Lo que no se parece a nada no existe.
Paul Valéry (1871-1945) Escritor francés.
Luis Fernando Paredes Porras
La cuarta re-evolución en México, planteada como posibilidad deseable y posible por Andrés Manuel López Obrador, tiene como punto de partida y de llegada un ideal “el poder sirviendo al pueblo”, por ello sentencia el fin – es lo deseable y posible, aunque trabajoso – del funcionario chambón, tibio, corrupto, indolente, etiquetas de un saco que a miles en nuestro país le queda a la perfección.
Pero a pocos les queda el saco de lo que declaró recientemente AMLO en el marco de su primera visita a Oaxaca como Presidente electo, aprovechando que su avión quedó varado en costas oaxaqueñas por unas horas. Estas palabras deben poner feliz y en alerta al equipo de Fernando Bautista Dávila, Presidente Municipal de Tuxtepec.
Parece que los vientos discursivos favorecen las velas izadas del edil Chinanteco, ya que “sin querer queriendo”, dijera el personaje del chavo del ocho, Dávila pudiera ser ejemplo de lo que AMLO ha venido señalando como el deber ser del hombre en el poder. Quienes los odian dirán que no es lo mismo la magnesia que la gimnasia y razón tendrán, no es lo mismo.
Y es que Andrés Manuel López Obrador declaró que “poder es humildad, el poder sólo se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás” y parece que parafrasea las premisas que orientaron la conseguida reelección de Dávila por tres años más.
Guardando las proporciones, sopesando las historias y ponderando la capacidad de los equipos de trabajo, Dávila tiene ante sí la oportunidad de enunciar que viene haciendo la cuarta revolución de la que habla AMLO desde hace un año y 9 meses que lleva ejerciendo el poder. Para quienes lo odian, lo desprecian, lo aborrecen, lo detestan, Dávila es un demagogo oportunista que se tendrá que soportar tres años más y podrá decir misa. Habrá que escuchar a AMLO de concretarse su visita a Tuxtepec, pues de pronto Fernando Bautista Dávila, de piel morena, pudiera ser ejemplo de lo que debe hacer un militante del partido Movimiento de Regeneración Nacional, al menos desde el discurso que convenció a los electores y derrotó a la oleada morena. Dicen algunos allegados al edil chinanteco que “no contaban con su astucia” como dijera el Chapulín Colorado, suerte de principiante, dirán sus detractores, afortunado chiripazo, desafortunada coincidencia y todo lo que se le parezca.
Dice la Iguana que será el sereno pero Dávila le sigue debiendo la dignificación de su hábitat, porque la iguana, también es pueblo, verde pero pueblo, y es inaudito que el ayuntamiento se niegue a reconocer su hogar como el iguanario natural más importante de Tuxtepec dedicándole al menos un tequio dominguero.
Después de mascar un buen rato la verdosa me pregunta que si, en caso de que venga AMLO a Tuxtepec podría entregarle un encargo de parte de los garrobos e iguanas que habitan el apestoso arroyo Moctezuma, le contesto que cuenta con mi apoyo considerando que pueda acercármele. Ella medita mirando las aguas pútridas y sin voltear a verme sentencia que la cuarta transformación puede ser puro verbo, puro choro, o quizá no, pues como dijo la chimoltrufia “así como digo una cosa pues digo otra”. La escucho con profundo respeto pues sin poder, más que el de la sobrevivencia, es una virtuosa, verde, pero virtuosa.