Luis Velázquez/ Escenarios
10 de agosto de 2010
UNO. Sacerdotes pederastas
El arzobispo de Papantla, José Trinidad Zapata Ortiz, es un hombre firme. Integro. Entero. Sin recámaras políticas o sociales ocultas en las neuronas. El primero de agosto, en visita religiosa a un poblado de la montaña, Polutla, encaró la realidad avasallante:
A: En su diócesis hay tres sacerdotes denunciados por abuso de menores. Pedofilia. El mismo delito de Marcial Maciel, el curita de los Legionarios de Cristo, condenado a rezar el resto de su vida en un monasterio por los Sumos Pontífices, Juan Pablo II y Ratzinger.
B: Dos de los tres curitas ya quedaron fuera de la iglesia. Y, bueno, para evitar andar con la duda y la sospecha, mejor creer, con reservas, pues se podría repetir la historia de cuando los policías son sorprendidos en pillerías y ante la inconformidad social son reubicados al otro extremo de Veracruz.
Y C: Un tercer ministro de Dios ubicado en la sierra de Papantla está en proceso de investigación dadas las denuncias en su contra (Diario de Xalapa, María Elena Ferral).
El buen pastor, diríamos, por casa empieza. Antes, mucho antes de la guillotina en su contra, él mismo ha canalizado la sublevación de la feligresía.
¡Vaya sacerdotes calenturientos! ¡Pedófilos!
DOS. Manotazo vs pederastas
Se trata de un caso inédito en Veracruz. En otras diócesis, y en otros tiempos, por ejemplo, los obispos han ocultado, minimizado, las acusaciones de curas pederastas.
Incluso, cuando en el duartazgo fueron asesinados unos curas, en el trascendido social se habló de relaciones peligrosas con el sexo, pero al mismo tiempo, el misil fue pulverizado.
Ahora, el obispo José Trinidad anuncia, incluso, la formación de un colegiado de profesionistas para enfrentar el caso.
Pero al mismo tiempo, el aviso oportuno a la Fiscalía para efectuar la investigación correspondiente y proceder.
Claro, el obispo se ampara en la orden universal del Papa Francisco, el primer latinoamericano en el Vaticano, de formar una comisión de profesionistas para la protección de los menores, un súper manotazo por ningún ministro de Dios esperado ni vislumbrado.
Curita tentado por el diablo y los deseos y la pasión carnaval se expone a un proceso penal con riesgo de caer en la cárcel.
Y en las cárceles de México, ya se sabe, predomina la ley de Talión. Ojo por ojo, diente por diente, violación por violación.
TRES. Obispo íntegro
Durante muchos años, y con otros Pontífices (sabrá el chamán si todavía hoy), los ministros de Dios se desfogaron con los niños en el catecismo, los niños y los jóvenes en los seminarios, los adolescentes de la feligresía, y hasta con los jóvenes sacerdotes.
Incluso, con los niños de las escuelas católicas.
El escándalo fue costosísimo para el Vaticano pues debió indemnizar por daño moral con millones de dólares y euros a las víctimas y a los familiares de las víctimas.
En aquel tiempo, desde el Vaticano todos eran blindados. Incluso, el aura bienhechora llegó a Veracruz. Más todavía, enfrentó a un grupo de sacerdotes pedófilos con curitas falderos y se amenazaron entre sí con moverse el tapete y exhibir el estercolero en el tendedero público.
Por eso, sorprende el Obispo de Papantla cuando “con honestidad valiente” revela la existencia de tres sacerdotes pederastas de su diócesis.
Dos de ellos, cesados, se ignora si sujetos a un proceso penal. Quizá, arrojados de la iglesia para perderse en el anonimato del mundo. Otro más, en proceso de investigación debido a las denuncias.