Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- UNO. Otro feminicidio
Una mujer más asesinada en Veracruz. Ahora, fue una anciana. En Martínez de la Torre el viernes 13 de julio.
La ejecutaron en su domicilio en la calle Santos Degollado de la colonia Manlio Fabio Altamirano, aquel gobernador electo de Veracruz asesinado en el café Tacuba de la Ciudad de México cuando tomaba cafecito con su esposa.
En su crimen queda claro que los malandros se han recrudecido, dueños como parece de la agenda pública.
Le quitaron la vida a pedradas, como en el Medio Oriente a las mujeres acusadas de infidelidad conyugal.
El boletín oficial omite si fue por robo, pues como una mujer mayor de edad, abuelita, ni modo fuera malandra y/o asesinada por su pareja como en una y otra el gobierno de Veracruz ha pretendido justificar los feminicidios.
Se insiste: nadie está seguro. Nadie la ha librado ni puede cantar victoria. Los días y las noches, prendidas con alfileres.
Cada feminicidio sepulta el anterior. Y de un crimen a otro, pronto se olvida. Y la impunidad va fermentando en tierra fértil.
La ley universal es rotunda: a mayor impunidad, mayor inseguridad.
Los malos saben que asesinan a una mujer y a otra y a otra, y como nada pasa, nadie los detiene, nadie los rastrea, se envalentonan para continuar sembrando el horror y el terror, y “el miedo al miedo”.
DOS. Fracaso de Alertas de Género
Más allá de soñar con la aurora social en Veracruz, el paraíso terrenal que fue en otros tiempos, el barco de la muerte se ha emponzoñado.
Asesinar una anciana a pedradas significa un mundo más cruel y bárbaro.
Por eso, el par de Alertas de Género (una con Javier Duarte y otra con Miguel Ángel Yunes Linares) son un fracaso.
Y más, porque las Alertas de Género significa que cada gobernador ha de aplicarse en la tarea fundamental de garantizar la seguridad en la vida y achicar, disminuir, acabar con la zozobra y con la impunidad.
Nadie desearía pensar que la negligencia y la indolencia reinan en la secretaría de Seguridad Pública y en la Fiscalía.
Acaso, digamos, y en nombre del “beneficio de la duda”, se diría que el par de dependencias ha sido rebasada por los carteles y cartelitos y las bandas locales y la delincuencia común.
Y que su política de seguridad pública está desfasada, pues las páginas rojas escurren sangre y si vuelven a zangolotearse escurren cadáveres.
Incluso, en un momento del camino azul soñaron con cabildear con los magnates periodísticos para desaparecer la sección policiaca de los medios impresos, audiovisuales y digitales, como si así, por decreto, el mal fuera conjurado.
TRES. Sórdido presente
A cuatro meses y cachito del fin de la yunicidad, el pendiente ha ensordecido.
Y aquella versión de que hay feminicidio porque la violencia intrafamiliar está canija ya perdió su vigencia, como en el caso de la anciana ejecutada a pedradas en Martínez de la Torre, y en donde la semana anterior, el hijo de un empresario cítrico fue secuestrado, desaparecido y asesinado.
Y asesinado igual que joven estudiante de 18 años de Nanchital, cuyos padres pagaron un millón y meses de rescate y aun así lo ejecutaron y arrojaron el cadáver en una laguna del río Coatzacoalcos.
Nadie olvidará la tragedia de Nanchital, pues sus compañeros alumnos llevaron el féretro con su cuerpo a la escuela y allí donde le lloraron.
En la foto trascendida tres alumnas abrazan el féretro, una de ellas, quizá, la novia.
Escenas de terror y pavor.
CUATRO. La muerte, fuera de control
De hecho y derecho, la yunicidad ya se fue.
Y si el gobernador azul cayó en lugar común asegurando que un semestre le bastaba para pacificar Veracruz.
El góber electo ha ampliado la esperanza y dice que en dos años Veracruz volverá como el paraíso perdido a “la noche tibia y callada” de Agustín Lara, la felicidad terrenal.
Allá cada ciudadano y familia que crea en el góber electo, pues, y por ejemplo, Enrique Peña Nieto lleva, por lo pronto, 160 mil muertos, y Felipe Calderón Hinojosa dejó el país con doscientos mil muertos.
Y así como estamos, caray, ningún caso tiene creer en la palabra oficial.
En vez de ofrecer que en 2 años volverán la tranquilidad y la paz pulir y volver a pulir la estrategia de seguridad para lograr la eficacia y eficiencia.
Nada se gana con jugar con el ánimo social, pues ningún político tiene la varita mágica.
Los malandros son mucho más fuertes y poderosos y en el día con día, los feminicidios se multiplican fuera de control.
CINCO. Un Veracruz de mujeres
Seis de cada 10 habitantes de Veracruz son mujeres.
Veracruz ocupa uno de los primeros lugares nacionales en madres que también son padres.
En unos seis, siete hogares las mujeres están al frente agarrándose todos los días a puñetazos con la vida para sacar adelante a los hijos.
Los sueldos de las mujeres que trabajan son mezquinos y de hambre, sin que ninguna lucecita asome en el largo y extenso túnel laboral.
Y todavía de postre, la incertidumbre y la zozobra.
Los feminicidios.
Y caray cuando una anciana es asesinada a pedradas expresa el sórdido mundo social que ni siquiera, vaya, la tan cacareada república amorosa hará el milagro.
Y, bueno, además de combatir la corrupción como parte de la llamada Cuarta Transformación del País luego de la Independencia, la Reforma y la Revolución, nada garantiza que los hombres dejarán de asesinar a mujeres.