Luis Velázquez /Barandal
16 de julio de 2019
ESCALERAS: Un migrante más fue asesinado en Veracruz. Sucedió el jueves 11 de julio, hacia las 1:45 horas. En el rancho “Framboyanes”, congregación Plan de la Gloria.
Halló, digamos, la gloria en el rancho de San Juan Evangelista. Y luego de unos 5 meses de estancia, el infierno se antepuso.
Lo mataron de dos balazos. Era cubano. Se llamaba Orlaniel Martínez Padrón. Le apodaban “El cubano”. También, “Toreto”.
Es Veracruz hoy. Quizá en Cuba Orlaniel Martínez haya sido considerado “gusano” como llamaban a los cubanos que desertaban al triunfo de la revolución. Y por eso mismo, ningún conflicto diplomático de Veracruz con Cuba.
PASAMANOS: Al momento, tres migrantes asesinados.
Una mujer, en una emboscada en los límites de Isla y Rodríguez Clara, tiempo de un fuego cruzado entre el secretario General de Gobierno (“Fueron policías municipales de Isla”) y el alcalde de Isla (“Fue una banda de ‘polleros’”).
Y otra mujer, también originaria de Salvador, de 19 años de edad, en Agua Dulce, recién ingresada a Veracruz procedente de Tabasco donde ninguna desventura sufriera.
En la impunidad. Ningún detenido. El expediente judicial, archivado, cerrado, guardado.
El silencio del cónsul…
CORREDORES: Orlaniel Martínez tenía 26 años. Era originario de Pinar del Río, Cuba.
Hace 5 meses pasó por el rancho “Framboyanes”. Tocó a la puerta. Lo contrataron de caporal.
Según las versiones, corrieron el chismecito de que el cubano tenía un arma de fuego “y que en cualquier momento la utilizaría”.
En cinco meses nunca la usó. Pero la versión siguió creciendo como rumor hasta que un día se convirtió, digamos, en verdad.
Y los compañeros de trabajo, en el temor y el miedo.
Durante muchos minutos otro caporal escuchó los quejidos del cubano herido. Y cuando reaccionó y avisó estaba demasiado desangrado y cuando el personal de auxilio llegó había fallecido (Notiver, 12 de julio, 19).
BALCONES: Son tiempos difíciles. Muy claro fue el diputado local, presidente de la Mesa Directiva de la LXV Legislatura, José Manuel Pozos Castro.
“Son incidentes normales”, dijo, para referirse a los migrantes que exponen la vida en su paso por Veracruz.
En San Fernando, Tamaulipas, por ejemplo, fueron asesinados 72 migrantes en el sexenio de Felipe Calderón, cuando entonces calificaba de “daños colaterales” a las víctimas civiles de la ola de violencia.
Y con todo y los 72 migrantes asesinados hasta con el tiro de gracia, nada pasó. Ningún detenido. Ningún sicario de un cartel detenido.
Tres migrantes asesinados en Veracruz en los últimos 7 meses son, oh Pozos Castro, “incidentes normales”.
PASILLOS: Confiemos, ajá, en la autoridad.
El boletín oficial dice que un perito criminalista llegó al rancho “Framboyanes”, propiedad de César Aguilar López, “para realizar la diligencia del levantamiento del cadáver”.
Se ignora, y lo que mucho se duda, si un familiar vendrá por el cadáver. Se ignora si será enviado a un Forense para esperar cristiana sepultura. Se ignora si “con el tiempo y un ganchito”, el cuerpo terminará la fosa común.
Solo se sabe que el crimen del par de guatemaltecas asesinadas está en la impunidad.
VENTANAS: El Fiscal Especializado en Casos de Migrantes, Fabián Alonso Hernández, investiga el probable homicidio.
La primera guatemalteca asesinada en Isla-Rodríguez Clara fue en el mes de diciembre del año anterior.
Y siete meses después, los asesinos parecen haber volado al cielo como Remedios la bella en la novelística de Gabriel García Márquez.
Los migrantes, ya lo saben, entonces: Veracruz es la peor entidad federativa del país para caminar, cruzar y quedarse a laborar, pues los asesinan y los crímenes quedan impunes.