- Cada seis años la vida se inventa
Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- Uno. El político más encantador
La vida pública en Veracruz es fascinante, como en todos los pueblos. Y si cada 6 años la vida se renueva, con nuevas caras y nuevos estilos personales de ejercer el poder y gobernar, entonces, nadie puede aburrirse.
Se llega, incluso, a la nostalgia. Y la nostalgia desde el hedonismo hasta las buenas conciencias.
Por ejemplo, algunas de las historias deslumbrantes para leerse este fin de semana.
Miguel Alemán Valdés, el gobernador jarocho y presidente de la república, fue considerado el político más simpático y encantador del país.
Pero al mismo tiempo, y de acuerdo con los historiadores, el jefe máximo de la generación más corrupta, por encima de Abelardo L. Rodríguez, a quien Plutarco Elías Calles encumbrara como jefe de Los Pinos, con todo y su fama de lenón en la frontera norte.
Adolfo Ruiz Cortines entró a la historia como el presidente más austero y honesto.
Antonio López de Santa Anna, tres veces gobernador y once presidente, nacido en Xalapa, y quien declarara heroína nacional a una de sus piernas perdida en el campo de batalla, fue más famoso porque era un gallero que jugaba cartas y porque era “un padrote”.
En el carril político quedó la fama de que Agustín Acosta Lagunes ganó la gubernatura porque a cada ratito llevaba gordas, picadas, mariscos y café de “La Parroquia” a Alicia, hermana de José López Portillo, el presidente que asestara “el dedazo” a su favor para ocupar la silla embrujada del palacio de Xalapa.
Dos. La nostalgia de un antro
El prostíbulo más famoso de norte a sur y de este a oeste de Veracruz estaba en el puerto jarocho y se llamaba “La escondida”, en donde unas doscientas mujeres, la mayor de unos 25 años, modelos, barbies, reinis, ladies, andaban sólo con ropa interior en el gigantesco salón de baile provocando, como dice el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, a los pobrecitos hombres fieles y leales a sus esposas.
Cada fin de semana, los hermanos Caracas, famosos porque eran unos fajadores de cantina y unos peleadores callejeros, llegaban a “La escondida” protegidos por sus sicarios, y entraban como búfalos al prostíbulo y se llevaban a las chicas que les gustaban.
Y sin pagar el derecho de piso ni a ellas.
Además, disparando a diestra y siniestra para sembrar el terror y el horror, en tanto los clientes se tiraban al piso temerosos de una bala perdida.
Un día llegó un marino estadunidense y pidió una botella de Presidente. Y de su cartera sacó la foto de Jacqueline Kennedy, de la que estaba loca y estrafalariamente enamorado, y la puso en la mesa.
Y cuando iba a la mitad de la botella de licor sacó la pistola y mirando por última vez la foto de la amada se pegó un tiro.
Fernando López Arias gobernaba Veracruz y Mario Vargas Saldaña era presidente municipal del puerto jarocho.
Y los dos aprovecharon la tragedia de amor… para cerrar “La escondida”.
Desde entonces, los corazones estamos de luto, porque el antro parecía el paraíso de Hugo Hefner con sus conejitas.
Y, bueno, ni “El patio” ni “La Casa de “Jovita” ni tampoco “La casa de Margarita”, antros de aquellos tiempos, le miraban el polvo a “La escondida”.
Tres. El político más honesto del país
El general Lázaro Cárdenas del Río fue nombrado jefe de la zona militar de La Huasteca, con sede en Poza Rica.
Entonces, los representantes de las compañías petroleras de Estados Unidos lo visitaron y le pusieron en el escritorio un cheque en blanco para seguir usufructuando el petróleo mexicano con toda la tranquilidad del mundo, y como hasta entonces se acostumbraba.
Cárdenas les dijo:
“Ustedes, señores, se han equivocado conmigo”.
Luego, agarró el cheque en blanco y lo rompió y les entregó los pedacitos.
Entonces, se puso de pie y ordenó a los soldados que los sacaran de la zona militar.
La historia fue en Poza Rica, allí donde el 4 de junio, el partido de AMLO, MORENA, ganó la presidencia municipal y en donde el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares advirtiera a los carteles y cartelitos de Veracruz que él sí tiene pantalones e irá por ellos, allí mismo donde Javier Duarte profetizara que “vendrían tiempos peores”.
Tan peores que ahora está en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, el pobrecito, “mordiéndose uno y el otro” y lo que significa que su umbral del dolor es más fuerte que el de Joaquín “El chapo” Guzmán que preso en una cárcel de Nueva York a cada rato se queja de que está triste.
Cuatro. La hora nocturna de Agustín Lara
Además de “La Casita Blanca” de “La gaviota” de Los Pinos, en Veracruz está “La Casita Blanca” de Agustín Lara, convertida en museo al músico-poeta.
En su “Casita Blanca”, Agustín Lara solía esperar a sus invitados a una comelitona en la puerta de su casa con unas botellas de whisky y de cognac (según el gusto personal), conscientes todos de que en el transcurso de la reunión amical cada uno debía tomarse la botella completita… que para eso eran.
Pero… cuando Agustín Lara llegaba de reposo con María Félix, su pareja en turno, se hospedaban en el hotel Mocambo en una suite donde tenían hasta un piano para que “en la noche tibia y callada de Veracruz”, como preludio para hacer el amor, el poeta le tocara y cantara “María Bonita”.
Muchos años después, en el hotel Mocambo promocionaban la suite de María Félix y Agustín Lara… para los enamorados.
Y a un ladito del hotel estaba la casa de ensueño donde vivía Pepe Guízar, el cantor de México.
Y más adelantito, en Antón Lizardo, vivió Chabela Vargas, en una casita que Miguel Alemán Velasco le regalara a la orilla del Golfo de México en medio de palmeras… a nombre de Veracruz.
En aquel tiempo, cada noche Veracruz quedaba paralizado con la hora nocturna de Agustín Lara transmitida en la XEU.
Cinco. Jack London en Veracruz
Grandes tiempos aquellos.
El legendario reportero y novelista, Jack London, el maestro de Ernest Hemingway, escribiendo la crónica de la invasión norteamericana a Veracruz.
Y cada tarde, emborrachándose en Los Portales con una trabajadora sexual a un lado y a quien luego llevaba al hotel Diligencias, donde se hospedaba, pues era igualito que Omar Cabezas, el guerrillero de Salvador y poeta, quien escribía sus poemas en dos tiempos:
Si escribía antes de hacer el amor, los poemas eran violentos, intensos y volcánicos.
Si escribía después de hacer el amor, los poemas estaban llenos de ternura en lo que el terapeuta sexual denomina “el reposo del guerrero”.
Seis. La pobreza como cárcel
Con todo queda clara una realidad avasallante:
Seis de cada 10 habitantes de Veracruz viven encarcelados en la pobreza, la miseria, el desempleo, el subempleo y los salarios de hambre.
Además, medio millón de personas sólo hacen dos comidas al día, pues viven exageradamente jodidos.
La desigualdad social y económica y laboral y cultural se calibra de la siguiente manera:
En un Veracruz rico y pródigo en recursos naturales, y en donde doscientas familias son dueñas del 60 por ciento de la riqueza, los pobres comen fritangas para llenarse y “los ricos comen frutas y verduras y carnes para mantenerse flacos y saludables” (Martín Caparrós, “El Interior”).
Por fortuna, lo único sagrado en el territorio jarocho son Los Portales, el fútbol y Luis “Pirata” Fuentes, el mayor futbolista en la historia del Golfo de México, cuya estatura deportiva nunca alcanzó el beisbolista de Paso de Ovejas, Celso Contreras, “El rápido de Cantarranas”, porque apenas, apenitas, conociera la gloria en el estadio, le entró duro y tupido, primero, al licor, y luego enseguida, a las mujeres.
Y entre alcohol y mujeres se fue consumiendo poco a poco hasta el extermino de sus facultades físicas, pues, ni hablar, el éxito lo descarriló.
Siete. Tiempo del horror y el terror
Momentos claves en la historia de Veracruz:
- En la versión del secretario de Seguridad Pública, Jaime Téllez Marié, los carteles que dominan el territorio local son los siguientes: Cartel de Sinaloa, Cartel Jalisco Nueva Generación, los Zetas y los 35 Zetas.
- Carteles en Veracruz: Jalisco Nueva General, los Zetas y los Mata-Zetas.
2005: los Zetas.
1998 y 1993: Cartel de José Albino Quintero Meraz.
1991 y 1987: “La Sonora Matancera”, integrada por caciques regionales y que fueron liquidados en los primeros 40 días de Fernando Gutiérrez Barrios como gobernador de 2 años.
1973: El cartel apodado “La mano negra”, que con sede en Alto Lucero, la tierra de “Paquita la del barrio” (aquella de “Rata de dos patas”) era comandada por Manuel Parra y asesinara al gobernador electo de Veracruz, Manlio Fabio Altamirano, en el Café Tacuba de la Ciudad de México y diera paso para que Miguel Alemán Valdés se convirtiera en jefe del Poder Ejecutivo Estatal.
1877: Luis Mier y Terán, Veracruz fue asolado por el cartel del “Santanón”, un vecino de Acayucan a quien un militar secuestro y violó a su esposa indígena bellísima, ultra contra súper bellísima, y en respuesta se volvió un delincuente.
1833 a 1847: Antonio López de Santa Anna, once veces presidente de la república, tres veces gobernador de Veracruz (1829 a 1830), las carreteras de la tierra jarocha fueron asoladas por una banda de facinerosos y que luego crecieran hasta dominar el país. Sus armas las escondían en una bodega de palacio nacional. El jefe del cartel era uno de los escoltas de Santa Anna. Fueron descubiertos y ni modo, al señor presidente sólo le quedó entregarlo. Fue ejecutado en el terreno de la Ciudad de México donde años después sería levantado el Monumento a la Revolución.
Ocho. Políticos que “barrieron para atrás”
Gobernadores en la historia local que han “barrido para atrás”, dícese de los políticos que encarcelaron a funcionarios antecesores en el mando:
Miguel Ángel Yunes Linares: al momento lleva once políticos en el penal de Pacho Viejo.
Patricio Chirinos Calero, 1992/98: encarceló a tres, a saber, Dante Delgado Rannauro, Gerardo Poo Ulibarri y Porfirio Serrano Amador.
Dante Delgado Rannauro, 1988/92: encarceló a uno, David Varona Fuentes, director de Tránsito con Fernando Gutiérrez Barrios.
Agustín Acosta Lagunes, 1980/86: encarceló a uno, José Luis Lobato Campos, QEPD, director del Instituto de Pensiones con Rafael Hernández Ochoa.
El gobernador más sangriento fue Luis Mier y Terán, 1877/1880, a quien Porfirio Díaz Mori ordenó “¡Matar en caliente!” a nueve jarochos que se habían sublevado a una reelección más del dictador.
Los ordenó a matar para “luego averiguar” si era cierto.
El escritor Salvador Díaz Mirón era su amigo, y no obstante, indignado con la matanza, lo retó a un duelo y que el gobernador, quien también era comandante de la Zona Militar, nunca aceptó.
Años después, Díaz Mirón, a quien la gloria francesa, Víctor Hugo, admiraba, se convirtió en un empleado del general Victoriano Huerta, el asesino de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez.
Nueve. Agravios de Porfirio Díaz
Porfirio Díaz también agravió a Veracruz.
A: La orden de “¡Matar en caliente!” a nueve ciudadanos por el único delito de oponerse a una nueva reelección.
B: La masacre de los obreros de Río Blanco un 7 de enero, un día después del “Día de reyes”.
Los militares treparon los cientos de cadáveres en los vagones del ferrocarril y los trasladaron al Castillo de San Juan de Ulúa.
Y en Ulúa, los militares asignados los subieron a un barco y los tiraron en el Golfo de México.
C: El castillo de San Juan de Ulúa, su prisión particular, y en donde encarcelara a sus opositores Benito Juárez García y Melchor Ocampo, y después, tan campante, los exiliara a Cuba el primero y a Estados Unidos el segundo.
Pero en donde también refundiera a los reporteros incómodos.
Para su fortuna hay en Veracruz un presidente municipal que lo admira y adora. Es Juan Manuel Díaz Diez, de Orizaba, quien le levantara una estatua y se llenara de gloria el día de muertos de este año disfrazado de Drácula (otros dicen que de simple calavera) y desfilara en las calles y avenidas, soñando con la candidatura priista a gobernador (¡vaya locura!) y/o al Senado como lo convencieron “los tomadores de pelo”, Érick Alejandro Lagos Hernández y Jorge Alejandro Carvallo Delfín.
Diez. Amigos de los poderosos
En la cultura priista siempre han alardeado que Veracruz fue refugio presidencial de Benito Juárez y Venustiano Carranza.
¡Alto!
Juárez, en efecto, estableció aquí los poderes federales, pero porque era cuate, cuatísimo, de Manuel Gutiérrez Zamora, dos veces gobernador, primer mandato, en 1857, y segundo mandato, de 1857 a 1861, y líder máximo de los liberales de la Reforma en el territorio jarocho.
Y Carranza, porque el general Cándido Aguilar Vargas era su yerno cuando era jefe del Poder Ejecutivo Estatal de los años 1913 a 1920.
Es decir, y por encima de todo, la relación amical, cariñosa, afectiva y pasional.
Otra cosita es que Agustín Lara, Pepe Guízar y Chavela Vargas decidieran vivir aquí y sentirse más jarochos que Luis “Pirata” de la Fuente, “El Pirata” Lorencillo y hasta “Chuco el roto”, todo, porque estuvo preso en el castillo de San Juan de Ulúa, de donde escapó según cuenta la leyenda urbana.
Once. Jarocho ilustres
De paso, hay jarochos ilustres, sin quienes la historia sería inexplicable:
A: José Pérez de León. Reportero y cronista. Pero más aún, el gran bufón que fuera de don Pepe Lajud, uno de los primeros dueños del club Tiburones Rojos.
En aquel entonces, los escualos fueron en periplo futbolero a Europa. En Londres, de pronto, una persona entró al estadio cargando la bandera de México. Y dio vuelta al gimnasio. Era Pérez de León, apodado “El popocha”.
B: “El Cara de Pollo”. De nombre Carlos con apellido italiano, Turuncio parece. Fue bufón del gobernador Rafael Murillo Vidal. Y cada vez que el góber estaba triste o irritado, las escoltas, y hasta los secretarios del gabinete legal, ponían el helicóptero oficial para trasladarlo del puerto jarocho a Xalapa.
Y con sus rollos, cuentos colorados y mentiras lo hacía reír.
C: La profe María de la Paz Delfín. Cuando Javier Duarte tenía 3, 4 años de edad, su señora madre lo llevó a una alberca que estaba en la Unidad Deportiva frente al ADO, en la avenida Díaz Mirón, y en donde la maestra estaba con sus hijos.
En un descuido, el niño Javier Duarte se estaba ahogando y María de la Paz lo salvó.
Mucho, demasiado habría ahorrado a Veracruz (y al PRI la vergüenza nacional) si la profe hubiera cruzado de brazos…
D: Juan Barquett Fitta. El odontólogo que fuera dentista de don Adolfo Ruiz Cortines ya ex presidente fue operador priista en el puerto de Veracruz en el tiempo de Miguel Ángel Yunes Linares, secretario General de Gobierno y presidente del CDE del PRI.
En una elección municipal dijo al mundo:
“Si pierdo la elección… me voy de farero a la Isla de Sacrificios”.
Perdió. Pero nunca se fue de farero. Terminó como carcelero en las Islas Marías.
E: Gustavo Sousa Escamilla. Es único mortal en el Golfo de México que derrotó al cáncer, aun cuando otros dirían que primero fue el ex panista Gerardo Buganza Salmerón.
F: En el café de La Parroquia, 207 años, la vida ha juntado y rejuntado a dos ex reyes feos del carnaval: Marmiko y Nacho Gómez.
Ambos tienen un noticiero por Internet que transmiten a primera hora de la mañana.
En el café, los clientes llaman a Nacho Gómez “el Joaquín López Dóriga de los 207 años”.
Por cierto, el priista Mario Tejeda Tejeda, líder político de “Los Viagras”, cuenta que un fin de semana llegó al bar de un hotel y se topó con Nacho Gómez libando con un montón de amigas, todas barbies.
Incendiado y encendido por la noche, Mario Tejeda le preguntó qué onda:
–¿De a cómo, Nacho?
–5 mil pesos.
–Caray, Nacho, por 5 mil pesos me fleto yo, contestó “El Viagra”.
Doce. El líder de cortesanas
En el siglo de Ricardo Flores Magón, siglo de Porfirio Díaz Mori, el personaje más fascinante de Veracruz fue Herón Proal, el gran líder del movimiento inquilinario que iniciado en el puerto jarocho trascendió en la geografía nacional.
Su mística era congelar las rentas en los patios de vecindad, cuyos propietarios, calificados como terratenientes urbanos, a cada rato aumentaban la renta sin que ninguna autoridad los frenara.
Socialista, comunista, anárquico, Herón Proal era sastre y desde luego, vivía en un patio de vecindad, donde también habitaban un número incalculable de trabajadoras sexuales que vendían sus servicios corpóreos en los cuartos miserables de los patios.
Entonces, el presidente municipal acató la orden del gobernador y lo encarcelaron.
Y las cortesanas se adueñaron de las calles y avenidas en protesta hasta plantarse, con los vecinos y los vecinos, ante el penal de Allende.
Y fue liberado.
Luego, Proal convocó a una gran resistencia pacífica, y fue tan pacífica que las mesalinas sacaron los colchones de sus camas y les prendieron fuego en la vía pública y así presionaron al gobernador y al presidente municipal para el diálogo y los acuerdos.
Trece. Amores prohibidos
Si Agustín Lara descubrió que en Veracruz las noches “son tibias y calladas”, también ha sido, y es, el paraíso de amores prohibidos, secretos y fascinantes.
Un caso. El amor secreto de Agustín Lara era Toña la negra según contó Guadalupe Loaeza en su columna dominical del periódico Reforma.
Otro caso. El amor secreto del gobernador Antonio López de Santana Anna, entonces menor de treinta años de edad, fue, primero, la hermana de 60 años de edad del emperador Agustín de Iturbide, y después, una chica de 14 años, originaria de Alvarado, hija de un comerciante español, y la quien, trascendido el amor, se casó.
Otro caso. En la V Reunión de la República en el sexenio de José López Portillo, efectuada en el castillo de San Juan de Ulúa, JOLOPO se desbordó en halagos por la doctora Rosa Luz Alegría, considerada un monumento nacional.
Otro caso. Moctezuma II envió de regalo veinte doncellas a Hernán Cortés, quien cuando desembarcara en las playas de Chalchihuecan, venía enfermo de sífilis que era, digamos, el SIDA del siglo XIV.
Cortés quedó prendado de la Malinche, pero ni modo, se aguantó las vanas porque los dolores eran terroríficos y se la asignó a dos generales y en silencio multiplicó su deseo y amor por ella.
Y cuando las tropas españolas llegaran a la vieja Tenochtitlán, Hernán Cortés fue sanado por los curanderos de Moctezuma II y consumó su deseo.
Además, la seguía necesitando porque la Malinche hablaba varios idiomas y era una gran cabildera y negociadora política.
Cortés se embarcó en la conquista de México porque era muy faldero y un marido ofendido lo descubrió una madrugada en la cama con su esposa y lo correteó y Cortés huyó de tejado en tejado y se refugió en uno de los barcos que alistaban para la expedición.
En sus aventuras eróticas le pegaron la sífilis.
Catorce. Estilos sexenales
El siguiente es, sería, el recuento de los 6 años del estilo personal de ejercer el poder de algunos ex gobernadores de Veracruz:
Javier Duarte. Presidiario.
Fidel Herrera Beltrán. Denostado por su ex amigo, el Yunes azul.
Miguel Alemán Velasco. Enriquecido. El Dorian Grey del país. El cachorrito de la revolución.
Patricio Chirinos Calero. “El respeto al sexenio ajeno es la paz”.
Dante Delgado. Sigue tirando a la luna.
Fernando Gutiérrez Barrios. El policía político. El político policía.
Agustín Acosta Lagunes. “La violencia es inevitable, ni modo”. Y arriba “La Sonora Matancera”.
Rafael Hernández Ochoa. El galán ranchero, aun cuando Antonio López de Santa Anna era padrote y gallero de vocación.
Rafael Murillo Vida. El dormilón.
Fernando López Arias. El gigante que electrizaba con la mirada.
Quince. “El tlacuache” filosófico
El inmortal tuxpeño, César “El tlacuache” Garizueta, resumió en nueve palabras la filosofía burocrática del mundo:
“Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.
Pero más aún:
Fue un político congruente, honesto, íntegro, digamos, pues cuando en un sexenio quedó sin chamba por más y más que tocara puertas, entonces, leal a sus principios, se pegó un tiro.