Cada uno en su casa y Dios en la de todos
Luis Fernando Paredes Porras
Tuxtepec, Oaxaca.- Las casas de madera estilo californiano tienen en común con las casas de madera de los pueblos chinantecos, mazatecos y afro descendientes de la región de Tuxtepec en la cuenca del Papaloapan que ambas usan madera, que no es lo mismo pero es igual, como dice la canción.
Cabe señalar que en la región de la cuenca del río de las mariposas sí existieron casas tipo californianas, de hecho están construyendo un camino a Pueblo Nuevo, Tuxtepec y estoy tentado a pararme a preguntar en cuánto sale. Dicen que son muy frescas y pues todo indica que el calor irá creciendo igual que el precio de la madera, situación ambas derivadas del impacto ambiental, que en otras palabras es lo mismo que: seguimos destruyendo la casa de todos.
Nunca he dormido en una casa de madera y palma en esta región del trópico mexicano, por supuesto que he estado en su interior pero no he conciliado el sueño, no se ha dado la oportunidad, pero no requiero estar acostado para observar su techo de palos que sostienen la palma.
Mi tío político, a quien le dicen y él acepta gusto el mote de “el loco”, presume ser el mejor constructor de casas de palma de la región. Me ha contado que se sube a cortar la palma arriesgando su vida en las alturas, además de que se encuentran varios animales en la copa de las borrachas de sol. Mi tío “el loco” vive en San Bartolo, está casado con la tía Agustina, una de las mejores, sino es que la mejor cocinera de platillos de plátano macho de la región. Es decir, arquitectura y gastronomía típica unidos de forma espectacular. Así de chingón está el asunto, para usar una expresión lugareña para que amarre todo.
A la tía la he visto en acción cocinando y el tío me dijo hace ya varios años que me llevará cuando construya una casa, desde que selecciona la palma, la corta, la transporta, compra los maderos hasta que la entrega, que lo veré arriesgándose como nadie y entregando verdaderas joyas para habitarlas. Lo pasaré a ver en estos días, no sea que con la edad se le pase la locura y yo me pierda de ese espectáculo.
Pero un hombre que nos regaló la maravilla de esos momentos para siempre a través de sus letras y su inigualable crónica de las costumbres del sotavento mexicano, fue el poeta, artesano, filántropo, virtuoso amante de la cuenca Felipe Matías Velasco, pues es el autor del poema “Mi Casa Típica”.
Hace unos días fui con Xóchitl Castro Reyes, la excelente declamadora tuxtepecana, Xóchitl Che, a Benemérito Juárez, agencia de Tuxtepec mejor también conocida como Palo Gacho y ante una casa de madera interpretó el poema de “Mi casa típica”. No había gente en su interior, por lo cual no pudimos mostrar los detalles que menciona el poema, pero el momento nos gustó para grabar y como para ir preparando el próximo recital dentro de poco, ya que hace un año celebró sus 7 décadas de vida con un lleno total en la casa de la cultura obsequiando interpretaciones de poesía mística.
Considero que las letras son la casa del pensamiento, con ellas construimos las palabras y las acomodamos en el lenguaje que nos da sentido, por ello comienzo esta serie abordando el legado de Felipe Matías con su poema “Mi casa típica”, para enfatizar la valía del hombre que nos regaló su sentir y pensar a casi seis años de su muerte.
Con esta serie también quiero señalar que van tres administraciones municipales que se muestran indolentes ante el legado de quien debería ser nombrado Hijo Predilecto de Tuxtepec. Pero aprovecho de igual manera para disfrutar de la fuerza y belleza de las interpretaciones de Xóchitl Che, la mejor declamadora de la obra de Felipe Matías, su amiga y compañera de arte.
Dice la iguana que ella sí ha dormido en casa de madera y palma, que siente tristeza porque su casa, el pestilente arroyo Moctezuma antes era un lugar hermoso, donde era un placer vivir y poco a poco destruimos la casa de todos.
La verdosa masca un rato y se anima a pedirme que la lleve cuando el tío loco me confirme que construirá un techado de palma; masca otro rato y comenta que si bien no hay casas del sotavento en California, lo que si existen son un chingo de oaxaqueños, a tal grado que le conocemos como Oaxacalifornia, y tiene razón, porque aunque no es lo mismo, es igual, como dice la canción.