- La lucha de un sacerdote
Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- ESCALERAS: Hay ciudadanos de Veracruz desaparecidos, secuestrados, asesinados y sepultados en fosas clandestinas.
Y sus familiares los buscan en un impredecible camino al Gólgota.
Pero también hay migrantes de América Central que en su exilio a Estados Unidos pasan por Veracruz y también son desaparecidos.
Lo dice el sacerdote Julián Verónica Fernández, coordinador de la Pastoral Social en la Diócesis de Córdoba:
Sólo ellos, en la región de Córdoba, han llevado este año, el año del llamado “gobierno del cambio”, cinco casos de desaparecidos, aun cuando el reporte de norte a sur y de este a oeste del territorio jarocho, es mucho más.
Y su búsqueda ha resultado un fracaso.
Con todo y que con frecuencia, las madres delos migrantes han organizado marchas con el cura José Alejandro Solalinde Guerra, director del albergue “Hermanos en el camino”, al frente.
“Las acciones oficiales no han dado resultados” dice el presbítero de Amatlán de los Reyes, sede de “Las Patronas”, las señoras que desde hace 21 años alimentan a los ilegales en su paso por el pueblo trepados en “La bestia”, el ferrocarril de carga de sur al centro del país que ha servido de base para filmar tantas películas.
Veracruz, entonces, con el mal fario, el karma en contra.
Lo dijo Solalinde en el sexenio anterior:
“Veracruz, el cementerio de migrantes más largo y extenso del país”.
Y si en la diócesis de Córdoba fracasaron en la búsqueda de 5 migrantes, entonces, la tragedia humanitaria se repetirá quizá con mayor intensidad en la ruta de la muerte integrada por Coatzacoalcos, Medias Aguas, Acayucan, Tierra Blanca y Córdoba/Orizaba.
Por eso mismo, Solalinde abrió una sucursal de su albergue en Acayucan, allí mismo donde el 9 de julio del año que corre fue asesinado el camarógrafo hondureño, Edwin Rivera Paz, quien huyendo de la muerte… la muerte lo alcanzó en Veracruz, el Veracruz azul.
PASAMANOS: El cura Julián Verónica lo dice con precisión:
Los migrantes son “blanco fácil” para los carteles, los polleros y los policías estatales y municipales y quizá la policía migratoria.
Y toda vez que los malandros todos han recrudecido sus operativos, entonces, de pronto, una parte considerable de migrantes ha buscado otros caminos para llegar a Estados Unidos, librando a la entidad jarocha.
Pero al mismo tiempo, la saña de los malosos se ha multiplicado, a tal grado que, por ejemplo, ahora están llegando a los albergues familias completas que solicitan un espacio hasta por tres y cuatro semanas, “porque llegan muy lastimados y necesitan recuperarse” (La Jornada Veracruz, 2 de septiembre, 2017).
El presbítero de Amatlán (la tierra, por cierto, de Luis Ángel Bravo Contreras, donde su señora madre fue presidenta municipal) lanza el SOS sobre una crisis humanitaria que evidencia la política social del gobierno de Veracruz, con todo y que, digamos, el caso de los migrantes sea asunto federal, pero considerando que los Estados son corresponsables.
Y es que nada de lo que sucede en una entidad federativa puede ser ajeno al contexto nacional.
“Somos contemporáneos de todos los hombres” decía Octavio Paz.
Y más, por la siguiente circunstancia:
En el eje de la muerte de Coatzacoalcos a Córdoba, los policías estatales y municipales han sido señalados ene número de veces (desde Solalinde hasta Julián Verónica, con el silencio de los obispos y el arzobispo) de estar involucrados en los agravios a los migrantes.
Y no obstante, ni en el sexenio anterior con Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública, preso en el penal de Pacho Viejo, ni ahora, en el bienio azul, dieron ni han dado el manotazo para frenar los abusos y excesos policiacos.
CASCAJO: Dice Julián Verónica:
“La miseria y la pobreza y la falta de empleos y el desempleo son una constante para que los migrantes abandonen sus países de origen”.
Es el mismo caso de Veracruz, donde de acuerdo con una ONG integrada por académicos de la Universidad Veracruzana, hay un millón de paisanos en Estados Unidos, un dato recrudecido, por ejemplo, ahora con los dreamers, pues en el país vecino hay 800 mil jóvenes “soñadores” (que así les llaman) de los cuales 623 mil son mexicanos, y entre quienes figuran jarochos.
Ellos se fueron, igual que los compas de Honduras, Guatemala, Salvador y Nicaragua, por la falta de oportunidades, y que en pocas palabras se resume en el fracaso de la política económica y social, con todo y la carga de negligencia, incompetencia, indiferencia, desdén, menosprecio y desprecio oficial.
Claro, se trata de un antecedente histórico tan viejo que una parte considerable del relato bíblico se ocupa de los migrantes, el éxodo y el exilio.
En México, por ejemplo, repuntó con Porfirio Díaz Mori, cuando la construcción del ferrocarril en la frontera norte, en Estados Unidos, donde una parte considerable de mexicanos se fueron a Estados Unidos.
En el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, en un acto de simple y atroz venganza, acusó a su enemigo y adversario, Carlos Alberto Madrazo, de traficar con permisos de migrantes a EU y luego como presidente del CEN del PRI, murió en un raro y extraño percance aéreo.
Muchas, demasiadas batallas políticas y sociales se han dado alrededor de los migrantes.
Y como se sabe, la historia suele repetirse como tragedia el caso de ahora en que Veracruz mantiene su fama latinoamericana de que significa el peor paso de los migrantes por México.