Luis Velázquez | Malecón del Paseo
13 de abril de 2021
EMBARCADERO: La mejor escuela o facultad de Periodismo está en la sala de redacción de un medio, impreso, hablado o digital… También, en la calle, en el frente de batalla, gastando la suela de los zapatos en la mañana atrás de la información y desgastando la columna vertebral en las tardes redactando las notas… Pero también, en la guardia en el periódico, haciendo, digamos, de todo y de nada… Desde el famoso ayudante que va por las tortas, el refresco y los cigarros hasta llevar a lavar el coche del jefe y en las horas vigilantes del proceso editorial…
ROMPEOLAS: Nada forma y enseña tanto en el Periodismo como la sala de redacción… Por ejemplo, pendiente de la llegada de la información nacional e internacional aprendiendo a seleccionar las mejores notas para publicarse el día siguiente… Cubriendo la ausencia imprevista de un reportero… Haciendo y rehaciendo notas… Siguiendo la pista a una nota transmitida en el noticiero de la tarde o de la noche… Más, mucho más, de la noche y cuando está cerca el cierre de la edición…
ARRECIFES: José Pagés Llergo aceptó la dirección del periódico “El Occidental” de Guadalajara… E invitó al reportero Roberto Blanco Moheno… Un día, Blanco Moheno le entregó una crónica, Pagés Llergo leyó los primeros párrafos y tiró el original de prensa en el cesto de la basura… “No sirve”, le dijo, y le pidió que la volviera a escribir… En diez ocasiones, Pagés Llergo, el mítico reportero que entrevistara en exclusiva a Adolf Hitler en Varsovia, tiró la crónica en el cesto… Y cuando Blanco Moheno le entregó la última, Pagés Llergo se levantó del asiento y entre aquel montón de cuartillas buscó la primera crónica… “Esta es la mejor” dijo a Moheno… En el oficio periodístico así se aprende…
ESCOLLERAS: Muchos años después, Gabriel García Márquez, ya Premio Nobel de Literatura, llegó a Colombia… Una joven y guapa reportera le pidió una entrevista… Y el Gabo le dijo que más tarde… Pero que lo acompañara en su periplo… Hacia el final de la tarde, la chica le dijo que el día estaba por terminar y seguía esperando… Entonces, el Gabo le dijo que había tenido una gran oportunidad para escribir la crónica acompañándolo en el transcurso del día y todavía así le reclamaba la entrevista… Fue aquella una gran lección periodística del mejor reportero del mundo que era García Márquez…
PLAZOLETA: Hubo un tiempo, en el segundo tramo del siglo pasado, todavía quizá ahora, cuando los mejores periodistas del país eran empíricos… Ninguno había aprendido el oficio en una facultad, sino en la sala de redacción y en la calle… Y, claro, escribiendo todos los días buscando siempre la rigurosidad informativa y la pulcritud literaria del texto… Y por lo general, apabullados por los jefes, incluso, por los colegas con muchos años en el oficio…
PALMERAS: La Facultad forma, por ejemplo, se conocen los géneros periodísticos, pero se aprenden y pueden llegar a dominarse en la calle reporteando y en la sala de redacción escribiendo y compitiendo con el reloj para estar en tiempo y forma de acuerdo con el proceso editorial de cada día… Incluso, se aprende mucho más cuando se trabaja en la noche hasta la hora del cierre, pues las últimas horas son las más apasionadas, cuando de pronto, un hecho imprevisto puede cambiar la portada programada… En la sala de redacción y la calle la bilirrubina alcanza dimensión estelar… Es como el campo de batalla donde se prueba la experiencia del general…