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Mucho dolor y sufrimiento en Veracruz; un año cargando la cruz

El Piñero

  • Búsqueda frenética de los hijos

Barandal

Luis Velázquez

Veracruz.- ESCALERAS: Hace trece meses, el Solecito entró por vez primera al terreno anexo al fraccionamiento “Colinas de Santa Fe” en el puerto jarocho. Una persona anónima les había dado el plano para llegar a las fosas clandestinas.

Y desde entonces, resucitaron a la vida soñando, claro, con encontrar los restos de sus hijos desaparecidos. Pero al mismo tiempo, deseando que ninguno de ellos estuviera allí, sepultado en la fosa privada de los carteles.

Llenos de esperanza acaban de cumplir un año rastreando pistas. Incluso, ya llevaron al sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra a una misa y a una ofrenda floral, digamos, por los muertos.

El 27 de julio, la familia Figueroa Bonastre recibió una noticia, infausta, pero lucecita al fin, para, digamos, cumplir el ritual de su fe y dar cristiana sepultura al hijo secuestrado. Arturo Figueroa Bonastre, desaparecido el primero de diciembre del año 2012.

Es decir, durante cinco años nunca, jamás, se cansaron de buscarlo vivo o muerto.

“¿Por qué existe tanta maldad?” se ha preguntado su señora madre, doña Basilia Bonastre Contreras.

Pero es, como dice la señora Rosalía Castro Toss, “tener un poco de paz… para siquiera saber dónde está mi hijo?” (La Jornada, Roxana Aguirre).

Lo dice así la vocera del Solecito, la señora Lucía Díaz Genao, quien también busca a su hijo:

“Ha sido un año de trabajo y esfuerzo. De muchísimo sacrificio hecho con todo el amor del mundo. Un trabajo colosal de madres extraordinarias, porque se ha demostrado que podemos nosotras cuando las autoridades no pueden”.

Ellas, por ejemplo, y ante el desdén y el pitorreo oficial, pusieron un puesto de antojitos en el carnaval jarocho y en la Semana Santa en la playa y los vendieron para avenirse de recursos básicos con que seguir buscando a sus hijos.

Y más, cuando unas son las fosas clandestinas de “Colinas de Santa Fe”, y otra la realidad avasallante que les late y perturba, como es que en la laguna del mismo fraccionamiento, los malandros en alianza con los cuerpos policiacos, hayan arrojados los restos de sus hijos.

Con todo, “cada hallazgo de un familiar es una esperanza”.

Por eso, todas ellas, el Solecito en su conjunto, como los otros Colectivos, son invencibles e indestructibles.

 

PASAMANOS: La vocera del Solecito lo expresa con firmeza:

Las desapariciones, los homicidios y las ejecuciones continúan en Veracruz.

Así, a sus muertos, digamos, del tiempo sombrío, siniestro y sórdido del duartazgo, se están añadiendo los desaparecidos, los secuestrados y los muertos del gobierno azul, aquel que en el mes de diciembre del año anterior les entregara la medallita “Adolfo Ruiz Cortines” en el palacio de la LXIV Legislatura, quizá, acaso, como un apapacho, pues nueve meses después está visto que una cosita es la palabra oficial, y otra el diplomita y otra la tarea cumplida.

Y no obstante, resulta admirable y heroico, respetable, que las madres del Solecito sigan cargando la pesada cruz, más que camino a Damasco, que sería una revelación, camino al Gólgota, que significa la crucifixión.

Y cuando ellas saben, mejor dicho, huelen y olfatean, que los vientos son en contra, porque sus desaparecidos son los desaparecidos incómodos para el gobierno, entre ellas mismas se alientan para seguir empujando la carreta.

En ningún momento anida en ellas el resentimiento, el odio y la venganza en contra de la autoridad.

Por el contrario, la única lámpara votiva que les lleva a levantarse cada día y a seguir rastreando pistas son sus hijos secuestrados en la noche más sórdida, más larga y más extensa de Veracruz que fue casi un sexenio y que todavía se perpetúa.

 

CASCAJO: Cada una de las madres con hijos desaparecidos es una historia. Dura, terrible, que a nadie se desea. Lo dice la señora Díaz Genao: “Nosotros como víctimas lo menos que deseamos es ver que otras familias caigan” en la misma pesadilla.

Y como en Veracruz nadie a está salvo, y nadie puede cantar victoria de que ya la libró, y más cuando los secuestros y asesinatos continúan imparables, y más con los secuestros exprés, incluso, por la vía telefónica, entonces, el trabajo de los Colectivos resulta cien por ciento admirable, de tal forma que sólo resta la solidaridad humana.

Y más, mucho más, la comprensión con hechos y resultados de la autoridad, desde el gobernador hasta el Fiscal, desde los diputados locales hasta los federales, desde el Senado de la República hasta los obispos y el arzobispo.

Se escribiría, entonces, que lo más importante en Veracruz, la agenda pública pendiente de cumplir por encima de cualquier pasión y tentación política, es garantizar la tranquilidad pública en el paraíso perdido que somos.

Y al mismo tiempo, toda la fortaleza social, moral, política, jurídica y económica del Estado para la búsqueda de los desaparecidos.

El duartazgo agravió con demasía y exceso a los Colectivos, integrados por las madres de los hijos levantados para que ahora, la historia truculenta se esté repitiendo.

Hay mucho sufrimiento y dolor para seguir cargando la cruz camino al Gólgota con vientos huracanados en contra.

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