Luis Velázquez/ Barandal
Veracruz.- ESCALERAS: El jueves 24 de enero, los malandros estrenaron una nueva estrategia en Veracruz. En otras entidades federativas, cierto, las han utilizado. Pero ahora, en la Cuitlamanía, decidieron reproducirla aquí para mostrar el puño y el músculo al primer sexenio de izquierda.
Simple y llanamente, asaltaron dos autobuses de pasajeros.
Uno, en la carretera de Río a Orizaba. Y el otro, en la ciudad de Veracruz cuyo Ayuntamiento pronto cumplirá 500 años de fundado en el continente en tierra firme por el sifilítico Hernán Cortés.
Un nuevo capítulo del horror y el terror en el Golfo de México, de cara a Veracruz.
Pánico total y absoluto.
Caray, en la ruta de Río Blanco a Orizaba, un autobús de la línea Metropolitana fue baleado.
Un par de jóvenes a bordo de un Jetta dispararon, sin importar para nada la vida ni la seguridad de los pasajeros.
De eso se trata. Simple y llanamente, de aterrorizar a la población. Seis balazos a la unidad de pasajeros.
Al día siguiente, otro autobús más tiroteado con el saldo de cuatro heridos.
PASAMANOS: En el puerto de Veracruz, el autobús asaltado fue el número 1202 de la ruta Pochota.
Cargado de pasajeros, fue atracado sobre la avenida Jalapa, entre las calles Victoria y Cuauhtémoc, en la colonia Ortiz Rubio.
Se llevaron 800 pesos del operador y el bolso de mano de una pasajera.
Huyeron en una motocicleta, una unidad móvil que les permitió huir en medio de los automóviles y autobuses.
En ningún caso, detenidos, indiciados, sospechosos.
Nada.
Y, bueno, los teóricos son claridosos: la inseguridad se multiplica cuando ningún detenido hay.
Y la impunidad crece imparable cuando tampoco hay procuración de justicia.
La secretaría de Seguridad Pública y la Fiscalía, hermanitas gemelas en su obligación de restablecer el Estado de Derecho.
CORREDORES: Varias lecturas se desprenden del doble asalto a autobuses de pasajeros en la Cuitlamanía, las siguientes:
Uno: Se viven y padecen en Veracruz los días más trágicos. Antes, cierto, en la yunicidad y el duartazgo, asaltos por ejemplo a feligreses en iglesias, asaltos a clientes en taquerías. Ahora, el atraco a los autobuses.
Dos: Los carteles y cartelitos, delincuencia organizada y delincuencia común, recrudecidos, apostando a quedarse con “hacha, calabaza y miel”.
Tres: El ataque a los autobuses de pasajeros, un ataque a personas inocentes. La parte, claro, más vulnerable de la población. Barbarie y saña. Brutalidad total. Igual o peor que cuando en la yunicidad, los malandros asesinaron a cuatro niños y sus padres en una colonia popular de Coatzacoalcos.
Cuatro: Ningún respeto por la vida. Y más, cuando la incapacidad gubernamental queda manifiesta, desnuda, encuerada en su parte fatídica.
RODAPIÉ: Cinco: El asesinato, el crimen, la muerte, aliada de los malandros. Emerson decía que cuando enseñemos a los niños a amar la vida amarán la muerte. Cierto, pero en el caso, la muerte como instrumento de pánico.
Seis: La rabia social, la inconformidad colectiva, la ira popular… se va multiplicando en la población electoral. En Coatzacoalcos, por ejemplo, la ciudadanía ya se organizó para la sublevación, con todo y que según la Cuitlamanía les enviaron mil policías como parte, ajá, de la Gendarmería Nacional.
Siete: La secretaría de Seguridad Pública, en su principio demoledor de Peter. Y en contraparte, el diputado presidente de la Mesa Directiva de la LXV Legislatura, José Manuel Pozos Castro, hablando, en otros temas, pero cacareando que en el palacio de gobierno de Xalapa hay demonios, traidores y desleales. Y por añadidura, convocando a una cacería de Judas.
Ocho: La población civil, blanco de los malandros. Antes, en tiempo histórico lejano, se mataban entre ellos. Luego, se extendieron a los migrantes de América Central. Después, apostaron al secuestro de los ricos. Luego, al plagio de los pobres. Ahora, las baterías enfocadas a los pasajeros de autobuses.
Mal karma. Peor indicio. Ninguna duda de que ante la incapacidad gubernamental “crecerán al castigo”.
BALAUSTRES: Nueve: Tanta inseguridad origina un desbordado y desbordante caos social. Grave, cuando de por medio está el desencanto de la población a la generación política de la izquierda en el poder y a quienes entronizaron el primero de julio del año anterior en las urnas.
Diez: Y cuando el caos social fermenta en tierra fértil, toda autoridad en el poder sexenal pierde el control de la realidad.
Y por añadidura, y ante la incompetencia suele terminarse en un vacío de poder y que, oh sorpresas, al mismo tiempo ocupan los malandros.
Once: Cada vez, los carteles y cartelitos están arrojando más leña al fuego. Peor: más gasolina. La autoridad, “ni se ve ni se siente”.
Y doce: En medio de toda la vorágine lo que está en juego es la vida o la muerte de la población.
Una cosita es el fuego cruzado entre malandros. Y el ajuste de cuentas. Y tirar los cadáveres a los ríos y lagunas. Y en las calles y carreteras. Y desaparecer más personas. Y abrir más fosas clandestinas.
Y otra, mil años luz de distancia, es asaltar los autobuses urbanos de pasajeros.
Palabras mayores del sórdido y siniestro Veracruz.
CASCAJO: Sabrá el chamán el futuro en puerta.
Los vientos soplando en la Cuitlamanía son cada vez más volcánicos, como una ruleta rusa fuera de control, tronados los frenos de mano.
Los días y noches caminan y hacia el día 57 la estadística de la muerte era de doscientas cuarenta personas asesinadas, entre ellas, 30 feminicidios, tres infanticidos y cuarenta secuestros.
Y en el otro lado del mostrador, un secretario de Seguridad Pública defendido a ultranza por el gobernador y un Fiscal revirando a sus detractores que sueñan con su destitución.
Y si en Veracruz hay 212 municipios, todos en la incertidumbre y la zozobra, la única sublevación ciudadana se está dando en Coatzacoalcos.
Y lo peor, el silencio atroz de la Comisión de Seguridad Pública de la LXV Legislatura (Érik Iván Aguilar, PT; Rubén Ríos, PES; y Nora Jéssica Lagunes, PAN).
Y de la Comisión de Justicia (Mónica Robles Barajas y Rosalinda Galindo (MORENA) y Érika Ayala Ríos (PRI).
Y de la Comisión de Procuración de Justicia (Víctor Emmanuel Vargas, MORENA; María Josefina Gamboa Torales, PAN; y Rubén Ríos, PES).
La población de Veracruz, descobijada y a la deriva.
Ningún ciudadano puede sentirse más a la deriva que cuando viaja en un autobús urbano de pasajeros y desde la carretera o la avenida lo rafaguean con R-15.