Por Daniela Barragán
El siguiente reportaje fue elaborado con el apoyo financiero de Natural Resource Governance Institute. La responsabilidad del contenido es de SinEmbargo MX.
La nueva dinámica laboral en México, que no ofrece ni las mínimas prestaciones, alcanzó a Petróleos Mexicanos. Además, un sindicato que en las últimas décadas se ha dedicado a muchas actividades, menos a la de defender a los trabajadores petroleros, han abonado a construir un escenario donde la responsabilidad con los empleados es un elemento del que simplemente se puede prescindir.
Lejos parece haber quedado la idea de que trabajar en Pemex era una garantía de estabilidad económica y un mejor porvenir. Hoy, cientos de trabajadores, que de algún modo trabajan para la gran empresa nacional, pueden quedar de un momento a otro pueden a la deriva y, en medio de ese proceso, no saber a quién reclamar o desconocer siquiera si se puede reclamar algo a alguien.
Al respecto, Pemex ayuda poco. De acuerdo con solicitudes de información realizadas por SinEmbargo, la empresa sí contempla la subcontratación, pero también se dice con pocas facultades para solucionar los problemas que puedan suscitarse.
El de los petroleros es un trabajo extenuante. Son jornadas de todo el día y la exposición a accidentes es permanente, más en los años recientes que coinciden con la apertura del sector que provocó la Reforma Energética de Enrique Peña Nieto.
Salina Cruz, Oaxaca, (SinEmbargo).– En 1979, hace 38 años, se inauguró en Salina Cruz, Oaxaca, la refinería Antonio Dovalí Jaime. Se requirieron 600 hectáreas para construir el proyecto que ayudaría a cubrir la demanda de productos petrolíferos a nivel nacional. Y funcionó. Se levantó y se posicionó como una de las más importantes a nivel nacional e internacional en la exportación de crudos y destilados.
En consecuencia, Salina Cruz, localidad que forma parte de la región del Istmo de Tehuantepec, proyectó su desarrollo alrededor de las actividades que se desprendieron de la refinería.
Actualmente esa zona de Oaxaca enfrenta varias problemáticas: la principal y más reciente es la constante pugna que libran los pobladores en contra de la instalación de parques eólicos; muchas empresas extranjeras quieren estar ahí, donde el nivel del viento es de 7, mientras que en el resto del mundo es de 5.
Salina Cruz tiene aire, mar, selva, tierra para agricultura, pero hizo del petróleo su modo de subsistencia. Es una zona a la que cientos de familias mexicanos llegaron de otros lados para trabajar en Petróleos Mexicanos (Pemex); había una idea generalizada en las comunidades vecinas que trabajar para la entonces paraestatal era un soporte laboral que significaría un trabajo pesado, sí, pero también seguridad en el salario y estabilidad.
Todo eso cambió.
Trabajadores de todo el país llegaron a Salina Cruz, Oaxaca, en busca de un mejor futuro como trabajadores de Pemex. Hoy, ante los cambios a la Ley y la implementación de la Reforma Energética, la refinería Antonio Dovalí Jaime vive sus peores tiempos… y los derechos laborales también. Foto: Sandra Sánchez Galdoz, SinEmbargo
Para llegar a Salina Cruz se pueden tomar dos vías: una por tierra y otra por aire, en un avión que sale y regresa de Ixtepec cada dos días. Viaja gente de la región pero en su mayoría trabajadores de Pemex, que son también los que llenan los pocos hoteles que hay en la vía rumbo a la refinería Antonio Dovalí Jaime, llamada así en honor del ingeniero zacatecano que fue director de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), director del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) y también director general de Pemex (1970-1976), entre otros cargos.
Las actividades económicas visibles en los caminos verdes y terrenos donde se construyen cientos de casas Geo, son el comercio, tiendas departamentales y la agricultura.
En la refinería las actividades comienzan desde las 7 de la mañana y a lo largo del día no dejan de salir camiones de Nicsol, Grupo Tara, Alimsa o Semideg. Algunos trabajadores llegan en las camionetas que Pemex dispone para traerlos desde distintos puntos. Otros llegan en los camiones que van a “La Refi”.
Al lugar lo rodean casas, calles con basura que aún no están pavimentadas y árboles que amparan a los trabajadores de las temperaturas de más de 35 grados. Desde la entrada se ve el Almacén de Residuos Peligrosos, el Taller Mecánico y de Ductos “Ector” Salina Cruz. Dice así porque la S de metal está tirada en el piso.
De acuerdo con Pemex, la refinería Antonio Dovalí Jaime es la más grande del sistema petrolero de refinación, con una capacidad de procesar 330 mil barriles por día. Ahí llega el petróleo crudo de Tabasco, Chiapas y de la Sonda de Campeche; de la estación de Nuevo Teapa, Veracruz, arriba a través de dos oleoductos de 30 y 48 pulgadas de diámetro. Ahí es almacenado en tanques de 100, 200 y 500 mil barriles.
En lo que respecta al manejo de hidrocarburos, la refinería tiene una capacidad de 14 millones de barriles en 125 tanques que almacenan materias primas como el crudo Istmo, el crudo Maya, algunas mezclas, etanol, 39 productos como gasolina primaria, slip, queroseno, turbosina, diesel, aceite cíclico ligero, gasóleos, propileno, gas LPG, gasolina Pemex magna, diesel desulfuruado, combustóleo y otros productos.
Los productos se distribuyen a través de la Terminal de Ventas Terrestre, también localizada en Salina Cruz. Ahí se abastece la zona de Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Tabasco, Yucatán, la Ciudad de México y otras regiones ubicadas en el litoral del Pacífico mexicano.
Y con la carga de esas múltiples tareas, hace unas semanas, el pasado 15 de junio, la refinería, que en esos momentos estaba inundada por las intensas lluvias, se incendió. Días antes, un grupo de trabajadores bloqueó la entrada por un día entero. Pemex dijo que ese acto le había costado 50 millones de pesos, pero si los trabajadores la cerraron fue para reclamar un adeudo que calculan en 2.5 millones de pesos.
Esas personas trabajaron en 2015 para la empresa Siglo XXI, filial de Grupo ICA, en el recubrimiento de ductos, y Siglo XXI trabajó para Pemex. Ya cerca del final del proyecto, los trabajadores, en su mayoría habitantes de zonas aledañas, dejaron de obtener su salario y al término no recibieron finiquito.
Al inicio, Siglo XXI no dijo ni una sola palabra, ni respondió ni atendió llamadas ni visitas. En su desesperación, los trabajadores fueron a Pemex, que respondió que con ellos no había ningún contrato; es decir, ninguna responsabilidad.
Entrada principal a la refinería Antonio Dovalí Jaime. Foto: Sandra Sánchez Galdoz, SinEmbargo
PEMEX Y LA SUBCONTRATACIÓN
La Unidad de Datos de SinEmbargo realizó 210 solicitudes de información a Pemex y a cada una las filiales disponibles en la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT), con el objetivo de conocer los números y la regulación que tiene la paraestatal sobre la subcontratación. El resultado, derivado de sólo 75 respuestas [el 35.7 por ciento de efectividad], muestra una legislación abierta que deja espacios a malas prácticas.
Eso fue lo que ocurrió con 163 trabajadores originarios de localidades vecinas de Salina Cruz, Oaxaca.
Miembros de la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas Petroleros (UNTPP) y el doctor Enrique Larios Díaz, presidente del Colegio de Profesores de Derecho del Trabajo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), coinciden en que Pemex entró a la dinámica laboral de empresas que se concentran únicamente en las ganancias y en los beneficios, mucho de eso a costa del trabajo y el esfuerzo de las personas.
“Pemex entró a la dinámica. Ha tenido cambios y ha modificado su estructura para estar en un ambiente mercantilizado, olvidándose que es una empresa que debe prestar servicios y atención a la ciudadanía y a sus propios trabajadores. Esa idea se perdió; ya no es una empresa para el beneficio del Estado mexicano […] A eso han reducido la figura del trabajador petrolero en México contrario a todo lo que se estipule. Eso es lo que hacen las empresas, tratando de sacar los mejores beneficios aun a costa de los derechos de los trabajadores y su protección”, comentó Larios Díaz.
El sindicato de técnicos y profesionistas considera que el problema se ha agudizado luego de la aprobación de la Reforma Energética en 2013, que busca, entre otras cosas, eliminar el monopolio de Pemex en el sector. Eso comentaron dos miembros de esa agrupación en entrevista con este diario digital. La Reforma, dijeron, ha permitido que la iniciativa privada encuentre los espacios para poder llegar con sus talleres y su gente a muchos sectores.
“Antes de la Reforma, y por seguridad nacional, Pemex mantenía el control de todos los datos de producción, exploración. Entonces se subcontrataba a otros para hacer labores que Pemex no debía ni podía hacer, como el mantenimiento o las reparaciones de equipos pesados. Poco a poco la iniciativa privada fue haciendo sus talleres, se iba equipando. Con el tiempo empezamos a ver que la situación laboral de nosotros, como técnicos, iba en picada, porque empezaron a quitar turnos. No estuvimos de acuerdo porque sabemos que el objetivo era ir desmantelando la industria quitando fuentes de trabajo”, comentó el ingeniero Moisés Flores Salmerón.
La inconformidad de los trabajadores de Pemex, agregó, es porque en el esquema de recorte de puestos de trabajos se está prescindiendo de técnicos y profesionistas que la industria debe tener, gente más operativa y no muchos administrativos.
“Quitaron a la gente que hace los trabajos, la que va al campo. Es ilógico. Pero eso sí, empezaron a hacer contrataciones a nivel administrativo. La nómina no baja, al contrario. Lo que tratan de hacer es que Pemex se dedique única y exclusivamente a administrar los contratos. ¿Cuánta gente trabaja para Pemex a través de otras empresas? Ya casi el 50 por ciento del total de los empleados, si es que no son más. Todo a través de contratos outsourcing y eso es lo más triste para nosotros, porque esas personas ya no tienen ni seguro, ni pensión, ni jubilación. De todas las prestaciones que deben tener ya no habrá ninguna”, sostuvo.
Eso es a lo que se enfrentan los trabajadores en Salina Cruz, Oaxaca.
El arquitecto Carlos Ramos Sosa trabajó como supervisor de obras durante la ejecución del recubrimiento de ductos, efectuado bajo el contrato de la empresa Siglo XXI. Los trabajos se ejecutaron de Nuevo Teapa a Salina Cruz entre 2014 y 2015.
Dos años después, Carlos trabaja ya en obras particulares y otros de sus compañeros se ocupan de la colocación de postes desde las 7 de la mañana hasta las 7 de la noche; otros, migraron a Estados Unidos.
“Trabajamos cuatro meses en los recubrimientos, pero ya en la recta final del proyecto Siglo XXI desconoció los pagos por el proceso de transición de Pemex Refinación a Pemex Logística. Nos dijeron que en esa transición la paraestatal se había quedado corta de presupuesto. Nosotros aceptamos esa versión y por eso estuvimos esperando. Paso más de un año y aún no nos daban respuesta. Volvimos a exigir a Siglo XXI pero nos seguían diciendo lo mismo: que no había presupuesto y que a ellos tampoco les habían pagado y que por eso no podían liquidarnos”.
Cuenta que fueron semanas sin obtener ingresos, y cuando entregaron la obra tampoco hubo finiquito y compensación.
Los trabajos se ejecutaron en tiempo y forma, con toda la documentación entregada y las normas que Pemex exige, y la empresa Siglo XXI firmó una carta de aceptación de los trabajos.
Ramos Sosa agregó que en varias ocasiones se buscó el apoyo de Pemex para solucionar el problema, pero no se obtuvo ninguna respuesta favorable, al contrario.
“Prácticamente ellos [Pemex] se deslindaron de todo. Decían que ellos no tenían ninguna responsabilidad, que sólo la tenía Siglo XXI. Que este problema se tenía que arreglar con ellos, que Pemex no tenía nada qué ver ahí. Ante esta respuesta los trabajadores empezamos a ejercer presión y bloqueamos los accesos a la central de la refinería. Sólo de esta manera se logró llegar a un acuerdo que se hizo hace tres meses”, explicó.
En Salina Cruz, denuncian, los cambios en la legislación laboral y la entrada en vigor de la Reforma Energética dejaron a las familias de trabajadores del sector en la indefensión. Foto: Sandra Sánchez Galdoz, SinEmbargo
De acuerdo con Angelino López Cortés, dirigente de la Unión Campesina Obrera de Oaxaca (UCCO), los trabajadores de Santa María Xadani, de la colonia Álvaro Obregón y Huilotepec, buscaron la manera cómo cobrar el adeudo que la compañía Siglo XXI tiene con ellos. Además de las protestas en calle, trabajaron en la elaboración de una carpeta que tiene el expediente completo de la obra que hicieron para Pemex a través de la licitación que ganó Siglo XXI.
Angelino considera que los 2.5 millones que les deben a los trabajadores es una cantidad irrisoria para Pemex y Siglo XXI, pero para los 163 trabajadores y para quien los contrató –Abraham López Jiménez– no lo es.
“López Jiménez concursó para ser contratado por la compañía Siglo XXI y ganó esa licitación. Contrató a su vez a sus paisanos y a los trabajadores de la región. En agosto de 2015 recibieron el último de la compañía Siglo XXI. Las dos facturas de septiembre ya no se les depositaron, la compañía tenía aquí una representación, la levantó y se trasladaron a sus oficinas de Naucalpan, en el Estado de México. Se fueron y se olvidaron de los trabajadores de aquí y del pago de los dos meses anteriores. El monto asciende a 2.5 millones de pesos”, reiteró en entrevista con SinEmbargo.
Ya con el acompañamiento de la UCCO, los trabajadores llegaron hasta las oficinas de Siglo XXI en Naucalpan, pero no fueron recibidos. Las llamadas que hicieron a dos personas responsables directas de la compañía –el ingeniero Miguel Ángel Compeán, que es coordinador de Proyectos de Siglo XXI, y Ronald Buendía Miranda, que es superintendente de Construcción, con quienes se tenía contacto directo–, no fueron respondidas.
Entonces se trasladaron a Pemex a plantear su reclamo.
“Le expusimos el adeudo que la compañía tiene con los trabajadores. Es muy básico: si yo quiero limpiar mi jardín le pido a mi trabajador que lo haga, pero él no sabe de jardinería. Entonces le resulta mejor contratar a alguien que sí sabe hacerlo; lo hace y me entrega a mi los trabajos. Yo le pago, pero el que hizo la chamba no recibió nada. Eso fue lo que nos sucedió y fuimos a Pemex por la sencilla razón de que los trabajos se hicieron en su jardín. Los recubrimientos fueron en sus ductos”, explicó.
Luego de respuestas vagas, el jueves 23 de marzo de este año los trabajadores afectados bloquearon la entrada de la refinería Antonio Dovalí Jaime para exigir a Pemex que actuara como intermediario ante el reclamo de que sus trabajadores habían fallado. Pemex accedió y se organizaron mesas de trabajo en las oficinas de la Ciudad de México, en la que estuvieron presentes López Jiménez y gente de Siglo XXI.
Luego de que Pemex desconoció la obra, Siglo XXI admitió que Pemex, de entrada, no pagó y luego, otra vez, esa empresa se desapareció. Organizaron de nueva cuenta un bloqueo en la refinería y respondieron con otras mesas de trabajo que se realizaron en Salina Cruz “para evitar la inestabilidad”.
Con expediente en mano, Pemex le exigió a la compañía demostrar físicamente la realización de las obras. Luego se reunieron en Pemex Ductos donde sacaron una cuadrilla y abrieron los ductos para verificar que el recubrimiento estaba ahí. Y sí, ahí estaba.
“Los pequeños empresarios, los paisanos, todos los istmeños, son muy nobles. Somos gente de trabajo. Abraham finiquitó a los trabajadores, no esperó a que la compañía depositara para pagarles porque son sus paisanos. No le puedes deber al vecino. No pudo liquidarlos a todos y cuando llama a los 163 trabajadores, van también sus esposas o hijos. Los trabajadores de Santa María Xadani son muy dados a ir al norte del país, a la cosecha de tomate, de fresa. Entonces una buena cantidad de trabajadores no están acá, pero sus esposas van y están pendientes del caso, a pesar de que han dado fechas que pasan y no cumplen. Ya son casi dos años”, lamentó López Cortés.
La crisis en la refinería Antonio Dovalí Jaime y los cambios en las formas de contratación de Pemex se resienten en la deprimida actividad económica de Salina Cruz. Foto: Sandra Sánchez Galdoz, SinEmbargo
LA LEY QUE SALVA A PEMEX
En medio del peregrinar de los trabajadores istmeños, Angelino contó que en una de las últimas reuniones con Pemex, le negaron que la subcontratación fuera cierta porque el contrato no lo estipula; sin embargo, las respuestas obtenidas de Pemex al respecto muestran una legislación blanda al respecto.
De acuerdo con las Disposiciones Administrativas de Contratación en Materia de Adquisiciones, Arrendamientos, Obras y Servicios de las Actividades Sustantivas de Carácter Productivo de Petróleos Mexicanos y Organismos Subsidiarios, no hay una reglamentación general, por lo que en cada caso y con cada contrato las subcontrataciones quedarían establecidas según la circunstancia.
El Artículo 64 menciona que “[d]e no haberse previsto actividades o conceptos objeto de subcontratación desde las bases de licitación o invitación restringida, previo análisis y autorización de la Administradora del Proyecto, los Proveedores y Contratistas podrán subcontratar actividades o conceptos durante la ejecución del contrato, asegurando en todo momento las capacidades requeridas para el cumplimiento del objeto del contrato. En todos los casos de subcontratación, el contrato establecerá que el Proveedor o Contratista será el responsable de las obligaciones del contrato. Lo anterior, sin perjuicio de la obligación del Proveedor o Contratista de cumplir el grado de contenido nacional al que se comprometió en su propuesta”.
Por ejemplo, en el caso de los trabajadores de Oaxaca no queda claro quién fue el que dejó de pagar primero: si Pemex o la empresa que subcontrató, además de que la ahora Empresa Productiva del Estado no explicó si efectivamente se quedó sin dinero en el tiempo de su transición.
El Artículo 57 agrega que “[d]ependiendo de la naturaleza de los trabajos, arrendamientos, bienes o servicios, los contratos podrán incluir” aspectos como “subcontrataciones” (inciso “u”).
Finalmente, el Artículo 81 aclara en su inciso “I” que los contratos en materia de exploración y producción deberán contener una disposición en la que se establezca que “[e]l contratista en ningún caso podrá subcontratar la dirección de las actividades objeto del contrato”.
Aunque existen leyes que permiten la figura de la subcontratación, los mismos lineamientos de Petróleos Mexicanos y sus filiales las deslindan de toda responsabilidad para con los trabajadores subcontratados. En todo caso, el denominado “arrendador –que es la empresa contratada por Pemex, que asimismo subcontrata– es completamente responsable” por todos los trabajos, actos, omisiones y faltas de todos los Subcontratistas como si se tratara de trabajos, actos u omisiones generados por el mismo Arrendador. Esa responsabilidad se encuentra establecida en la cláusula denominada “Subcontratación” de cada uno de los contratos celebrados por Pemex Perforación y Servicios” (sic), plantea el oficio PPS-SIPDN-GSTAC-240-2017, emitido por Pemex Perforación y Servicios. En cuanto a las garantías, las respuestas fueron escasas, pero mencionan que sí existen procedimientos de auditoría.
Pemex otorgó información poco contundente sobre los mecanismos utilizados para garantizar la consecución de los servicios contratados. Casi en todos los casos la respuesta, más que una explicación formal, se limitó a la argumentación legal. En el caso de la Unidad de Responsabilidades, las respuestas fueron nulas.
De acuerdo con Pemex Perforación y Servicios –en su oficio PPS-SIPDN-GSTAC-243-2017–, “[n]o existe mecanismo para determinar las empresas que pueden ser subcontratadas, sin embargo en el contrato se establecen los servicios que pueden ser subcontratados así como la experiencia que deben cumplir las empresas propuestas como subcontratistas (sic)”.
Tampoco existe obligación por parte de Pemex y sus filiales de tener información disponible acerca de las empresas subcontratadas, aunque si hay artículos legales que establecen mecanismos de auditoría para asegurarse de que los servicios llegarán a término, según lo estipulado en la relación contractual y por lo tanto desconoce cuántos trabajadores subcontratados operan en sus obras o en las de sus filiales; en algunos casos, las filiales demostraron llevar un control de las empresas subcontratadas –la mayoría no ofreció datos al respecto.
Tampoco se obtuvo respuesta acerca de los procedimientos de la Unidad de Responsabilidades para detectar e investigar casos de corrupción, así como de conflicto de intereses cuando se contratan y subcontratan empresas.
“Indudablemente que entrar a trabajar a una empresa de ese tamaño le da a los trabajadores la ilusión de que van a laborar en un lugar en el que tendrán estabilidad y prestaciones y servicios. Pero la realidad de este mundo es que no es así: las compañías como Pemex están tomando una cara de empresas mercantiles que tratan de tener la máxima producción a bajos costos. Las empresas como Pemex sólo buscan el máximo beneficio a costa de los trabajadores, de la vida de los trabajadores, de su esfuerzo. No les importa dejarlos sin salarios aunque ya hayan recibido su trabajo. Es el ciclo del neoliberalismo que nos está perjudicando. Entramos a una situación de empresas cínicas que se roban hasta los salarios de los trabajadores. Eso es lo que hacen”, concluyó el doctor Larios Díaz.
con información Por Alejandro Calvillo/sinembargo.mx