Revolución 3.0
Por Emma Martínez
México (Revolución TRESPUNTOCERO).- Era poco después de la medianoche de un día de las madres, en San Luis Potosí, cuando Magdalena, escuchó ruidos en el techo de su apartamento y pensó que había ladrones y estaban tratando de entrar en su casa.
Antes que se diera cuenta, un numeroso grupo de personal de la Marina con cascos tiró abajo la puerta e irrumpió en su dormitorio. Los marinos empezaron a golpearla, mientras le gritaban y le preguntaban: “¿Dónde está el dinero?”. Le gritaron, acusándola de ser la encargada de las finanzas de una importante banda de narcotraficantes.
“Le pusieron una bolsa en la cabeza hasta que perdió el conocimiento. Luego la metieron en una camioneta, siguieron golpeándola y la violaron con objetos. Posteriormente la llevaron a un edificio, que según Magdalena parecía una estación de policía y le aplicaron descargas eléctricas en la vagina y la boca. Habían tomado la dirección de su hija de las pertenencias de Magdalena y amenazaron con hacerle daño. La tortura a manos de los miembros de la Marina duró 20 horas”, relató a Amnistía Internacional.
Después, Magdalena fue trasladada a las dependencias de la PGR y obligada a firmar una “confesión” con sus huellas digitales. Camino a la PGR, un marino estuvo a su lado y siguió golpeándola. En la PGR, la Marina y el Mando Único Policial de la Zona Centro la presentaron ante los medios de comunicación.
Cuando Amnistía Internacional entrevistó a Magdalena a principios de 2016, sus cicatrices eran aún visibles y mostraba claros signos de trauma. En la primera comparecencia ante un juez, un par de días después de su detención, la descripción del estado de Magdalena fue: “nerviosismo, tensión, depresión, temor y llanto”. Contrastaba enormemente con la documentada por la Marina, cuyo médico había indicado tras su detención que “la detenida está ‘físicamente sana’.
De acuerdo con los estudios realizados por Amnistía Internacional, tanto en la estrategia de seguridad empleada en México como en la denominada “guerra contra el narcotráfico”, es frecuente que las mujeres sean detenidas durante arrestos en grupo y acusadas de ser novias de delincuentes y cómplices de actos delictivos, sin que existan pruebas sólidas que respalden esas acusaciones.
“Se las considera fáciles de detener como medio de aumentar las cifras de detenciones y demostrar así a la sociedad que los esfuerzos del gobierno en materia de seguridad dan resultado”. Las mujeres sometidas a ese tipo de violencia son en su mayoría jóvenes y proceden de entornos con bajos ingresos.
“México ha sido desde siempre un país violento. Es un país que ha sido dirigido por gente violenta, cuyo modelo de gobierno es la represión, la muerte, que no sabe ver más allá de la violencia porque no busca el bienestar para un pueblo, sino la adquisición de intereses particulares usando a ese pueblo. Por eso vemos a mujeres torturadas aún purgando una condena cuando deberían ser quienes estén siendo indemnizadas y denunciando a sus verdugos. Pero ahora las fuerzas armadas el brazo ejecutor del gobierno tiene tanto poder que casos como el de Magdalena son los resultados del nivel de poder que tienen.
En 2006 llegó un mandatario que ni con el fraude logró ganar, dedlegitimado, como todo los anteriores no buscaba mejorar el país, solamente usarlo, pero la frustración de ser tan gris le urgía cambiar su imagen y se convirtió en uno de los más grandes sicarios de la historia mexicana.
Aquel año vivimos el aumento de homicidios, que no eran precisamente eso, poco a poco las organizaciones comenzaron a prestar mayor atención y tras el análisis se llegó al termino adecuado: Ejecuciones extrajudiciales, pero también había tortura, no es que nunca se hubiera usado, es que era ya parte de la estrategia gubernamental y por su puesto las desapariciones forzadas, que hasta cierto momento le funcionó el estúpido argumento: ‘tenían que ver con el narco’, hasta que se le desmintió con argumentos. Era gente inocente.
El aumento de estos crímenes de lesa humanidad no surgieron de manera espontánea. Si México llegó a tener tantas atrocidades y justicia nula, es porque no era más que una estrategia de gobierno para combatir al pueblo, bajo la mentira que lo hacía contra el narco.
Vamos a observar un ejemplo: cuántos civiles fueron desaparecidos, torturados o ejecutados que fácilmente se demostró que no eran delincuentes. Cuántos verdaderos narcotraficantes se ejecutó, torturó, desapareció. No se trata de apoyar las violaciones de derechos humanos contra estos grupos, pero nunca se observó algo así siempre los ejecutados y torturados eran civiles. La saña no era contra ningún narco”, señala a Revolución TRESPUNTOCERO el experto en temas de seguridad nacional, Adolfo Hernández.
Organizaciones defensoras de derechos humanos, coinciden en la idea, quienes señalan que la historia moderna de México se ha caracterizado por la represión y el incremento en la militarización ejercidas por un estado propenso tanto a la corrupción como a la influencia externa, a menudo ejercida por los Estados Unidos.
A mediados del año pasado, Open Society Justice Initiative y cinco de sus asociados Mexicanos demostraron por medio de un informe que existen “fundamentos razonables” para considerar que tanto las fuerzas gubernamentales de México han cometido crímenes de lesa humanidad contra la población civil.
También se acusa a los distintos gobiernos de ser prácticamente incapaces de garantizar la rendición de cuentas por crímenes atroces, como resultado de la obstrucción política primordialmente.
“Calderón fue el mejor ejemplo de un autor intelectual de crímenes de lesa humanidad y que no siendo esto suficiente, cínicamente y a la ligera convirtió a ciudadanos comunes de miembros de la delincuencia organizada. Lo peor es que ahora la esposa que es una cínica, habla de una candidatura a la presidencia para seguirle con la tortura, la ejecución y desaparición de nosotros los mexicanos y seguir llamándonos narcos y delincuentes.
Una figura tan opaca, pero que puede ser tan peligrosa por representar el sexenio de sangre que se padeció con Calderón y no es que con Peña Nieto no lo padezcamos. Los del PRI son los expertos, no por nada el actual mandatario supera al anterior y si Díaz Ordaz tuvo su 68, Peña ha tenido su 2014 (Tlatlaya, Ayotzinapa), su 2015 (Tanhuato), su 2016 (Nochixtlán) y otras más, pero las más conocidas, somos rehenes de la violencia como forma de gobierno que en parte se ha elegido al seguir ‘razonando’ pobremente que si el PRI o el PAN continúan en el poder el país no corre peligro, como sí pasaría con un mandatario distinto que precisamente es todo lo contrario al PRIANISMO. No entiendo ese razonamiento, nunca lo he hecho”, advierte.
