- Los asesinos intelectuales
Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- ESCALERAS: Javier Duarte, vía Érick Lagos, encumbró a Namiko Matzumoto Benítez. Le dio poder. Le dio presupuesto. Le dio vigencia. La sacó del anonimato del salón de clases y la paseó con todo en el carril político.
Entonces, Namiko fue leal y fiel a Duarte. Y más, a los duartistas, entre ellos, a Arturo Bermúdez Zurita, a quien como secretario de Seguridad Pública (“¡Pinches medios!”) lo arropó y defendió cuando, por ejemplo, advirtiera a un fotógrafo que debía estar en la cárcel por tomar las fotos de los guardias comunitarios de los Llanos de Sotavento.
Ahora, igual que otros (Lorenzo Antonio Portilla Vázquez, Vicente Benítez, Érick Lagos, Adolfo Mota, Jorge Carvallo, Mauricio Audirac, Gina Domínguez, etcétera), la Namiko mudó de piel.
Y del incienso que tiraba a Duarte y los duartistas, se ha lanzado a la yugular de todos ellos. Lo dijo así:
“El gobierno de Javier Duarte sólo simuló indagar desapariciones forzadas”.
¡Caray!, Judas traicionó a Jesús y san Pedro lo negó. Judas se arrepintió y se ahorcó de un árbol en el ranchito que comprara con las treinta monedas, y san Pedro se puso a rezar para merecer el perdón.
Diez meses y siete días después del duartazgo, la Namiko se quitó aquella máscara y se ha puesto otra.
Se ignora si la escafandra de la yunicidad, pues como decía Fernando Gutiérrez Barrios, profundo conocedor de la naturaleza humana, “quien traiciona una vez… traiciona siempre”.
Se ignora si porque de pronto, igual que san Pablo camino a Damasco, descubrió que, en efecto, en el sexenio anterior ejercieron el poder con saña, atrocidad, crueldad y barbarie.
Duarte la elevó a la altura política. Presidenta de la Comisión Estatal de Protección a Periodistas, donde fue pura simulación. Y presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, donde guardó silencio varios, muchos meses, en tanto Veracruz era desangrado por la alianza de políticos, policías y malosos.
Así, muchos meses después del silencio descubrió que ejerció el poder con Luzbel como jefe máximo.
Bien dice el adagio bíblico, “de los arrepentidos se vale Dios”, el Dios que perdonó a la trabajadora sexual más famosa de la historia como fue María Magdalena.
PASAMANOS: Con su catilinaria, la Namiko entrará “al reino de los cielos”.
Además, madrazo polisémico, sería redimida por la yunicidad, toda vez que abonó el descrédito total y absoluto de Duarte y los duartistas de Seguridad Pública y la Fiscalía, pues los derechos humanos son “un delito lesa humanidad” que nunca, jamás, prescribe.
Más todavía: si sus fans declararon a María Georgina Domínguez la “Juana de Arco del siglo XXI en Veracruz”, luego de la diatriba la Namiko sería ungida la Cleopatra del Golfo de México en el tiempo panista.
Y de ñapa, y en un descuido, las ONG integradas por las madres de los hijos desaparecidos, secuestrados y asesinados y sepultados en fosas clandestinas, la perdonarían, olvidando su imperdonable pecado de omisión, que la traición y deslealtad a Duarte es asunto menor.
Basta, por ejemplo, resumir el decálogo de Namiko en contra del tiempo duartiano de Veracruz:
Uno. Ultrajes a los derechos humanos en 81 casos (con sus expedientes) de personas desaparecidas de febrero de 2011 a octubre de 2016.
Dos. “Mera formalidad de las investigaciones”.
Tres. Nunca “se realizaron todas las diligencias encaminadas a la localización con vida de los desaparecidos”.
Cuatro. “Las investigaciones adolecieron de deficiencias estructurales”.
Cinco. “No cumplieron con su obligación de la debida diligencia y lo que fomenta la repetición de violaciones a los derechos humanos”.
Seis. “Fueron violados los derechos de las víctimas, pero también de los familiares”.
Siete. “Los autores intelectuales y materiales de las desapariciones permanecen en la impunidad”.
Ocho. Javier Duarte favoreció “una investigación negligente de desapariciones con ausencia de medidas efectivas para garantizar la plena reparación a las víctimas y familiares”.
Nueve. “La comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas brindó atención deficiente y tardía”.
Y diez. Duarte alentó “un patrón sistemático de omisiones que generó impunidad” (La Jornada México, Eirinet Gómez).
CASCAJO: Nunca será suficiente el cambio camaleónico de la Namiko, pues la ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos contempla como delito la negligencia y ni modo que ahora, “curándose en salud” sea perdonada.
Pero, bueno, allá la Fiscalía azul.
En tanto, los pelos se enchinan cuando, por ejemplo, la presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos convoca “la verdad de lo sucedido” en el tiempo siniestro y sombrío de Javier Duarte, Arturo Bermúdez Zurita y Luis Ángel Bravo Contreras, asegurando que en aquellas desapariciones hubo “autores intelectuales y materiales”, todos ellos, en la impunidad.
Quizá, en algunos casos, los asesinos materiales se conozcan, como en el caso de los 5 jóvenes desaparecidos de Playa Vicente en Tierra Blanca y por lo que el ex delegado de Arturo Bermúdez en la región, Marcos Conde, y siete policías están sujetos a proceso penal.
Pero, entonces, la verdad histórica necesita conocer a los asesinos intelectuales para que la justicia los alcance.
Y si la Namiko habla de los homicidas materiales e intelectuales ha de entenderse que tiene, más que “los pelos de la burra en la mano, la burra completa”.
Es decir, identificados a los asesinos intelectuales.
Y por tanto, sigue en deuda.
Además, si la Namiko rompió el silencio ante el Alto Comisionado de la ONU y el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, lo único honesto, y más en una académica de la UV, es interponer la denuncia penal en la Fiscalía, porque el discurso político, social y mediático que lanzara el martes 3 de octubre nada significará sin la denuncia y el seguimiento consabido.
Javier Duarte, Arturo Bermúdez y Bravo Contreras, anexos y conexos con sus policías, agentes del Ministerio Público y jueces, sembraron demasiado, excesivo dolor y sufrimiento para que la denuncia se reduzca a simples titulares en la prensa.
Namiko mismo es corresponsable por su silencio negligente y confesarse a destiempo ni siquiera vale para el arrepentimiento y para pedir perdón.
Muchas cruces en los panteones de Veracruz y muchos desaparecidos reclaman justicia, simple y llanamente, justicia.