Luis Velázquez | Barandal
29 de junio de 2021
ESCALERAS: El secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, lo tenía bien guardadito.
El trascendido es que el primer año de la pandemia dejó veintitrés niños fallecidos en el estado de Veracruz.
La 4T. La purificación moral. La honestidad valiente.
¡Ah!…, pero además, 698 (seiscientos noventa y ocho) niños contagiados.
Caray, aquel tiempo cuando el rock-star, Hugo López, aseguraba que los niños eran inmunes y repetía Roberto Ramos en Veracruz, como si fuese, digamos, una chachalaca, el concepto político, filosófico y social de López Obrador para referirse a Vicente Fox Quesada.
Tiempo cuando alardeaban de que con vacunar a los profesores el regreso triunfalista a clases presenciales estaba garantizado porque los niños, decían, son inmunes al desastre epidemiológico.
Tan inmunes que, por ejemplo, hasta sus mascotas, unos perritos y gatitos, enfermaron de COVID.
PASAMANOS: La verdad, realidad truculenta, pesadilla, ha quedado al desnudo. Claro, también hay niños fallecidos de COVID en el país. Pero allá cada gobernador y secretario de Salud con su estrategia sanitaria. Aquí, en Veracruz, el desencanto, la decepción, la furia y la rabia popular.
Más, mucho más, con el caso de los niños enfermos de cáncer y cuya Torre Pediátrica, donde son alojados en el puerto jarocho, se está cayendo, desmoronando, por falta de mantenimiento en el tiempo de la austeridad obradorista.
CORREDORES: En la vida pública, como en la vida familiar, hay una prioridad fuera de discusión. Son los niños. Los niños sanos. Los niños y su salud. Los niños y su alimentación. Los niños y su derecho a estudiar. Los niños y su legítimo derecho a jugar. Y a ser felices y dichosos.
Más, mucho más, cuando son niños con padres pobres y en la miseria, pues como dijera Lula Inácio de Silva, el obrero metalúrgico convertido en presidente de Brasil, “los ricos… solos se cuidan”.
El discurso de que “por el bien de todos, primero los pobres” hecho añicos, polvo y talco en Veracruz y con los niños, caray.
Nadie dudaría de que con la muerte de los 698 niños contagiados y 23 fallecidos por el COVID en Veracruz hubo descuidos y desatenciones y servicio médico extemporáneo.
BALCONES: El secretario de Salud resultó, digamos, muy polémico. El último ramalazo del manejo oscuro, bajo sospecha, de recursos federales y que, bueno, le harían “lo que el viento a Juárez”, ina/mo/vi/ble como parece, quizá desde aquella ocasión cuando los brujos de Los Tuxtlas le dieran una limpiecita en el Palacio Legislativo.
Por ejemplo: llegó al obradorismo procedente de un cargo público, director del Hospital Civil de Coatzacoalcos, con el panista Miguel Ángel Yunes Linares como gobernador.
Y como entonces asistiera a un evento público de MORENA, que le llamaron la atención y lo despidieron y fue arropado en la 4T.
Sus primeras acciones como miembro del gabinete legal fue abrir la puerta de la secretaría de Salud a familiares y amiguitos con cargos públicos, y todo le perdonaron.
Hasta el besito aquel a un chico…
PASILLOS: Luego, la remodelación de sus oficinas que las deseaba para el confort en plena pandemia.
Después, la compra millonaria de medicinas por asignación, es decir, Dedazo Priista, al delegado federal de Jalisco, y a quien cesaron, en tanto Roberto Ramos siguió en el cargo.
Luego, el desabasto de medicinas a los niños con cáncer.
Y, claro, la ineficacia manifiesta en la estrategia COVID.
Insólito, inverosímil, imperdonable, los 23 niños muertos por COVID en Veracruz, más los 698 contagiados.