Selene Alonso Romero / Excelsior.
CDMX.- “Ayúdame por favor, ayúdame ¡Estoy en problemas!”, gritó David angustiado y llorando desde el otro lado de la línea a su hermana Deborah, quien llamó incansablemente por más de cuatro horas hasta lograr hacer contacto con el joven; pero alguien le arrebató el teléfono…”¿Son policías?”, preguntó, “No, no somos policías, esto es un secuestro”.
Han pasado poco más de cinco años y medio de búsqueda, investigaciones y alzar la voz día a día para hacer visible el caso de David Ramírez y Miguel Ángel Rivera, dos adolescentes que fueron secuestrados cuando viajaban rumbo a Ixtapa Zihuatanejo, el 5 de enero de 2012 y cuyo paradero se desconoce desde entonces.
Desde ese día y más de 67 meses después de la tragedia que marcaría el curso de sus vidas, la madre de David, María de Lourdes González y sus hermanas Lourdes y Deborah, se han convertido en activistas que exigen a las autoridades la presentación con vida de los jóvenes y claman justicia para las víctimas del secuestro en México.
“¡Ayúdame mamá, ayúdame!”, suplicó David a María de Lourdes, quien entregó a los secuestradores una cantidad de dinero a cambio de la vida de su hijo, y este sin embargo nunca volvió. A eso se enfrentan los familiares de las víctimas del secuestro en México, a pagar por la libertad de sus seres queridos, misma que en muchas ocasiones no llega a consumarse.
“Antes decíamos, que no fuera el hijo de un periodista, de un político, pero ahorita ya no podemos decir eso, ya ni siquiera es posible hacer la comparación”, reflexiona Deborah, cuya familia ha pedido ayuda y protección incluso a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Amnistía Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, sin ningún éxito.
La familia de David Ramírez, es un ejemplo de las decenas de víctimas que deja a diario el secuestro en nuestro país. De acuerdo con cifras del Informe Mensual de Secuestro de la ONG Alto al Secuestro, de diciembre de 2012 a junio de 2017 se registraron nueve mil 696 casos, un promedio de 176 plagios mensuales y 42 semanales.
Además, han levantado la voz en distintos espacios donde se tratan temas relacionados con la seguridad a nivel nacional y han clamado justicia.
El pasado 21 de abril durante el foro “Necesidades forenses en México, frente a las desapariciones forzadas” organizado por el senador Miguel Barbosa, Deborah pidió a las autoridades acciones oportunas para dar con el paradero de su hermano, por lo que el senador se comprometió a presentar un punto de acuerdo entre sus similares que implica la localización y presentación de David y Miguel con vida.
Diversos funcionarios han sido notificados del caso de David y Miguel, entre ellos Renato Sales, comisionado Nacional de Seguridad con quien la familia han sostenido una serie de reuniones de seguimiento, en donde piden incansablemente realizar un operativo de rescate en conjunto con la Marina, SEIDO y Policía Federal.
La familia solicitó el pasado 21 de junio una reunión con Patricia Bugarin, coordinadora Nacional Antisecuestro de la Secretaría de Gobernación (Segob) y Sergio Rochín de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), para dar seguimiento al caso de los jóvenes plagiados.
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David Ramírez de 19 años de edad, estudiaba el primer semestre de la Universidad.
Miguel Ángel Rivera quien cumplía 20 años de edad, estudiaba el último semestre de la preparatoria.
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Hasta julio de 2017, la familia argumenta que no hay ni un sólo detenido específicamente por el secuestro de David Ramírez (expediente PGR/SEIDO/010/2012 que posteriormente cambió a PGR/SEIDO/289/2013), y tampoco un pronunciamiento por parte de la Comisión de Derechos Humanos respecto al caso.
Durante los esfuerzos por localizar a los jóvenes la familia ha sido estafada en varias ocasiones, por personas que se aprovechan de su voluntad y se hacen pasar por agentes del FBI o autoridades que prometen devolver con vida a los jóvenes.
En tanto que a los criminales, se les tiene cada vez mayores consideraciones en términos penales y sus derechos humanos en ocasiones llegan a contar más que los de las víctimas, denuncia la familia.
“Mucha gente te mete miedo, gente cercana, familiares… Ya déjalo por la paz. Pero yo no me veo dejándolo. No puedo”, comenta la mamá de David con palabras llenas de dolor, fuerza y convicción “El tema nunca lo voy a dejar, No me veo olvidándome de David”. ¿Si esta fuera la historia de tu hermano, tu amigo, tu papá o algún familiar… te darías por vencido y dejarías de buscar?