Luis Velázquez | Escenarios
23 de julio de 2021
UNO. Viaje al infierno
Cierto, “más cornadas da el hambre” (novela de Luis Spota). Pero son cornadas ruines, con saña y barbarie.
Más, en un Veracruz con mínima, insignificante, creación de empleos. Y empleos, caray, con salarios, más que de hambre, de miseria.
Por ejemplo, en el pueblo, la familia Ortiz migró, primero, a Reynosa, Tamaulipas, porque las jaló un pariente.
Un tiempecito permanecieron en Reynosa. Pero la violencia los expulsó y migraron a Matamoros, el tiempo de las maquiladoras.
DOS. El paraíso en Texas
Se instalaron. Las puertas abiertas para el empleo del jefe de familia. Pero en el tiempo del COVID y la recesión, las maquiladoras quebraron.
Además de la violencia criminal.
Entonces, metieron sus tiliches en bolsas negras y partieron a la tierra prometida, el paraíso perdido, el Edén.
Llegaron a Texas, porque un paisano trabajaba en un rancho ganadero. Y el patroncito fue generoso.
En el rancho, el señor Eulogio Ortiz se encargó de ordeñar las vacas. Pero a diferencia del pueblo donde ordeñaba una por una y con las manos, allá con unas máquinas. Eulogio se encarga de que las máquinas estén bien aceitadas, primero, y segundo, de la instalación del aparato de vaca en vaca.
TRES. Pepenando chamba
En el pueblo vivían en el día con día. Pepenando una chambita. Y mal pagada. Siempre.
Años atrás, un grupo de jóvenes del bachillerato publicaron un volante con el siguiente título explosivo:
“Soledad de Doblado, despierta de tu letargo”.
Era el pronunciamiento en contra de la casa comercial más fuerte del pueblo y en donde explotaban a las trabajadoras, la mayoría mujeres, con salarios de miseria y sin las prestaciones de la Ley Federal del Trabajo.
Y sin el pago de horas extras. Ni el legítimo derecho al Seguro Social ni Infonavit. Menos, a la jubilación para pensionarse y vivir más o menos los últimos años de su vida.
CUATRO. Represión en el pueblo
El resultado social fue catastrófico.
Los patrones despidieron a los familiares de aquellos chicos socialistas, ajá, que trabajaban en la casa comercial, tanto mujeres como hombres.
Y en cada hogar hubo diferencias, regaños, pleitos, dolores y sufrimientos.
Hoy, el pueblo está igual o peor. Peor, porque los años han caminado sin un desarrollo social y económico.
Las familias siguen apostando a la única posibilidad como es la migración
CINCO. Venta de esperanzas
En Reynosa y Matamoros, y en Texas, Estados Unidos, bien pudiera constituirse la delegación municipal de Soledad de Doblado, pues por todos lados aparecen los paisanos.
Montón de familias se han ido para allá. Una es la región geográfica donde se nace y otra, mil años luz de distancia, donde se puede vivir, o en todo caso, sobrevivir.
Simplemente, no hay trabajo. Y si existe, en las peores circunstancias laborales.
Y lo peor, sin que una lucecita asome el largo y extenso túnel del desencanto social.
Más cuando una administración edilicia llega, ejerce el poder, se echa discursos populistas y se va… sin dejar huella ni rastro social.
SEIS. Vivir sin sobresaltos
Peor, zambullidos los pueblos en el tiempo huracanado de la violencia criminal.
En las noches, únicamente se escucha el ruido de las motocicletas circular de un lado para otro, porque la noche es malandresca.
La familia de Eulogio Ortiz agarró camino para Reynosa y luego a Matamoros y terminó refugiada en Texas, donde, además de encontrar empleo y pagado con justicia laboral y dignidad, la familia vive tranquila, en reposo, sin sobresaltos… suficiente para conocer la dicha y la felicidad.