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Miles fincaron en una falla, con ayuda oficial; el día del sismo, la tierra se abrió para reclamarles

El Piñero

Vecinos de las colonia La Planta, en la Delegación Iztapalapa viven con miedo y con la incertidumbre por no saber los riesgos de reconstruir sus viviendas ubicadas sobre una falla geológica que se activó tras el sismo del 19 de septiembre de 2017. Los colonos requieren de estudios geológicos, medición de la velocidad de hundimiento en la zona, pero a más de seis meses las autoridades no les han dado respuestas, denuncian.

Sugeyry Gándara

Ciudad de México, (SinEmbargo).– Hermilio Baltazar se dirigió de inmediato a la puerta de su casa al sentir las oscilaciones sísmicas. Se quedó atónito, sin poder salir cuando vio que  la tierra se abría y se cerraba. “El piso desapareció” ese 19 de septiembre de 2017, narra a SinEmbargo.

Vecinos de las colonia La Planta, en la Delegación Iztapalapa de la Ciudad de México viven con miedo y con la incertidumbre por no saber los riesgos de reconstruir sus viviendas ubicadas sobre una falla geológica que se activó tras el sismo de 2017.

Los colonos requieren de estudios geológicos y la medición de la velocidad de hundimiento en la zona, pero a más de seis meses las autoridades capitalinas no les han dado respuestas, denuncian.

La ruptura de la Placa de Cocos –a 57 kilómetros de profundidad por debajo del continente– provocó el sismo de 7.1 grados que sacudió Morelos, Ciudad de México, Puebla y Oaxaca en septiembre pasado.

En la Ciudad de México, situada en una planicie lacustre, al menos 5 mil 765 casas resultaron dañadas, de acuerdo con las cifras oficiales de los gobiernos federal y local; no obstante, ciudadanos del colectivo Damnificados Unidos estiman que son al menos 7 mil familias afectadas por los estragos que dejó el movimiento telúrico, según un censo que ellos mismoa levantaron con apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La Delegación de Iztapalapa es considerada como una de las zonas de más alto riesgo y en esta demarcación colonias como La Planta, Cananea y El Molino fueron de las más afectadas.

Hermilio vivía en la calle Andador Unión, manzana 10 y lote 39, de la colonia La Planta. El suelo debajo de su casa desapareció.

“Se abrió, se veía todo negro hacía abajo, no se percibía el fondo, se abría y las bardas al lado de mi casa se iban al hueco, fue muy impresionante”, dice Baltazar.

La tierra succionó al gato de la familia.

La Planta es una colonia que se fundó hace 47 años. Antes era una Hacienda en donde había una planta de luz y molinos, de ahí los nombres de la colonia y de sus calles.

Por años, los residentes creyeron que los surcos, que aparecían de pronto, y los hundimientos que se generaban eran por las grietas que adjudicaban a los pozos de extracción. La colonia poco a poco se fue poblando.

El barrio empezó a crecer desmedidamente en la década de los 80 del siglo pasado. Después del terremoto de 1985 reubicaron a decenas de vecinos a una zona totalmente fracturada, les dieron créditos por medio del Instituto de Vivienda de la Ciudad de México (Invi) y del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras) sin hacer un estudio del suelo, platicó Elisa Velasco, vecina del lugar.

“Sin embargo, lo que creíamos que eran sólo grietas es una falla que se activó con el temblor pasado, recorrió las colonias y partió casas en La Planta, y la Colonia del Mar en Tláhuac”, comenta Elisa.

Sobre la fractura geológica hay alrededor de 44 viviendas en la calle Molino Arrocero, 125 de una unidad habitacional  y 48 inmuebles en la calle Revolución. Además se estima que otras 200 casas están a menos de 20 metros de la falla, dice Velasco.

La apertura de los suelos en Iztapalapa no son resientes y las fracturas se han reportado desde hace décadas.

El estudio “Identificación y caracterización de los diferentes tipos de fracturas que afectan el subsuelo de la Delegación Iztapalapa”, realizado en abril de 2011 por Dora Celia Carreón Freyre, Doctora en Ingeniería Geológica, ya reportaba que el suelo de esa demarcación presenta hundimientos desde la mitad de la década de 1950, cuando comenzó la extracción de agua subterránea en la zona oriente de la CdMx.

La doctora exhibe en el documento que aunque el fracturamiento se ha reportado desde 1960, es a partir de 1982 que se encuentran registros de fracturas en la Avenida Ermita Zaragoza en la Colonia Jacarandas, y que hay desplazamientos mayores a los tres metros en más de 25 años.

“Es importante remarcar que la distribución del hundimiento y deformación en la Ciudad de México, y en particular en la Delegación Iztapalapa, no es homogénea y esta influenciada principalmente por la presencia de los edificios volcánicos de la Sierra de Santa Catarina y Peñón del Marqués”, plantea el estudio.

Los estudios de Cartografía e Ingeniería Geológica y Geotécnica de las fracturas en zonas localizadas de la Delegación Iztapalapa iniciaron a raíz de afectación ocasionada por el sismo de 1985.

Este fenómeno ya ha cobrado vidas humanas. El 7 de julio de 2007 se registró el evento más importante de fractura de subsuelo en la zona de Tezonco, cuando la tierra se abrió a 20 metros de profundidad en las calles Vista Hermosa y Guadalupe Victoria de la colonia Lomas de San Lorenzo, y desde entonces provocó el interés académico, ya que los reportes de aparición fractura también incrementaron desde entonces, de acuerdo con lo expuesto por Carreón Freyre en su estudio.

“Los resultados obtenidos hasta ahora demuestran que no existe una sola solución al problema de fracturamiento que se pueda aplicar a todos los casos, por lo que las medidas de mitigación que se pretende aplicar deben considerar los procesos de generación y propagación de las fracturas”, expone.

La casa de Hermilio conformada por tres pisos “quedó volando”, pues debajo de ella hay un hueco que alcanza hasta los dos metros de profundidad en algunas partes. “Aquí bajo ya no hay nada”, la casa se sostiene apenas de algunas rocas y bardas que rellenaron algunas partes del hueco que salió”, explica.

Elementos de Protección Civil fueron los primeros en llegar a la casa de Hermilio un día después del sismo. Le dijeron que la mitad de su casa era habitable y la otra no. No hay que ser experto para saber que mi casa quedó con daño total, dice el vecino.

Los topos Azteca pasaron al otro día y le confirmaron a Hermilio que su casa no era habitable. Lo mismo le dijo un geólogo, plática.

Hermilio vivía junto con su esposa, sus tres hijos y nietos. Al tercer día del sismo tuvieron que desalojarla y quedarse afuera en casas de campaña. Hasta la fecha viven ahí porque las autoridades no les han resuelto satisfactoriamente.

VIVIR CON INCERTIDUMBRE

Vivir en una zona donde el suelo es totalmente inestable es preocupante. No contar con todos los estudios para tener información sobre el comportamiento es agobiante, dice Elisa Velasco, vecina de La Planta.

Elisa, como varios colonos, pide que se realicen estudios que proporcionen un panorama real del suelo en el que están sus casas y si es factible la reconstrucción de las viviendas sobre lo que algunos geólogos le han dicho que es una falla geológica la que provoca hundimientos de tres milímetros cada 15 días, según explicaron.

“Es triste, es preocupante y también nos da mucha tristeza que no nos informen [las autoridades] cuál es la situación que debemos de afrontar. El desconocimiento es lo que nos entristece. Sé que yo estoy cerca de una fractura pero me preocupa mucho la vida de los vecinos que están sobre la falla geológica”, comenta la mujer.

Velasco explica que han solicitado a Gobierno de la CdMx la realización de estudios al subsuelo para determinar si las viviendas se pueden reconstruir o es necesario evacuar la zona por etapas: primero los que están en las callas sobre la falla y después las viviendas a los alrededores.

De acuerdo con la residente han demandando también un estudio que mida la aceleración con que se hunde la tierra. Las autoridades no han hecho caso a sus peticiones a seis meses del temblor, abunda la vecina.

Elisa comenta que el Gobierno de la Ciudad de México les ha dicho que eso es algo que tiene que ver la Delegación Iztapalapa.

“Pero mis impuestos se los queda el Gobierno de la capital, a ellos les pago impuestos. Los estudios que necesitamos son el acelerómetro para ver con que rapidez nos estamos hundiendo. Nos comentan que tenemos tres milímetros de hundimiento cada 15 días, esto se ha visto se ha aumentado por los 28 pozos de extracción de agua que hay en al zona”, dice la mujer.

El Gobierno sólo les ha propuesto la realización de dictámenes de mecánica de suelo, pero Elisa dice que no son suficientes y no determinan si es posible la reconstrucción de sus viviendas.

Además, denuncia, que por otra parte el Gobierno ya empezó a repartir apoyos a vecinos sin un estudio de fondo: “No hay programas bien desarrollados”.

A Hermilio le entregaron dos tarjetas de Bansefi: una de 100 mil pesos y otra por 30 mil pesos. El hombre dice que en la de 30 mil sólo le depositaron 25 mi pesos y en la de cien mil pesos no le han entregado nada; pero, agrega que él lo que necesita no es que le den para reconstruir porque su casa es pérdida total.

Por seis meses ha vivido en una casa de campaña que es un horno en tiempo de calor y mu fría en invierno.

Hermilio, al igual de Elisa, espera un estudio y que lo reubiquen. Tampoco está de acuerdo en que le ofrezcan créditos pues como adulto mayor ya no está en las mismas condiciones para aceptarlo.

“No es lo mismo hoy que hace 25 años, cuando empecé a construir y yo tenia veintitantos años; ahora que tengo cincuenta y tantos, comprar un terreno y volver a construir una casa, o comprar un departamento es casi imposible. No es justo que se nos ofrezcan créditos”, dice.

Vania Salgado, de la organización Damnificados Unidos, informa que de 7 mil familias que aglomeran a cerca de 28 mil personas afectadas por el sismo, en alrededor de 71 por ciento hay adultos mayores, de acuerdo a un censo que ellos levantaron con el apoyo de estudiantes de la UNAM. La activista agrega que del total de los damnificados un 48 por ciento madres solteras.

En tanto, la damnificada plantea que como organización piden que las autoridades reconozcan la gravedad de la afectación, que restablezcan las mesas de diálogo que suspendieron desde febrero pasado y que no discriminen en sus censos con estudios socioeconómicos que no ofrecen un diagnóstico real del daño que dejó el temblor.

VIVIR CON LA GRIETA

“Tenemos que aprender a vivir con la grieta”, dice también Elías Aguilón, otro vecino de la Planta.

La opción para este colono es que deben de aprender a sobrellevar las fracturas del terreno y de la extracción de agua porque de lo contrario se tendría que hacer una evacuación masiva, en lo que no estaría de acuerdo porque afirma que no quiere dejar el lugar donde creció y donde formó su patrimonio.

“Yo no veo dónde sería un buen lugar para unificarnos. Al menos no en nuestras condiciones porque, ¿a dónde nos podrían mandar? ¿A campamentos como ese?”, pregunta.

El vecino dice que las grietas en la zona han existido por mucho años. El hombre reconoce que existe el riesgo de más fracturas o más daño con otro sismo, pero afirma que no puede vivir de manera negativa a la espera de otra tragedia.

“No pero no vamos a perder el tiempo esperando otro sismo, no podemos estar esperando, yo creo que hay que vivir bien, sin temor”, considera el colono.

Elias afirmó que la mayoría de los vecinos está a la espera de estudios que les confirmen si es factible la reconstrucción; sin embargo, hay un grupo de habitantes –como él– que no quieren esperar y no quieren dejar sus casas aunque tengas algunos daños.

“Lo que nosotros podemos hacer es acomodarnos lo mejor que podamos, lo demás pues es lo que le corresponde a Gobierno, porque perder la casa, que es un patrimonio, es duro. Y yo te lo aseguro que el Gobierno no quiere acomodarnos en ningún lugar más que en campamentos”, afirma.

http://www.sinembargo.mx/25-03-2018/3400233

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