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Pagaron rescate de empresario en Irapuato, pero los secuestradores no lo regresaron

El Piñero

 

GUANAJUATO, Gto (apro).- No hubo impedimento alguno para que el grupo de hombres armados y encapuchados que ingresó a la enorme nave industrial de la Plaza comercial TextiCuitzeo a las 7:00 de la noche del pasado 14 de marzo entrara caminando entre los miles de locales del lugar y se llevara al empresario irapuatense Guillermo Ignacio Villaseñor Eslava.

 

Bastaron 35 segundos para que llegaran, encañonaran al empresario, salieran con él y abordaran las camionetas que los esperaban en el exterior de la plaza.

 

Dos empleados del empresario presenciaron el hecho, lo mismo que decenas de personas que circulaban por los pasillos del tianguis.

 

Por el regreso de Guillermo Villaseñor, el 23 de marzo, después de un día de llamadas y negociaciones de las que estuvo al tanto la Procuraduría General de la República (PGR), a través de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada, (SEIDO), la familia pagó un rescate pero los secuestradores no devolvieron a Guillermo.

 

Han transcurrido más de 80 días sin tener noticias del empresario.

 

“No secuestran a uno, secuestran a toda la familia. El que se llevó a mi hermano es invisible para nosotros, pero nosotros somos completamente visibles para él. Tenemos miedo, ya no podemos dormir”, dice Hugo Villaseñor, hermano mayor de Guillermo y quien se dedica el cien por ciento de su tiempo a buscarlo.

 

Dedicado también al ramo textil, Hugo se mantiene ocupado tocando todas las puertas posibles, muchas de las cuales parecen haberse cerrado.

 

El secuestro de su hermano fue denunciado ante la Procuraduría de Justicia de Michoacán; ante la SEIDO y también se inició una queja en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) pero ninguna de estas autoridades avanza. En algunas, ya ni el teléfono le contestan.

 

TextiCuitzeo es un enorme tianguis de casi mil 500 locales comerciales que fue construido hace unos pocos años; actualmente se estima que en el lugar están invertidos miles de millones de pesos en locales y mercancía.

 

El lugar fue edificado para congregar negocios de ropa, industria en la que se basa la economía de la región entre Cuitzeo y el sur de Guanajuato, particularmente Yuriria, Uriangato y Moroleón.

 

Se ubica dentro del terreno de la comunidad de Cuaracurio, en la carretera federal Salamanca-Morelia, a la altura del kilómetro 45.3

 

Pero como ocurre con otros sectores industriales o agrícolas de la región, la plaza comercial es también un atractivo para los grupos del crimen organizado que operan en esa zona.

 

Cientos de autobuses con compradores particulares y comerciantes de ropa de varias entidades del país viajan cada semana para adquirir la mercancía. Los martes son los días fuertes de la semana, un día como ese secuestraron a Guillermo.

 

Hugo Villaseñor contó que él y su hermano (de 52 años) se han dedicado a la industria textil prácticamente toda su vida. Él mismo se encargó de instalar uno de los numerosos tianguis entre Moroleón y Cuitzeo (en territorio de este último municipio michoacano) pero ante fuertes conflictos con otros intereses, optó por regresar a Irapuato.

 

Sin embargo, Guillermo se quedó, adquirió un local en la plaza de TextiCuitzeo e instaló su negocio de ropa.

 

Un video de las cámaras de seguridad del propio local muestra el momento del secuestro del empresario: seis hombres con chalecos antibalas, armas largas y los rostros cubiertos con pasamontañas ingresan al local; uno de ellos se acerca al empresario –que se encontraba sentado en una silla- mientras otros amagan a los dos empleados. El hombre se pone de pie y es sujetado por los brazos y los hombros mientras sale.

 

En el cronómetro de la grabación transcurren 35 segundos.

 

La familia recurrió a la PGR e interpuso denuncia ante la SEIDO (FED/SEIDO/UEIDSM-MICH/000026) que quedó a cargo del Ministerio Público Miguel Ángel Hernández.

 

Posteriormente, se inició también la denuncia 1003201710610 en la Procuraduría de Justicia de Michoacán, misma que pasó a la Unidad Antisecuestros.

 

El secuestro

 

En la madrugada del 22 de marzo, la familia recibió la primera llamada telefónica. Hubo oportunidad de escuchar la voz de Guillermo que identificaron plenamente, antes de que los secuestradores fijaran la cantidad exigida como rescate.

 

Al día siguiente personal de SEIDO estuvo presente y acompañando la negociación. Al llegarse a un acuerdo, un chofer fue enviado a tirar el paquete a un punto en la carretera federal cerca de Moroleón y Uriangato, de donde posteriormente fue recogido por dos sujetos en una camioneta como las que se usan para transportar ganado.

 

El hombre fue seguido por los plagiarios de Guillermo y recibió una llamada en la que le dijeron que el empresario estaba por ser devuelto, pero eso nunca ocurrió.

 

Un par de semanas después, sin noticias ni llamadas de los secuestradores, la SEIDO retiró al personal que tenía instalado en la casa del empresario.

 

A pesar de que les han entregado toda la información, grabaciones de las llamadas, de las cámaras del local y otros datos, ni SEIDO ni la Procuraduría de Michoacán han efectuado más diligencias en las investigaciones.

 

Ninguna de estas instancias ha recogido o revisado los videos de la plaza comercial, ni se ha entrevistado al personal, los administradores, los propietarios.

 

La autoridad: indiferente

 

Incluso, pretendían que fuera la familia la que acudiera al TextiCuitzeo a pedir las grabaciones de las cámaras de seguridad del negocio.

 

Eso sí, hubo una atenta solicitud para que no divulgara el caso por parte de las autoridades. “Nos dicen que corremos peligro, pero ya no queremos quedarnos callados”, señaló Hugo Villaseñor.

 

Peor aún: unos días después del secuestro de su hermano, desconocidos ingresaron a una bodega del empresario en Irapuato, de donde sustrajeron maquinaria, ropa, telas.

 

Por este saqueo se interpuso una nueva denuncia, sobre la que los familiares tampoco tienen novedades.

 

El hermano de Guillermo recuerda que hace aproximadamente un mes acudió a la Zona Militar en Irapuato para hablar con el comandante. “Me pasaron con un teniente de apellido Alarcón. Le pedí que nos canalizara con el general pero me tomó los datos”.

 

En la Marina, se le informó que sólo intervienen en algunos asuntos y para encomiendas muy específicas.

 

“He ido a todos los hospitales, a la Cruz Roja, a la morgue y nada. Me dicen las autoridades que había indicios de que tenían a mi hermano en Morelia, pero no avanzan nada, ya no hacen nada…ya estamos cansados, mi hermano es uno de los 39 mil desaparecidos; ahora pensamos ofrecer una recompensa ante la indolencia de las autoridades. Nos dijeron que lo iban a regresar”.

Por: Verónica Espinosa / proceso.com.mx

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