Tuxtepec, Oaxaca.- El ritmo acelerado de violencia rebasó a todas las autoridades, pero ninguna, en ningún momento, ha intentado frenarla. Todas caminan al son de esa burocracia que soslaya el auxilio social, esa que se niega pese al festín de sangre que se vive.
Frente a la grosera violencia, la distracción de un gobierno municipal parece dar anuencia a las voluntades del crimen. La mudez del presidente Sacre es el justo ejemplo.
Desde el 24 de agosto -fecha en que inició el boom de ejecuciones- Antonio Sacre Rangel ha esquivado todo tema relacionado a la seguridad del municipio. Y ha cruzado los brazos evitando pedir mayor blindaje policíaco, dejando a su suerte a una sociedad ávida de tranquilidad y en manos de la tensión y el miedo.
¿Qué más hace falta, señor Sacre?
Se necesitan más policías rebeldes que peleen por causas justas?
Se necesitan más ejecuciones?
Se necesitan más secuestros de empresarios?
Se necesitan más ejecuciones frente escuelas y durante la entrada de escolares?
Se necesitan encontrar mas armas y drogas frente a escuelas?
Se necesitan más civiles y niñas acribilladas durante combates armados?
¿Qué más le hace falta?
Atienda al reclamo, apoye a su pueblo. Hable, asesórese, trabaje. Bájese del glamour, camine, tienda manos y aléjese de esa abultada escolta que lo acompaña, de ese blindaje que representa una burla para el ciudadano común que camina acompañado del temor e incertidumbre ante cualquier barrunto de violencia.
Ya es tiempo, señor Sacre, de que saque al Peña Nieto que dijo traer bajo la manga. Es tiempo de urgirle a su diputado federal, Antonio Amaro, de que ocupe la máxima tribuna del país para gritar auxilio para Tuxtepec. Es necesario que toque puertas, que se mueva y no se convierta en un criminal por omisión y negligencia.