Actualmente, la OMS recomienda tan solo 5 gramos por persona al día
¿En cuántos hogares de Latinoamérica no hay un salero? Su ausencia en la mesa es difícil de imaginar, pero la necesidad de que no esté como medida preventiva es imperiosa, según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de nuevos estudios que advierten sobre los riesgos del consumo en exceso de este ingrediente.
Una investigación publicada hace poco en la revista Nature Neuroscience determinó que el exceso de este condimento en la dieta puede incluso traer problemas asociados al rendimiento mental. En concreto, se encontró que un grupo de ratones que fueron alimentados a base de alimentos extremadamente salados presentó posteriormente un deterioro cognitivo y una disminución en el desarrollo cerebral.
Los roedores fueron sometidos a una ingesta de sal de 8 a 16 veces lo normal, una cantidad que marcó una “reducción del flujo sanguíneo en la corteza y el hipocampo, dos regiones cerebrales importantes asociadas a la memoria y el aprendizaje”. Luego de esta prueba, los animales habían perdido la habilidad que solían tener para la resolución de laberintos.
Este cambio en su función cerebral se produjo, incluso, si la dieta en sal no había elevado su presión arterial. “Informamos que los ratones alimentados con una dieta alta en sal desarrollan hipoperfusión cerebral marcada y una profunda alteración en la regulación endotelial de la microcirculación cerebral, lo que lleva a un deterioro cognitivo posterior”, señala el estudio.
Este hallazgo no es el único que apunta a la necesidad de reducir el consumo de sal para prevenir enfermedades. Un estudio observacional presentado a finales del año pasado en Lisboa, durante el congreso anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes –que recoge el diario El Mundo de España–, encontró una relación entre la ingesta de esta sustancia y el desarrollo del tipo II de dicha enfermedad. Bahareh Rasouli, investigadora del Instituto de Medicina Ambiental del Karolinska Institutet (Suecia), autora principal del trabajo, explica que por cada gramo extra de sodio –componente principal de la sal– consumido al día aumenta, en promedio, un 65% el riesgo de desarrollar este mal.Una lucha mundialDesde hace nueve años, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en conjunto con las autoridades sanitarias de los países de la región, adelanta la política de ‘Prevención de las enfermedades cardiovasculares en las Américas mediante la reducción de la ingesta de sal alimentaria en toda la población’, a la que Colombia se adhirió en el 2011.
Esta política parte de la base de que la sal proveniente de los alimentos preparados, industrializados y la agregada son la principal fuente de sodio en la alimentación, y el elevado consumo de este compuesto (más de 2 gramos al día, equivalente a 5 gramos de sal por día) y la absorción insuficiente de potasio (menos de 3.5 gramos por día) contribuyen a la hipertensión arterial y aumentan el riesgo de cardiopatía y accidente cerebrovascular, según la OMS.
Y si bien la cantidad de sal recomendada por la OMS es de 5 gramos por persona al día, en la región de las Américas el consumo puede llegar a ser más del doble. Una aproximación a la ingesta nacional fue dada a conocer en el estudio Sodium Intakes Around the World, publicado en el 2007, y mostró que el promedio era de 13.7 gramos de sal al día en hombres y 10.1 g de sal/día en mujeres.
Con información de eluniversal.com.mx