Redacción El Piñero
Oaxaca.— La postal que dejó el Domingo de Resurrección en la playa de Zicatela, uno de los destinos más icónicos de la Costa oaxaqueña, fue más que paradisiaca: caótica, aturdida y llena de excesos.
En redes sociales circularon imágenes que exhiben el rastro de una noche sin freno, protagonizada por cientos de vacacionistas.
Turistas dormidos sobre la arena, abrazando maletas o rendidos en camastros alquilados como última trinchera. Botellas, latas, restos de comida… y hasta un par de implantes de glúteos abandonados, dejaron evidencia del descontrol que imperó en esta jornada final de Semana Santa.
Vecinos, comerciantes y activistas ambientales han expresado su molestia por la falta de control y regulación durante los días santos.
“Puerto no merece este trato, la fiesta no puede costarnos el entorno natural”, comentó un restaurantero afectado por los residuos que llegaron hasta su negocio.
La Secretaría de Turismo de Oaxaca ha presumido las cifras récord en afluencia, pero la realidad es que ni los operativos ni los llamados a la conciencia ecológica lograron contener el impacto de un turismo masivo que, en más de un caso, cruzó la línea del respeto.
Zicatela sigue siendo hermosa, pero este lunes despertó con dolor de cabeza, resaca ambiental y una pregunta urgente: ¿quién limpia después del paraíso?