Redacción | El Piñero
Oaxaca. – En el año de 1989, alrededor de 26 mil campesinos, en su mayoría indígenas chinantecos, fueron desplazados luego de que el 14 de abril de 1978, el presidente de la república Luis Echeverría Álvarez, les expropió sus tierras a diversos núcleos agrarios para la construcción de la Presa Cerro de Oro, en el municipio de San Juan Bautista Tuxtepec, región Cuenca, el Gobierno cumplió las promesas para hacerles áreas adecuadas para vivir.
Esta obra, formaba parte de un programa que preveía la construcción de un sistema de presas sobre ríos que descargan sus aguas al Río Papaloapan. Los trabajos iniciaron con diferentes interrupciones, y se concluyeron en 1989. Con las presas se generaría electricidad, actualmente sólo sucede con la presa Cerro de Oro.
Lamentablemente, la población indígena tuvo que dejar sus casas, iglesias y parcelas altamente fértiles, donde sembraban maíz, frijol, chile, ajonjolí, tabaco, arroz y camote.
El desplazamiento de los indígenas chinantecos de su territorio se dio de manera forzada, lamentablemente del núcleo poblacional ejidal, solamente fueron reacomodados en otras tierras los ejidatarios, sus hijos, los avecindados y posesionarios que tenían una parcela por decisión de la asamblea, fueron excluidos por el Gobierno Federal.
Los ejidatarios desplazados fueron reubicados en varios municipios de Oaxaca y Veracruz; un importante grupo se ubicó en 25 ejidos en el Valle de Uxpanapa. El Gobierno prometió tierras, caminos e infraestructura urbana, pagar indemnizaciones territoriales, bienes comunales y parcela escolar, lo que no sucedió.
De las 260 mil hectáreas entregadas en el Uxpanapa, 90% no son aptas para la agricultura, sólo para la cría de ganado tirando la selva, actividad que culturalmente no desarrollaban. Actualmente, cultivan en 10% de la superficie hule, palma, cítricos y maíz.
A 22 años del desplazamiento forzado, el balance es terrible para la población chinanteca, su cultura está prácticamente destruida, sus comunidades distanciadas territorialmente; hay desintegración comunitaria, quiebra del sistema de parentescos, pérdida de la lengua; padecen pobreza por falta de la indemnización, por tener una menor superficie de cultivo y de menor calidad agrícola; las viviendas son de menor tamaño en sus solares y carecen de servicios básicos.