– El expediente sobre el ascenso del exmandatario veracruzano ahora preso en Guatemala
Por Rodrigo Barranco Déctor
Veracruz (La Silla Rota).- En una tarde calurosa del Puerto de Veracruz, el entonces Gobernador del Estado, Javier Duarte de Ochoa, ingresó al tradicional café de La Parroquia para refrescarse con una bebida, en compañía de algunos diputados, funcionarios y decenas de escoltas.
Era el 2011, al lado del mandatario estaba sentada la exdiputada local, Ainara Rementería Coello. Él platicó a la legisladora cómo era su vida en la adolescencia, cuando vivió por un tiempo cerca del popular barrio de la Huaca, en esa ciudad.
Con exactitud, recordó que abordaba el camión ruta Playa-Villa del Mar, “de los que son blancos con verde”, que lo llevaban hasta la avenida Jiménez, en esos tiempos eran los confines del municipio.
Duarte de Ochoa soltó la carcajada al ver que sus acompañantes no tenían idea del recorrido que relataba, pese a que todos eran oriundos del Puerto de Veracruz y él había pasado casi toda su juventud en Córdoba.
“Hasta me tocó agarrar el último tranvía que existió y que pasaba por la arrocera que está en Jiménez, todavía siguen allí las vías”, relataba el exmandatario dejando a sus escuchas boquiabiertos, sentados en la mesa del café y a Ainara con sus ojos verdes llenos de sorpresa.
Para esos años, pocos sabían que quien era gobernador había empezado desde abajo, como “carga maletas” del priista Fidel Herrera Beltrán y muchos, menos se imaginaban la fortuna que amasaría a la sombra de una red de corrupción que ha generado un escandalo mundial.
Un periodista, amigo personal del excónsul de Barcelona, quien pidió el anonimato, relató que las labores que tenía a su cargo Duarte de Ochoa era cargar un maletín con dinero que era repartido a las personas que se acercaban a pedir ayuda a Fidel.
También, contestaba los teléfonos, la hacia de secretario particular, de asistente, monitoreaba medios de comunicación y hacia relaciones públicas con la prensa del estado de Veracruz.
La desgracia que marcó el destino de Duarte
El terremoto en la Ciudad de México de 1985 marcó la vida del exmandatario veracruzano. Su padre, Javier Duarte Franco, presidía la Asociación Ganadera del Estado de Veracruz y había viajado para esas fechas al extinto Distrito Federal para una reunión de productores nacionales.
Para desgracia de la familia, el ganadero se hospedó en el Hotel Regis que se desplomó ese 19 de septiembre, sepultando a decenas de personas, entre ellas, al padre del exgobernador.
Tras ese acontecimiento, Javier tomó la batuta de su hogar, como el mayor de los hermanos, acogido por una de las familias más poderosas y ricas de Córdoba, los Mansur, dueños de empresas y equipos de beisbol en México y Estados Unidos. Ahora, ellos también son investigados por la Procuraduría General de la República por sus presuntos nexos con la red de prestanombres del exmandatario.
Gracias al acercamiento que tuvo con Don Chara Mansur, Duarte de Ochoa conoció a Fidel Herrera Beltrán quien le concedió sus primeros trabajos dentro de la política.
Su llegada a la política
Tras ser apoyado en todo por la familia Mansur, Javier Duarte fue acogido ahora por Fidel Herrera Beltrán y Rosa Borunda de Herrera, ambos, llegaron a mencionar en público que veían al cordobés como un hijo.
El también exgobernador le ofreció su prime
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