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Paisaje sombrío en Veracruz, todo aquí huele a muerte; el gran fracaso azul

El Piñero

Luis Velázquez

21 de septiembre de 2017

 

ESCALERAS: Todo Veracruz está pintado de muerte. Es el color del paisaje. Pero también, la expresión facial en cada habitante. La población se mueve entre la incertidumbre y la zozobra. Entre la angustia y el horror. Nadie está seguro. Cualquier día, la muerte puede alcanzar a todos, incluidos los ricos con sus escoltas.

Fue el caso, por ejemplo, del hondureño Edwin Rivera Paz, el hondureño que huyó de la muerte en su país y la muerte lo alcanzó en Veracruz el 9 de julio del año que corre cuando filmaba la vida de sus paisanos en Acayucan.

Fue el caso de Mara, la chica de 19 años, estudiante de Ciencias Políticas, a quien la muerte la alcanzó en Puebla, cuando Veracruz alcanza una numeralia terrible de feminicidios, todos en la impunidad, porque para el Fiscal es más importante cocinar paella, uno de sus placeres en la vida.

“La muerte tiene permiso” intitularía Edmundo Valadés a una de sus novelas.

En Estados Unidos, la Casa Blanca prohíbe a la población viajar a Veracruz, casi casi como en el sexenio anterior cuando el territorio jarocho fue declarado “el peor rincón del mundo para el gremio reporteril”.

Y cuando el sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra dijera, siempre en pie de guerra, que “Veracruz es el cementerio de migrantes más largo y extenso del país”.

Todo aquí huele a muerte.

Y es que la muerte está por todos lados.

Y aun cuando la autoridad “se cura en salud” repitiendo el estribillo de que se trata de ajustes de cuentas entre los carteles disputando la jugosa plaza Veracruz, la muerte está en los 4 niños asesinados en Coatzacoalcos y en el niño y su maestra asesinados en Tantoyuca y en la niña asesinada en una plaza comercial de Córdoba y en las tres edecanes de Amatlán y Cordoba secuestradas y ejecutadas.

Nunca como ahora tantas fosas clandestinas y tantas cruces en los panteones y tantos cuerpos cremados en las funerarias.

 

PASAMANOS: La vida diaria se ha podrido en Veracruz. Nada más terrible que la violencia. El escalofrío de escuchar la sirena policiaca en la madrugada. El miedo de oír un ruido sospechoso en casa. El pavor por una bala perdida en un fuego cruzado. La zozobra de que te puedan asaltar en la plaza comercial. Y si te resistes, que te maten de una puñalada. Los cadáveres tirados en la carretera y entre los cañaverales. Las mujeres asesinadas arrojadas en despoblado.

Y lo peor: nueve meses y 21 días luego del duartazgo resulta un suicidio seguir culpando del vértigo de sangre a Javier Duarte y Arturo Bermúdez y a sus narcopolicías, pues si a esas vamos, entonces, ha de recordarse que los carteles iniciaron en Veracruz con Patricio Chirinos Calero, 1992/1998, cuando el ex priista y góber azul era de hecho y derecho el vicegobernador, pues Chirinos pasó el sexenio despachando al lado de su amigo Carlos Salinas.

Así, todo Veracruz está teñido de sangre.

Y cuando el secretario de Seguridad Pública, anexos, conexos y similares han sido rebasados por el principio de Peter, ni modo que el jefe máximo de la revolución azul se saque el conejo de la chistera o del sombrero y haga milagros.

Desde luego, tendrá pantalones como alardeó en Poza Rica, pero cada muerto que hay cada día y cada noche expresa su incompetencia.

Y es que si hay aquí, entre nosotros, una enfermedad crónica como es la pobreza, la miseria, la jodidez, el desempleo, el subempleo, los salarios de hambre y la migración, también hay otro mal peor, el peor de la caja de Pandora, como es la inseguridad en cada nuevo amanecer.

 

CASCAJO: Y a su lado, la impunidad. Y más, por lo siguiente: el principio político, social y jurídico lo dice con claridad: a mayor impunidad, más criminalidad.

Y es que con la edad mental del Fiscal, resulta una locura soñar con la procuración de la justicia.

Las redes sociales, el Facebook, el Periscope, como el juguete del niño berrinchudo que es. Ya pitorreándose del Solecito. Ya con su mandil de cocinero alardeando que es su mayor placer en la vida. Ya anunciando su pizzería. Ya posando con la familia. Ya tomando videos al góber azul. Ya madreando y madreándose con los reporteros.

Y si el Fiscal es así y sigue en el cargo y fue elegido para nueve años, entonces significa que el jefe está de acuerdo y le permite y tolera sus sandeces.

Y ante la inseguridad y la impunidad la misma foto fija de siempre. “Es fácil criticar desde afuera”. Es fácil agarrar la computadora y madrear. “Digan lo bueno que estamos haciendo”. “Ya sé que ustedes no aplauden”. “Estamos exponiendo la vida por” los 8 millones de habitantes de Veracruz”.

Y la vida, oh paradoja, prendida con alfileres.

Y al paso que vamos, cada habitante del estado jarocho habrá de convertirse en un hijo de la ira social.

Y la ira se expresará, en unos casos, en guardias comunitarias, y en otros, en marchas y caminatas arriesgándose a una madriza policiaca, pero de igual modo en las urnas el año próximo cuando sean elegidos los diputados locales y federales, los senadores, el presidente de la república y el gobernador de 6 años.

El pendiente número uno en Veracruz es la seguridad en la vida y en los bienes. Y la yunicidad ha fracasado por completo… por más y más “golpes de pecho” que se está dando.

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