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‘Mamá, me voy a morir: tráeme a las niñas’ (Testimonio)

El Piñero

 

 

La desgarradora narración de una madre que perdió a su joven hija en una aparente negligencia obstétrica.

Tabasco.-Luego de darse a conocer el caso del fallecimiento de una joven madre debido a una presunta negligencia médica ocurrida en una clínica particular, el cual ha indignado a la opinión pública local, tabascohoy.com realizó una entrevista con la mamá de la víctima, la señora Gabriela Bravo, quien relató los pormenores de la tragedia que ha enlutado a su familia.

 

“Mi hija Claudia llegó al hospital para tener a su bebé en un procedimiento de cesárea normal, programada. Era su tercer cesárea, y fue el doctor Roberto Peña Medina, su ginecólogo, quien dio todo el seguimiento a su embarazo. Nunca se reportó nada anormal, mi hija era una mujer muy sana. Nunca hubo preeclampsia ni nada, como se especula en las redes sociales”, recuerda.

 

La señora Gabriela Bravo afirma que llegó hasta la “Clínica del Centro”, ubicada en la calle María Carmen Sánchez del primer cuadro de la ciudad, para acompañar a su hija Claudia, cerca de las 05:30 horas del pasado 27 de julio.

 

“Llegué a la clínica con una hija feliz, por ser su tercer bebé; llegamos cantando, decoramos el cuarto para recibir a la niña, íbamos bromeando. En la clínica hasta nos dieron un cuarto más grande porque éramos muchos los familiares los que la acompañábamos. Más tarde prepararon a mi hija con un suero. No le tomaron muestras de nada, sólo le aplicaron un suero y midieron su presión y temperatura”, refirió la mujer.

Afirma que más tarde arribó el doctor Peña Medina acompañado de otro ginecólogo cuyo nombre desconoce, y que ambos se llevaron a su hija para iniciar el parto por cesárea.

 

“Cerca de las 08:30 horas el doctor salió del quirófano y me llamó. Aunque yo no lo conocía, le pude notar una expresión de preocupación en el rostro”, refiere.

 

Cuando le preguntó qué había pasado, el doctor respondió; “tuvimos mucha sangre, mucha hemorragia, pero era muscular, de algún vaso sanguíneo. La matriz estaba excesivamente transparente, incluso se veía la cara de la niña”.

 

Dicho esto, el doctor Peña Medina se retiró. Minutos después les llevaron al cuarto a la bebé, su nieta, quien por fortuna nació completamente sana. El doctor sólo les dijo que después “regresaría”.

 

Con su hija ya en la habitación, intentaron acercarle a la niña para que la amamantara. “Incluso hay una foto que se subió al face, de ella con la niña. El cuarto estaba atriborrado de gente, yo repartía dulces, caramelos… estábamos muy animados y felices, todos”.

 

La señora Bravo hace hincapié en la expresión de cansancio de su hija. La notó exhausta tras el parto, y por eso prefirieron dejarla reposar en la habitación.

 

Lo malo comenzó cuando las enfermeras de la clínica le fueron a revisar la presión a la joven madre, ya entrada la noche.

 

“Las enfermeras nos dijeron que tenía la presión sanguínea excesivamente baja, y le aplicaron en ese momento un suero glucosado. Entonces entró una doctora de pelo negro, lacio, a la que no había visto, y le reclama a las enfermeras. A partir de entonces le pusieron seguro a la puerta de la habitación porque algo andaba mal”, relata.

 

“Transcurre algún tiempo y entonces aparece el doctor Peña, quien se mete al cuarto y se encierra. Al salir, nos dice; señora, tenemos un problema. Se trata de una hemorragia interna. Aquí (en la clínica) no hay sangre para su hija, si yo pido sangre, en lo que me la traen, vamos a tener más problemas. ¿Me autoriza usted a que la llevemos en ambulancia al Hospital de la Mujer? Le cobramos 800 pesos… le dije al doctor que no había problema por el dinero. Al llegar la ambulancia, cuando se llevaban a mi hija, vi la bolsa para la orina llena de sangre. Eso fue lo que me alarmó”.

La ambulancia tardó en llegar, aunque en estos casos, cualquier espera siempre es larga y la señora Gabriela se asume plenamente consciente de eso. El médico y los familiares se fueron detrás de la ambulancia.

 

“Entro (al hospital) y el doctor Peña me presenta a los doctores que la iban a intervenir ahí. No los conozco, salvo al que estuvo inicialmente con él en el parto, pero no me sé su nombre. Me dicen que mi hija ha perdido mucha sangre. La vamos a intervenir, dicen. Además mencionan que tenía una laceración en la vejiga. Exijo que me dejen verla antes de la cirugía. Entro y había como veinte personas en el quirófano. Todos gritaban y hablaban al mismo tiempo” afirma la señora.

 

“Entonces la vi. Mi hija tenía ojeras. Estaba muy pálida. En ese momento me dijo; Mamá, me voy a morir. Tráeme a las niñas.”

 

“Una enfermera me sacó del quirófano. Me advirtió que no había tiempo que perder. Ya afuera, alguien me preguntó si tenía seguro popular. Le dije que no. Exigí que el doctor Peña se quedara durante la cirugía. Después de todo era su médico, y el directamente responsable de la condición de mi hija Claudia. A Peña le permitieron quedarse, pero no intervenir”.

 

La señora Gabriela prosigue con su testimonio. Refiere que al terminar la operación, le dijeron que su hija tenía una hemorragia muy fuerte. El personal del Hospital de la Mujer la intubó, la mandaron a terapia intensiva. Le dijeron que su paciente estaba “estable”, pues le habían puesto unas compresas para tratar de detener la hemorragia, y que a las 72 horas la volverían a intervenir.

 

“Una hora después los médicos salen de terapia intensiva y me dicen que Claudia se podía morir en cualquier momento, ya que le había dado un infarto. Yo no le voy a mentir a usted, su hija se puede morir de un momento a otro, le estamos poniendo sangre, no tiene plaquetas, el corazón no quiere reaccionar”, sentenció un miembro del personal médico.

 

“Tuve que bajar a la sala de espera… horas después me llama otro médico y me vuelve a ratificar que Claudia Gabriela no puede reaccionar. Le pusieron medicamentos, y mucha sangre. Me dicen que yo le rogara a Dios que no me hablaran otra vez durante la madrugada, porque si me volvían a hablar, era porque mi hija ya se había muerto”, recuerda con dolor la compungida madre.

 

“A las 04:00 de la mañana me llaman otra vez a terapia intensiva y me dicen que me despida de ella… porque le había dado otro infarto…”.

 

En este punto, la señora Gabriela Bravo opta por hacer algunas precisiones.

 

“Hay un gran chisme en las redes sociales. El doctor Roberto Peña Medina no se volvió a parar por ahí para hacerse responsable de la atención de mi hija. Incluso tuvo el descaro de decirme que no me preocupara por sus honorarios. ¿Ya qué me iba a preocupar, si mi hija estaba muerta?”

 

Y añade: “Que quede claro: yo no tengo nada contra el hospital de la mujer, sólo agradecimiento a la rapidez y  la humanidad con la que nos trataron. Definitivamente, me queda clarísimo que el Hospital de la Mujer, que la recibió en ese grado de gravedad espantosa, no tiene responsabilidad alguna en su muerte. Por el contrario, en el hospital particular hay varias irregularidades qué investigar. Por ejemplo, los de la Clínica del Centro señalan que sí tenían sangre y el médico no se las pidió. En cualquier caso, si están mintiendo y no tenían la sangre, van  ser doblemente responsables de homicidio, pues ya está tipificado como homicidio culposo. La investigación está en marcha y nosotros vamos a ir hasta las últimas consecuencias”, advierte Gabriela Bravo.

 

Hace un último llamado. “No podemos permitir que nos sigan matando a nuestras hijas”, sentencia. “Exhorto a las autoridades de Salud para que revisen la calidad de los hospitales. Para que certifiquen si pueden la infraestructura acorde con el tipo de servicios que ofrecen, y por los que cobran bastante caro. Y que cuando se presenten casos de esta naturaleza, sancionen con todo el peso de la ley, y con más rigor si es que hay complicidad entre las clínicas y los médicos”, finaliza.

con información de Angel Vega – Tabasco HOY

http://www.tabascohoy.com/nota/401699/mama-me-voy-a-morir-traeme-a-las-ninas-testimonio

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