Luis Velázquez /Escenarios
29 de julio de 2019
UNO. La mujer policía
En Atoyac fue asesinada una mujer policía. Con
saña y barbarie, la peor atrocidad de la vida. Primero, secuestrada.
Segundo, cuatro días después apareció muerta. Tercero, su cadáver, flotando en
el río Atoyac, a la altura del poblado Potrero Nuevo, allí mismo donde en el
duartazgo una chica de 17 años fue plagiada y su cadáver apareció una semana
después tirado a un lado de la comandancia policiaca, sin ojos, porque, dijeron
siempre, los zopilotes se los habían comido.
Se llamaba Guadalupe Peña Juárez. 44 años de
edad. Vivía en la comunidad Ojo Chico, municipio de Amatlán de los Reyes, la
sede, por cierto, de “Las Patronas”.
La mujer policía era, además, asesora de la
policía municipal de Amatlán. Impartía cursos de capacitación a los
uniformados.
Según las versiones fue interceptada por unos
desconocidos en un camino de terracería. En cuatro días secuestrada, muchas
cosas habrían sucedido, las peores.
Al momento, contabiliza el reportero Antonio
Osorio, van dieciséis policías asesinados en la era de MORENA en el palacio de
gobierno de Xalapa, entre ellas tres mujeres.
Nadie, pues, está a salvo. 13 políticos y
líderes partidistas, ejecutados, por ejemplo. 140 mujeres asesinadas. 44
menores de edad. El peor mundo en el peor momento de Veracruz.
DOS. 4
hijos huérfanos
El cuerpo de Guadalupe Peña asesinado a
puñaladas. Una tras otra en un festín de la muerte. La perversidad total.
Huellas de violencia sexual.
La mujer policía dejó cuatro hijos huérfanos.
Dos mayores de edad, dos menores.
Hija única, era hija de una familia de
campesinos. Vivían de cortar caña y café.
Casó a los veinte años. Años después, quedo huérfana
de madre y madre. Después, se divorció. Y como la vida es muy canija, atrapada
entre la espada y la espada del desempleo, el subempleo, los salarios de hambre
y 4 hijos a mantener, se metió de policía.
A veces, acuartelada. De guardia. Cubriendo ausencias
de un compañero para ganar unos centavitos más.
El jueves 18 fue levantada. Días dolorosos, pues
organizaba el cabo de año de la muerte de su madre a efectuarse el día
siguiente.
La muerte la esperaba, encarnada en unos
malandros desconocidos.
En el camino topó con ellos. Y se la llevaron.
TRES.
Chorrea sangre Veracruz
En la lista negra de los policías asesinados hay
policías rasos y comandantes. Unos, ejecutados en un bar. Otros emboscados.
Otros asesinados a balazos. Otros tirados los cadáveres en un camino vecinal.
Otros en un fuego cruzado. Otros asesinados en su vivienda. Uno, asesinado en
su propio automóvil mientras esperaba a su esposa e hijo,
Veracruz chorrea sangre. Y el paisaje urbano,
suburbano y rural también está lleno de policías asesinados.