Luis Velázquez / Escenarios
26 de agosto de 2019
UNO. Migrantes de la India
Camino a Estados Unidos, por Veracruz pasaban los migrantes sin papeles de América Central. Honduras, Salvador y Guatemala, los más frecuentes.
Aquí, confirmó el sacerdote José Alejandro Solalinde, era (todavía) el peor paso de México para los indocumentados.
Aquí, hay un fosario de migrantes, dijo.
Aquí, las policías municipales y estatales, y las federales, y los polleros, y los carteles y cartelitos, y los Mara, hacen y deshacen con los migrantes centroamericanos.
Ahora, sin embargo, Veracruz constituye el paso de los migrantes de Asia. Desde la India hasta China, incluso. Desde el otro extremo del mundo a la tierra jarocha.
Las calles y avenidas de las ciudades urbanas con un nuevo paisaje urbano. Los asiáticos en el corazón social de cada día.
El relato bíblico del éxodo, reproducido en la tierra jarocha en los días y noches caminando.
Hace más de dos mil años, Moisés guiando a su pueblo a la tierra prometida. Ahora, en una parte, “los polleros” internacionales. Y en otra, ellos solitos, en caravana, soñando con el paraíso terrenal de Donald Trump.
Por fortuna, y gracias a la Cuarta Transformación, la República Amorosa y la Cartilla Moral, los presidentes municipales de Veracruz tienen la orden de contratar a los migrantes como empleados con un sueldo mensual de 5 mil 500.
Y si se puede, claro, también Seguro Social e INFONAVIT.
DOS. Millón de jarochos en E.U.
Paradojas de la vida:
Por aquí cada año pasan por Veracruz camino a Estados Unidos unos 400 mil ilegales de América Central.
Y cuando los asiáticos se han incorporado al gigantesco éxodo, imparable, fuera de control, hay en el país vecino un aproximado de un millón de jarochos, la mayoría en Carolina del Norte, buscando el trabajo aquí negado.
En Estados Unidos, la orden trumpiana de deportar a la mayoría de migrantes sin papel.
Y en Veracruz, cumpliendo la orden obradorista de deportar al mayor número de ilegales de América Central y de Asia.
Todos pobres y en la miseria y la jodidez. Todos, huyendo del hambre. Y hambrientos, claro. Todos, escapando de la guerra. Todos, soñando con días mejores para ellos y para los hijos y para las esposas y para los padres ancianos.
¡Vaya tragedia humanitaria!
El gran fracaso de la política económica y social.
Indicativo el millón de paisanos jarochos en Estados Unidos.
TRES. El sueño americano
Con Porfirio Díaz Mori comenzó la migración del país a Estados Unidos. Los primeros en partir fueron los vecinos de la frontera norte para ocuparse en la construcción del ferrocarril norteamericano.
Ahora, el país está convertido en una nación de migrantes. Pudiera escribirse que pocos, excepcionales hogares de Veracruz carecen de un familiar, un compadre, un amigo, un vecino, sin un migrante.
Y más, cuando los 3 cultivos tradicionales (la caña de azúcar, el café y los cítricos) han sido rebasados por las remesas como el sostén de la economía local.
Con todo y el racismo y la xenofobia de Donald Trump, tan recrudecida en el tiempo electoral, los migrantes de Veracruz, México, América Central y el continente asiático, luchando por formar parte, según ellos, del sueño americano.
Hemos, entonces, de acostumbrarnos a mirar a un ejército de asiáticos dando vueltas en las ciudades de Veracruz con la mano extendida para una limosnita en nombre de la Cuarta Transformación y de la Cartilla Moral para amarse unos a otros.
Incluso, el gobernador bien podría lanzar la cruzada cívica de “Adoptar un asiático” en casa, digamos, como estrategia para levantar sus bonos ante AMLO.