Luis Velázquez | Expediente 2021
20 de abril de 2021
Papantla, la puerta de entrada a la cultura totonaca y al Tajín, ya dejó de oler a vainilla. Solo queda el recuerdo, aquellos años felices para la vida económica y social. También dejó de oler al estridentismo de Manuel Maples Arce. Ahora, Papantla huele a cadáveres. Cadáveres putrefactos.
En el anfiteatro del panteón municipal, los cadáveres se acumulan. Incluso, están a la intemperie. Sobre las planchas. A ras del suelo. Cubiertos, unos, con bolsas de plástico negro, las famosas bolsas negras de la basura.
Y si bien les va, amarrados con cinta adhesiva, con todo y que “los líquidos que producen los cuerpos se esparzan por todo el lugar” (La Jornada-Xalapa).
La Fiscalía General, incapaz de darse abasto. Igual, igualito que en otros pueblos de Veracruz, y en donde, incluso, hasta contrataron camiones refrigerados para amontonar los cadáveres y que de cualquier manera, trascienden los olores fétidos, insoportables, más, mucho más, con la temperatura ardiente de la primavera.
Peor tantito: semanas anteriores, en la ciudad jarocha tiraron cientos de cadáveres en las fosas comunes que porque nadie los reclamaba ni menos, mucho menos, identificaba.
Es el otro nuevo rostro urbano, suburbano, indígena y rural de Veracruz. De seguro, en todos los distritos judiciales con sus Fiscalías Regionales la población electoral estará igual.
En realidad, los estragos de la violencia. La violencia de los carteles y cartelitos, anexos y conexos. La violencia de los machitos con los feminicidios. La violencia de la delincuencia común… que también asesinada. Y mata, por ejemplo, a mujeres ancianas, madre de 96 años, hija de 69 años, únicamente para robarles en sus casas.
En el caso de Papantla, los familiares de la gente fallecida y sepultada en el panteón local están sufriendo los olores fétidos cada vez que llevan al panteón unas flores y unas veladoras para rezar unas oraciones por “el eterno descanso de los suyos”.
¡Vaya tragedia! En el siglo pasado, Papantla oliendo a vainilla. Un olor agradable que se esparcía en la carretera por todos los confines. Ahora, el olor a cadáveres.
¡Súper! ¡Un logro más dela 4T! ¡La Cuarta Transformación está caminando!
LA NUEVA PESADILLA
Son cadáveres que desde entonces, cuando las personas fueran asesinadas, nunca nadie los ha reclamado.
Otros, sin embargo, esperando el resultado de la investigación, digamos, la prueba ADN.
Otros más, desconocidos, quizá malandros (digamos, solo digamos) del otro extremo del país y que trabajaban para los carteles.
Muchos, sin un informe concreto, específico y macizo a los Colectivos, integrados con madres y padres con hijos desaparecidos, para que ellos dieran el siguiente paso de la identificación, en tanto los Colectivos buscan a los suyos en fosas clandestinas, cárceles, centros de alcohólicos anónimos y albergues, entre otras posibilidades.
Es la nueva pesadilla del tsunami de violencia en la tierra jarocha.
Por ahora, digamos, en el tiempo del invierno y del otoño que ya fueron, bien podrá la primavera, “La Maldita Primavera”, recrudecer los olores fétidos y nadie dudaría de una nueva resistencia pacífica de los vecinos para sanear el medio ambiente.
Más grave si se considera que en otros municipios están igual o peor.
Al ratito, el incendio social será estatal.
Sabrá la autoridad el número de cadáveres concentrados en los Institutos de Medicina Forense.
Los cadáveres desmembrados tirados en bolsas negras a orilla de carretera o en los caminos polvorientos.
Los cadáveres colgando de los árboles y puentes y por lo general, de gente desconocida.
Los cadáveres flotando en los ríos y lagunas.
Los cadáveres arrojados a los pozos artesianos de agua dados de baja.
Los cadáveres tirados en medio de los cañaverales.
Desde hace ratito, en Veracruz hay más cadáveres que municipios. Más, mucho más de mujeres. Feminicidios.
Entonces, la capacidad física de la Fiscalía General para albergar a todos rebasada por la izquierda, el centro y la derecha.
Y el olor fétido causando estragos en la salud de la población electoral y las familias que viven todos los días con modestia y sencillez y “con la medianía del salario” mínimo.
PRONÓSTICO RESERVADO
Con Agustín Acosta Lagunes, Patricio Chirinos Calero, Miguel Alemán Velasco, Fidel Herrera Beltrán, Javier Duarte, Miguel Ángel Yunes Linares y Cuitláhuac García, Veracruz quedó y está convertido en un largo y extenso cementerio y como los muertos ya no caben en los panteones, y en otros casos, esperan la identificación, entonces, amontonados “a ras del suelo”.
Un día, quizá lo más pronto posible, ni modo, todos a las fosas comunes, antes, mucho antes, de que la población, como las mulas golpeadas a latigazos, se enmule, se sacuda la carga, se rebele y vaya a la resistencia pacífica, y el desfogue social sea canijo.
De pronóstico reservado, vaya.