- Los deslices de su gabinete
Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- UNO. AMLO paga el noviciado
Una parte del gabinete de AMLO, el virtual presidente, está pagando el noviciado. Han olvidado el principio bíblico de “amarrarse la lengua”. Pero, bueno, dice el profe del rancho, “echando a perder se aprende”.
Por ejemplo:
La coordinadora del llamado Proceso de Pacificación, Loreta Ortiz, dijo, de pronto, que el Papa Francisco, el primer Sumo Pontífice de América Latina, vendría a México para reunirse con el tabasqueño y participar en el foro para rescatar el paraíso perdido en manos, ahora, de los carteles y cartelitos.
Y cuando fue, digamos, acosada por el vocero del Vaticano desmintiendo la posibilidad y asegurando que ningún recadito diplomático existía entre el presidente electo y la élite eclesiástica, entonces, Loreta Ortiz dijo que, en efecto, había anunciado la visita de Francisco… pero que la ansiedad le había ganado.
Así, observa el politólogo Carlos Ronzón Verónica, las tribus de MORENA debían obsequiar un paquete de ansiolíticos a la coordinadora antes, mucho antes, de seguir cometiendo deslices verbales.
DOS. De pifia en pifia
La otra gran pifia, digamos, de la misma magnitud, fue cometida por Graciela Márquez Colin, designada secretaria de Economía en el gabinete legal de AMLO.
Camino a Damasco también tuvo una revelación celestial. Y de pronto, dijo que ella, ella, ella convencería a Donald Trump, presidente de Estados Unidos, de firmar el TLC.
Es decir, que Márquez Colin lograría el milagro que nunca han podido Enrique Peña Nieto ni tampoco Vladimir Putin para llevarse con Trump, un volcán en erupción permanente desde que ganara la Casa Blanca a Hillary Clinton.
Y, bueno, si el panista Vicente Fox dijo que en 15 minutos resolvería el conflicto en Chiapas con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el subcomandante Marcos (ahora renombrado el
comandante Galeano), entonces, en el ranking de la disentería verbal, digamos, todo está permitido.
TRES. Otro resbalón
El otro resbalón de la nueva generación política sexenal fue con Esteban Moctezuma Barragán, llamado a la secretaría de Educación Pública.
Dijo, por ejemplo, que él sería el primero secretario del gabinete legal de AMLO en descentralizar la dependencia, en su caso, en Puebla.
Y que el primero de diciembre del año que corre, a las cero horas, estaría ya en sus nuevas oficinas en Puebla.
Entonces, el gremio turístico se levantó en armas verbales y advirtió que ellos rechazaban por completo la descentralización de la SEP en Puebla, pues como viven del turismo nadie desea que el estado se convierta en un nuevo Oaxaca, donde a cada rato la capital está bloqueada por tanta insurgencia popular.
Y Esteban Moctezuma calló, guardó silencio, se hizo el occiso.
CUATRO. El súper secretario
Otro resbalón fue cometido por Alfonso Durazo, el senador electo, predestinado a secretario de Seguridad Pública.
Por ejemplo, secretario particular, vaya paradoja, del priista Luis Donaldo Colosio Murrieta y del panista Vicente Fox Quesada, peleado a muerte con Martha Sahagún, la señora presidenta, Durazo se convirtió de pronto, fast track, por dedazo tabasqueño, en un especialista en seguridad nacional y seguridad pública.
Y se encumbró más cuando el CISEN, Centro de Información y Seguridad Nacional, pasará a su secretaría, y también Protección Civil y también la seguridad pública y nacional, y también, oh paradoja, la Unidad de Inteligencia Financiera de la secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Es decir, toda la fuerza política, social y de seguridad del mundo… en un solo hombre.
Y en un solo hombre al servicio del presidente de la república.
Con más, mucha más fuerza política, por ejemplo, que Fernando Gutiérrez Barrios en su tiempo.
Entonces, en el otro lado de la cancha, los expertos del CISEN brincaron, porque Durazo está confundiendo la seguridad pública con la seguridad nacional, y todo indica, ni idea tiene.
CINCO. El caso de “El pejecito”
Otra expresión del poder político que viene, dice el profe Ronzón, se dio cuando el periodista Federico Arreola llamó “El pejecito” en su página digital al hijo menor de AMLO.
Y la esposa del virtual presidente, la investigadora, escritora y académica, Beatriz Gutiérrez Muller, le llamó la atención, olvidando, por ejemplo, el México de Enrique Peña Nieto con las hijas de Angélica Rivera, “La gaviota”.
Fue el mismo caso cuando el reportero Ciro Gómez Leyva entrevistó al hijo mayor de AMLO, Andrés Manuel, y le preguntó cuál sería su papel, su trabajo, su chamba, ahora cuando su padre había ganado la presidencia de la república.
Y Andrés Manuel junior contestó igual que Robert Redford en la película “El candidato” ganador de la elección presidencial de Estados Unidos:
“No sé” dijo.
SEIS. La historia se repite
De aquí a las cero horas del sábado primero de diciembre faltan muchos años luz.
Y ante tanta exposición mediática, el gabinete de AMLO puede, claro, ganar espacios, pero al mismo tiempo, descarrilar.
Más vale, entonces, como reza el proverbio bíblico, “amarrarse la lengua”, y esperar los tiempos “con trabajo fecundo” como decía Adolfo Ruiz Cortines, el presidente sabio que sin tantas estridencias tabasqueñas gobernara el país con absoluta y total austeridad luego del derrochador Miguel Alemán Valdés y los alemanistas y quienes terminaran el sexenio como campeones en la corrupción política nacional.