Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- UNO. Morir en la raya
Según parece, a los priista les queda un solo camino como es morir en la raya.
Incluso, el candidato a Los Pinos ya marcó la pauta. Luchemos, dijo, hasta la muerte.
Se ignora, claro, el significado de la frase de José Antonio Meade con eso de “luchar hasta la muerte”.
Pero más allá del significado literal de las palabras y las frases, y por más que Meade diga ahora que “los comicios no se ganan con encuestas”, todos los vientos son, por ahora, huracanados para el tricolor y sus candidatos.
Por eso, la gran encrucijada:
A: Las elites que tantos beneficios han recibido del tricolor se mantienen firmes en su militancia o se bajan de su Titanic antes de desaparecer.
B: Siguen luchando confiando en la resurrección política, o de plano, se retiran de la vida pública.
C: Demuestran la casta hasta el último momento o se doblegan ante la yunicidad o AMLO.
D: Copian a José Vasconcelos que cuando derrotado como candidato presidencial opositor al sistema huyó del país y dejó “colgados de la brocha a sus fans”, entre ellos, a los jóvenes Adolfo López Mateos y Alejandro Gómez Arias, el gran líder estudiantil de la autonomía de la UNAM, o copian a Francisco Ignacio Madero y enfrentan a la oposición para ver si pueden quedarse con una parte de las canicas.
DOS. Derrota anunciada
El reporte priista es desalentador por todos lados.
En el carril electoral está la derrota mil veces anunciada en Veracruz de la gubernatura, las diputaciones federales y locales, la senaduría y la presidencia de la república.
Incluso, los profetas audaces y temerarios apuestan veinte y las malas a que AMLO ya ganó Los Pinos en la tierra jarocha y Miguel Ángel Yunes Márquez la gubernatura.
También aseguran que Cuitláhuac García escalará con una buena votación, pero insuficiente para quedarse con la silla embrujada del palacio.
Así, las cúpulas tricolores han llegado, primero, al derrotismo, y después, a la desesperación, latigueados por una realidad avasallante, la más canija, como es otra vez desempleados durante los próximos seis años.
Lo más grave es que hasta en el “Cuarto de guerra” del CDE del PRI hay caras desalentadas, pues por ningún lado hallan unas muletas para seguir caminando en el surco electoral.
Nadie duda, por ejemplo, que Pepe Yunes Zorrilla es el mejor candidato en honestidad, experiencia, prudencia y madurez, pero al mismo tiempo, el partido político al que pertenece está marcado por el duartazgo.
TRES. Monarquía y anarquía
El once de mayo, el presidente del CDE del PRI, Américo Zúñiga Martínez, se reunió con la militancia jarocha.
Entre otras cositas, cacareó el nuevo apodo adjudicado al candidato del PAN, PRD y MC, como es “El chiquicandidato” cuando antes era “El chiquis”.
También dijo que Veracruz oscila en medio de dos fuegos cruzados. Uno, la monarquía de los Yunes azules, y dos, la anarquía de AMLO y Cuitláhuac García.
Entonces, aseguró, ¡vaya descubrimiento!, que es la hora de explicar a la población quién es Pepe Yunes Zorilla, a quien casi casi describió con sus atributos y cualidades como la octava maravilla del mundo.
Ok.
Sólo que al momento ya pasaron los 40 días de precampaña y las 6, 7, 8 semanas del limbo electoral y dieciséis días de la campaña formal y apenas, apenitas, se están deteniendo en un punto neurálgico como es la honestidad y la experiencia del candidato priista al trono imperial y faraónico.
Simple y llanamente, una reacción demasiado tardía.
Y tardía, porque según las encuestas publicadas en los medios (las encuestas, flor de un día) el panista va en primer lugar, el pejista en segundo y el priista en tercero.
Los priistas, entonces, han dejado pasar mucho, demasiado, excesivo tiempo en la milonga, sin actuar con estrategia y firmeza.
Ya sólo falta que así como en el carril político nacional han manejado que Meade decline por Ricardo Anaya, también en Veracruz se repita el modelito.
CUATRO. Priistas en el limbo
Nadie conoce, por ejemplo, el trabajo (y el resultado) concreto y específico del delegado del CEN del PRI en Veracruz, con un pie, o los dos, quizá, en su candidatura pluri al Congreso federal.
Nada se sabe en el terreno de la operación electoral del vocero del candidato priista, Eduardo de la Torre Jaramillo.
Nada se conoce de los miembros del llamado “Cuarto de guerra” del candidato, digamos, en el zurcido electoral, más allá de la comentocracia.
Se ignora si los candidatos a diputados federales tengan a Pepe Yunes en su discurso cacareando sus atributos y cualidades, pero todo indica que ellos sólo empujan la carreta para ver si pueden salvarse.
Nadie conoce la operación electoral, por ejemplo, de la secretaria General del CDE, Lilian Zepahua.
Tampoco se sabe que los pocos, escasísimos presidentes municipales del PRI (unos treinta y nueve) estén zurciendo el tejido electoral a favor de Pepe.
Por eso quizá, y entre otras cositas, Yunes Zorrilla tenga problemas para transmitir emociones y sensaciones en la población electoral.
CINCO. Aprender a ser opositores
Las elites rojas se regodean entre ellas mismas y han terminado por escucharse entre sí, de espaldas a la realidad avasallante.
El trío de derrotas consecutivas en menos de un año (gubernatura, mayoría en el Congreso local y 173 alcaldías) produjo choque brutal en sus neuronas y todavía andan desperdigados, a tientas y locas, aprendiendo, digamos, a ser oposición.
Y lo peor, apostando a que una cosita son las encuestas y otra el día de las urnas, y sin aterrizar una estrategia que mueva y estremezca la conciencia social.
Y más, cuando la marca tricolor está noqueada en el centro del ring, de tal forma que ahora se afirma que el gobernador Yunes, “trepado en los cuernos de la luna” con el primogénito ha tenido misericordia de Javier Duarte y los suyos y “cancelará la vía penal por devolución de residencias en Texas”. (La Jornada Veracruz)
Incluso, tanta generosidad yunista ha llevado a decir que habría “un posible acuerdo” para salvarlos de la prisión.
Después de la guillotina yunista, el perdón, tal cual como lo preconiza AMLO con su república amorosa.
Y los priistas, recogiendo los desechos en el surco electoral.