Por: Luis Velázquez
Uno. Medios, “barbas a remojar”
Veracruz, México.– Terminarán hoy las campañas de los candidatos a presidentes municipales y los medios han de poner “las barbas a remojar” para, digamos, enfrentar el nuevo mundo en que han de volver a sus orígenes para vivir de los ingresos propios, como son la circulación y la publicidad.
Por ejemplo, a diferencia de otros tiempos, la mayoría de partidos políticos y sus candidatos omitieron suscribir convenios de propaganda con la prensa escrita, hablada y digital.
Incluso, y en el caso donde los pudieron suscribir fue a un precio mínimo a lo deseado, incluso, a lo tarifado.
Otros medios, sin embargo, apostaron al futuro, publicando los boletines de los candidatos a cambio de que si ganan la elección en las urnas, entonces, habrá tiempos mejores, súper, de primera, para ellos durante los próximos cuatro años del mandato constitucional.
En otros medios, de plano, suscribieron convenios light con uno que otro medio pero en paquete, de tal manera que en un boletín, o en un spot televisivo o radiofónico, se anunciaban varios candidatos, digamos, de la región.
La mayoría, no obstante, prefirieron el Internet y las redes sociales, desde Periscope hasta Facebook Live, el Whatsapp, incluso, por encima del periódico impreso, la página digital o el noticiero televisivo y radiofónico.
Muchos empresarios digitales quedaron con su casa filial de encuestas, pues nadie los contrató.
Es más, hubo partidos políticos que desde el altiplano contrataron una casa encuestadora que desde la Ciudad de México fue aportando la semana a semana,
conscientes muchos, y como dice Emilio Chuayffet, ex gobernador del estado de México y ex secretario de Gobernación y de Educación Pública, de que las encuestas son una mentira total y absoluta, simple y llanamente, un fraude.
Lo peor se dio en algunos medios donde los patrones redujeron el porcentaje de comisión publicitaria a los reporteros en la venta de un convenio con los candidatos, de tal manera que del diez o quince por ciento en otros tiempos ahora lo achicaron al cinco por ciento.
Además, con una advertencia diabólica: los patrones se encargaban de los convenios con los candidatos de las alcaldías grandes y poderosas, y los reporteros de las chiquitas.
Al final del día y de la noche, y de la campaña que hoy concluye, ni unos ni otros.
Todos quedaron, pues, vestiditos y alborotados.
Dos. De las vacas gordas a las flacas
El tiempo de las vacas gordas, gordas, gordas en el periodismo como industria y negocio ha pasado a la historia.
Y más, si se considera que el voto fue demasiado prostituido por los mismos partidos políticos y los políticos y ahora, y como cacarea “El peje”, la población acepta la carnada (la despensa, la gorra, la camiseta), pero nunca muerde el anzuelo.
Y en tales circunstancias, ningún efecto social ni electoral ni anímico tiene en el corazón, las neuronas y la alma ciudadana estar publicando todos los días los boletines de los candidatos.
Es más, y como sucede con el anuncio televisivo y radiofónico, por aquí se mira y escucha un spot oficial de los candidatos en automático se cambia de canal, o de plano, se apaga el aparato.
Las fortunas que solían aparecer en los medios cada sexenio o cada periodo municipal se han ido.
Y se han ido, además, porque con todo y lo que se diga, las redes sociales siguen ganando espacios y los políticos están convencidos de que significa la estrategia más eficaz, como nunca antes en la historia, para transmitir el mensaje.
Incluso, con todo y que un medio, por ejemplo, deje de publicar su edición impresa y se vuelva digital, el brinco es mortal, porque en automático se arrastra el descrédito.
Y más, como sucede cuando el medio ha sido priista en tiempo priista y panista en tiempo panista y perredista en tiempo perredista.
Tres. Vivir de los ingresos propios
Es hora, pues, de volver a los orígenes con la circulación y la publicidad comercial, sin descartar, claro, la publicidad política que con todo es veleidosa, pues los funcionarios públicos la otorgan a cambio de una restricción drástica y rigurosa de la libertad.
Pero, bueno, y en todo caso, a muchos patrones mediáticos les vale la circunstancia, si el objetivo mercantil se alcanza y cumple.
Nada, entonces, y como principio básico universal, como trabajar la circulación a partir, entre otras cositas, de mejores contenidos, pues el lector siempre busca textos de calidad.
El riesgo resulta conocido: en el caso de Veracruz, varios medios han sido cerrados a partir de la yunicidad, entre otras cositas porque la llave de la secretaría de Finanzas y Planeación les fue cerrada.
Entre ellos, parte de AZ, El Portal, Marcha, Oye Veracruz, parte de los Heraldos, El centinela, Punto y aparte, RadioVer y esa cosita llamada “El águila”.
Además, otros medios se han achicado por completo, reduciendo el número de secciones y de páginas, cerrando corresponsalías, despidiendo personal, quedándose con el mínimo, y de ñapa, reduciendo salarios parejo, a tal grado que con frecuencia, en los días que corren, están pagando la quincena en abonitos.
Hay la versión de que El Dictamen, el llamado decano de la prensa nacional, está en aprietos terribles y está despidiendo personal y ha trascendido que se volverá digital.
Es más, algunos de los reporteros despedidos están tocando puertas en otros medios.
Telever, la filial de Televisa, está igual. Ha despedido a un montón de empleados, entre ellos, las estrellas de la noticia, pues, hasta donde se sabe si bien se sabe, Javier Duarte les quedó a deber trescientos millones de pesos y ninguna esperanza de que los puedan cobrar.
Es hora, pues, de la imaginación empresarial para enfrentar la realidad, o de lo contrario, la oferta periodística en Veracruz tiende a seguir estrangulándose hasta quedar en la antesala de la asfixia.
Ene número de veces los teóricos de la comunicación han predestinado el fin del periodismo. Primero, que por la radio. Después, que por la televisión. Luego, que por el cine. Más tarde, que por el Internet y las redes sociales.
En el caso, el imperio mediático podría, digamos, empequeñecerse, pero por el lado económico, el lado financiero, el lado administrativo.
Los emporios, dice el historiador, igual que los grandes ejércitos, suelen desmoronarse desde adentro.