materia de seguridad para garantizar la vida y los bienes, oh sacrosanto Estado de Derecho, la asignatura está reprobada.
Años luz de distancia entre la política política y la política de seguridad.
Incluso, cada día la distancia se agiganta, con todo y que en el horizonte el cielo y el mar se juntan y se funden.
En un carril, la gloria yunista, y en el otro, la pesadilla ciudadana.
Y de si la inseguridad se volviera una amenaza para el objetivo político electoral sólo se conocerá hasta la noche del primero de julio.
PALMERAS: “La madre de todas las batallas” está en la mesa. Como si fuera, digamos, la desnuclearización del mundo.
El gobernador Yunes sigue con los guantes puestos en el gran combate. Y peleará, claro, hasta el final.
Por una sola razón: más que la elección de su hijo se trata de un plebiscito.
El hijo gana, ganará el padre.
El hijo pierde, perderá el padre.
Y más, porque la esposa ya lo dejó claro cuando le dijo “Ahí te encargo a mis hijos”.
Y si a Fernando ya lo ungió presidente municipal de Veracruz para ejercer mil 400 millones de pesos anuales de presupuesto, ni modo que el primogénito quede sin mieles, lanzado del paraíso terrenal.
En el carril azul, la política política parece gozar de buena salud. Y aun cuando el jefe máximo de la revolución panista en el Golfo de México ha mostrado las garras, la estrategia de inseguridad ha fallado.
Y lo peor, igual que en la novela “El arlequín”, de Morris West, la presión social está ahora desde adentro.
Lo dijo el subdirector Enrique Reyes Reyes:
Los malandros “van ahora por las personas que trabajan en el gobierno”.
¡Que el dios de cada quien… cuide a todos!