Luis Velázquez | El Piñero
24 de agosto de 2021
UNO. Niños muertos por deslaves
6 niños y dos adultos murieron por deslaves originados por “la colita” del huracán Grace. Fue en colonias proletarias de Xalapa y Poza Rica. El mayor número, en la capital, la tierra prometida, el paraíso terrenal, el Edén.
Todos, hijos de la pobreza y la miseria. Un sobreviviente de la familia muerta en Xalapa dijo que soñaban con una casita como la utopía más grande de sus vidas.
En realidad, la tragedia tiene otro nombre. Se llama desdén, indiferencia, apatía, para ordenar y reordenar el desarrollo urbanístico y urbano de los pueblos y evitar, hasta donde es posible, los asentamientos humanos en terrenos, lotes, bajo riesgo.
Una tarea de la secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano del gobierno de Veracruz.
Y también, claro, de los presidentes municipales en turno.
DOS. Pérdida de la vida humana
Hacia finales del siglo pasado, era, sin embargo, la tarea número uno de las tribus gobernantes.
Por aquí tomaban posesión y desde el tiempo del otoño, el invierno y la primavera, el gobernador y los alcaldes se ocupaban de regularizar, digamos, reubicar, drenar los terrenos, construir muros de contención, dar otra salida a las aguas, para evitar la desgracia, entre ellas, la más dura y grave como es la pérdida de la vida humana.
TRES. Cinturones de miseria…
La historia de cada pueblo gira alrededor de los llamados “cinturones de miseria” donde la gente en la pobreza y la jodidez huye del campo a la ciudad y se instala en las colonias populares, incluso, sobre terrenos movedizos, expuestos a deslaves con las primeras lluvias.
Entonces, la autoridad siempre ha de estar vigilante del éxodo humano porque a la larga exponen la vida, y como en el caso, de los niños.
CUATRO. Ninguna autoridad planifica
Desde luego, es tarea titánica. Pero si la autoridad se ocupara de crear y recrear empleos dignos y justos en las regiones indígenas, campesinas y obreras, ninguna necesidad habría de seguir con “los cinturones de miseria”.
Pero como la demanda poblacional es tanta y “muchas cornadas da el hambre”, entonces, la migración continúa, imparable, y por tanto, llegó un tiempo cuando la autoridad de plano se desatendió.
Y la gente siguió instalándose en tierras movedizas, expuestas a los deslaves con vientos huracanados y lluvias torrenciales. Peor aun cuando se trata de huracanes.
CINCO. Males de la pobreza
Los pueblos y las ciudades han seguido creciendo de forma anárquica. Sin ningún control ni orientación urbanística. Sin acatar un plano regulador.
Y de pronto, un nuevo asentamiento humano aparece encaramado sobre terrenos peligrosos, y sin servicios públicos, sin agua, sin energía eléctrica, sin servicios sanitarios, como simples invasores.
La jodidez… más descarnada.
Todo, por el éxodo y la migración. Familias buscando un mendrugo para comer, incluso, peleando con los zopilotes y las ratas en el basurero.
Veracruz, por ejemplo, la entidad federativa que hacia 1800 asombrara a Alejandro de Humboldt por la riqueza de los recursos naturales y la belleza del paisaje, pero mucho más por la más terrible y espantosa desigualdad económica y social en el continente… y que todavía.
SEIS. Millones expuestos a deslaves
Por eso, millones de habitantes de Veracruz expuestos a los deslaves. Más, cuando la autoridad simplemente se ha desatendido porque son más importantes “El cuenqueño” navegando en el río Papaloapan y la política del machete y la moruna para limpiar camellones y los tianguis de higos, mangos y pambazos.
El huracán Grace se llevó seis niños y dos adultos con un simple coletazo y que desgracia superior se temía…