Luis Velázquez | Barandal
ESCALERAS: La Universidad Veracruzana, UV, publicitó la lista de jóvenes admitidos para el nuevo ciclo escolar. Y como cada año desde hace varios, más de veinte mil chicos quedaron fuera. Excluidos. Relegados. Lanzados del paraíso terrenal, la tierra prometida con la que soñaban.
Y con la que soñaban más, mucho más, los padres. Los padres en el tiempo del covid y la recesión. Unos 150 mil empleos perdidos en el primer año del desastre epidemiológico dice el maestro Hilario Barcelata.
PASAMANOS: En ningún momento la UV rechaza a más chicos de los que admite.
Simplemente, los deja fuera por la incapacidad económica para enfrentar la demanda.
Inverosímil crear y recrear, primero, más espacios. Segundo, construir instalaciones. Y tercero, crear plazas magisteriales.
Se trata de un círculo vicioso que los rectores del país de universidades públicas enfrentan desde tiempo histórico, legendario y mítico.
Y, mínimo, desde Carlos Salinas y Ernesto Zedillo a la fecha (Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Amlo), ninguna respuesta social para financiarlas con más recursos públicos.
Sobre todo, porque son la única posibilidad y esperanza para la población mayoritaria, hijos de indígenas, campesinos, obreros y clase media.
CORREDORES: Por el contrario, el desdén oficial.
De Zedillo a Peña Nieto, todo se fue en promesas para las universidades públicas.
Ene número de veces, la ANUIES, que las aglutina, y los rectores en turno, festinaron la esperanza presidencial.
Pero el sexenio se fue y de nuevo a continuar soñando con los molinos de viento.
El colmo ha sido ahora con el obradorismo lanzando su proyecto académico de crear cien universidades guinda y marrón en el país, nueve de ellas en Veracruz.
Y las otras, las públicas que han dado la batalla desde hace más de cincuenta años, que se las arreglen como puedan.
BALCONES: En repetidos sexenios, algunos rectores han denunciado la tendencia federal de privatizar la educación.
Y el simple hecho de ahorcar a las públicas con la reducción presupuestal y el presupuesto a cuentagotas resulta suficiente.
Uno de los grandes estragos es que cada año, en la UV, más de veinte mil chicos son excluidos.
En la UNAM, el número de chicos rechazados es de cien mil, pues jóvenes del país sueñan con realizar estudios en la Universidad Nacional Autónoma de México dado el prestigio educativo.
PASILLOS: Hay presupuesto federal para las universidades Amlo. También para crear escuelas de beisbol. Treinta millones, por ejemplo, del presupuesto del gobierno de Veracruz para tal fin nomás para congraciarse con el presidente de la república.
Hay fondos para el Tren Maya. Hay fondos para comprar refinería en Texas.
En tanto, las universidades públicas siguen “atrapadas y sin salida” en el peor bache económico, presupuestal, financiero.
Por fortuna, los colegios privados, incluso, con fama de “patitos”, son las beneficiadas, pues, y en el caso de la UV, los más de veinte mil chicos agarrarán camino por ahí para, entre otras cositas, no perder el semestre, mejor dicho, el año escolar.
VENTANAS: Cada año, la UV arrastrando la cobija y la mochila con tantos jóvenes relegados, cerradas las puertas.
De año en año, la misma coyuntura, pesadilla, realidad adversa.
Tanta que, por ejemplo, se antoja inverosímil hallar una salida digna para la UV y satisfactoria para tantos chicos y padres de familia en la desesperación familiar, económica y social.
Tiempo llegará cuando la mecha social se encienda y se dará cuando la población estudiantil siga creciendo y quedando fuera y entonces, padres e hijos en la protesta social incendiaria…