Los microplásticos no sólo son una amenaza para los peces y los humanos que los consumen, sino también para los corales, que toman a los microplásticos como agentes alimenticios.
Un estudio reciente de Joseah Lamb, investigadora de la Universidad de California, concluyó que la probabilidad de que un coral enferme aumenta del 4 al 89 por ciento cuando hay plásticos en el ambiente o cuando se adhieren a estos animales.
Por Ricardo Hernández Ruiz/ EFE
Cancún, Quintana Roo (EFE).– Incontables y milimétricos trozos de botella, etiquetas y bolsas de plástico degradan la ecología del Caribe mexicano al enquistarse en los corales y llenar los estómagos de los peces, aseguran especialistas.
Presentes en aguas y sedimentos marinos estos microplásticos de menos de 5 milímetros son casi imposibles de extraer, recolectar o eliminar, por lo que permanecerán en el océano por décadas hasta desintegrarse, advierte Alethia Vázquez Morillas, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La UNAM y organizaciones como Manta Caribbean Project y Greenpeace, cada una por separado, monitorean a estos diminutos plásticos en nueve playas del estado mexicano de Quintana Roo y en todas las muestras hallan la presencia de estos pequeños invasores.
Tras dos años y medio de investigación, Vázquez pudo registrar la presencia de microplásticos en los sedimentos de las playas de Holbox, Playa del Carmen y Mahahual.
“Se encuentran de todo tipo, pero por supuesto, los que más se ven son los que se usan en embalaje; serían plásticos asociados a botellas, pet, poliestireno, polipropileno, poliestireno expandido”, dijo a EFE.
En la zona turística de Holbox se hallaron 200 microplásticos por metro cúbico; en Playa del Carmen -más concurrida- los resultados preliminares arrojaron una concentración dos veces mayor que en Holbox, explica.
En Mahahual también hallaron contaminantes pero aún no hay cifras confiables, pues todavía no se termina la fase de análisis, apunta.
Vázquez resaltó que en Holbox hallaron residuos llegados de otros países de América y otros continentes como el asiático, los cuales han arribado por las corrientes marinas o porque son arrojados al mar por usuarios de cruceros o de embarcaciones menores.
El 80 por ciento provienen de actividades terrestres, y no sólo son las actividades de playa, sino de ciudades cercanas a la costa, debido al mal manejo de residuos, aunque también provienen de actividades recreativas y pesqueras, comenta.
Hasta ahora, insiste, no se han hallado soluciones viables para la extracción de microplásticos de los mares. “El problema de los microplásticos es que, a veces, son tan diminutos que no son visibles a simple vista”.
Agrega que se encuentran dispersos por el fondo marino por lo que es casi imposible pensar en una solución de limpieza. Las medidas que se pueden tomar son para que ya no siga incrementándose el problema.
Manta Caribbean Project se ha enfocado en tomar muestras no en el fondo marino, sino en el propio cuerpo de agua, mediante una red de arrastre amarrada a una embarcación que corre a tres nudos durante algunos metros y atrapa los residuos, cuenta a EFE Laura Fuentes, directora de la organización.
Durante tres años consecutivos han tomado muestras en Yum Balam, dentro de la Reserva de la Biosfera del Caribe Mexicano, el Parque Nacional Isla Contoy, la Reserva de la Biosfera del Tiburón Ballena y este año sumaron al Parque Nacional Arrecifes de Cozumel.
En tan sólo tres arrastres, la organización capturó 96 diminutos fragmentos plásticos: 66 fibras, 11 fragmentos genéricos y 19 fragmentos de pinturas.
Greenpeace evidenció en octubre la presencia de microplásticos en los estómagos de peces en Puerto Morelos. De 218 estómagos de 16 especies de importancia comercial, 133 individuos (61 por ciento) tenían poliéster, etileno, vinil, acetato, nailon, polietileno, polipropileno y celofán.
A decir de Vázquez, la ingesta de plásticos puede causar lesiones, desórdenes alimenticios y hasta cáncer en estos animales.
Eric Jordán, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, explica a EFE que el elemento tóxico del plástico se debe a sus propios componentes y a la capacidad que estos tienen de absorber químicos del medioambiente.
“Cuando se degradan los microplásticos, se van disolviendo y es un sustrato muy favorable para que se le adhieran otras cosas”, prosigue.
LOS CORALES EN RIESGO
Los microplásticos no sólo son una amenaza para los peces y los humanos que los consumen, sino también para los corales, que toman a los microplásticos como agentes alimenticios.
Un estudio reciente de Joseah Lamb, investigadora de la Universidad de California, concluyó que la probabilidad de que un coral enferme aumenta del 4 al 89 por ciento cuando hay plásticos en el ambiente o cuando se adhieren a estos animales.
Actualmente, los corales de Quintana Roo padecen una rara y letal enfermedad denominada síndrome blanco. En menos de nueve meses ha matado a más corales que en los últimos 40 años.
“No sabemos bien cómo los va a afectar; lo que sí sabemos es que no les hace bien por ser un agente externo”, dice Jordán.
Para mitigar las consecuencias y en tanto que es imposible extraer estos contaminantes del mar, Vázquez urge reciclar los plásticos, mejorar el manejo de residuos, generar sistemas eficientes de separación y de acopio.
Las personas tenemos que abandonar la comodidad de usar desechables, los políticos tienen que asumir los costos de implementar políticas públicas que regulen el uso de plásticos; las empresas deberían de producir con materiales reciclados y ser corresponsables en su recolecta, sostiene.