Luis Velázquez | Escenarios
11 de junio de 2021
UNO. Empleos y seguridad
Hay dos políticas públicas para que los presidentes municipales 2022/25 pudieran, digamos, trascender.
La primera, una cruzada política para alentar la creación de empleos.
Y empleos pagados con justicia laboral y las prestaciones de ley.
Y la segunda, una política de seguridad para garantizar la seguridad en la vida y en los bienes, más, mucho más, en la vida, porque los bienes van y vienen.
A partir de ahí, si ellos deciden llevar la vida pavimentando una callecita, construyendo un saloncito de clases o un parquecito, los 4 años en la hamaca serán felices y dichosos.
DOS. Zozobra en el diario vivir
Muchos pendientes sociales existen en la tierra jarocha, de igual forma que en el resto del país.
Pero hay tiempos duros y difíciles que se vuelven los peores en la vida de un pueblo, como en el caso, el galopante desempleo acentuado con el COVID y la recesión, y la inseguridad y la zozobra en el diario vivir.
Veracruz, incluso, oliendo a pólvora y sangre en una ruda batalla de los carteles y cartelitos para seguir adueñados de la jugosa plaza estatal.
TRES. Vida sin sobresaltos
El Regidor y el director de Obra Pública de cada Ayuntamiento han de cumplir con su tarea como es la construcción y mantenimiento de la infraestructura, entre otras cositas, para hacer llevadera la vida, digamos, a la altura del pueblo de Orizaba donde los observadores aseguran existe el paraíso terrenal con tantos servicios de primera.
Pero los alcaldes quizá deberían empeñar la vida en cabildear para crear empleos y garantizar la seguridad, para tener todos una vida sin sobresaltos de secuestros, desapariciones, asesinados, pozoleados y calcinados.
CUATRO. Tocar puertas, cabildear…
Empleos y seguridad constituye el pendiente número uno. Y de lograrse, cada jefe de familia, cada familia, cada negocio, comercio, changarro, empresa, industria, factoría, bien exclamarían que se vive en la tierra prometida.
Cierto, el presidente municipal ha de tocar puertas tanto en el gobierno de Veracruz como en el Palacio Nacional y en las secretarías de la Defensa Nacional y Marina y en la Guardia Nacional.
Pero, bueno, es su chamba y para eso fue elegido. Y si piensa que fue nominado para una eterna “luna de miel” sentado en la silla embrujada del palacio está equivocado.
CINCO. Estragos políticos
La experiencia es desoladora. Está claro que los alcaldes en funciones fueron incapaces de restablecer la tranquilidad y la paz como, por ejemplo, lo obtuviera Fernando Gutiérrez Barrios en los primeros cuarenta días como gobernador.
Pero cada político y tribu política tienen su espacio y tiempo y si las nuevas generaciones que llegarán desean trascender escalando mejores oportunidades, entonces, han de aplicarse.
El desempleo y la incertidumbre pueden convertirse en los jinetes del Apocalipsis en el siglo XXI y causar estragos en la vida pública de los políticos.
SEIS. Más allá del palabrerío…
Demasiado cuesta, por ejemplo, crear empleos. La iniciativa se detiene, más en tiempo de recesión, por la inseguridad.
Y por eso mismo, la tarea se vuelve descomunal. Pero, bueno, decía David Alfaro Siqueiros, “la vida sin problemas se vuelve insípida”.
Y/o como dice el anuncio del viejito, “si las cosas fueran fáciles cualquiera las haría”.
Un alcalde electo que dedique el próximo semestre, de aquí a la toma de posesión, al ejercicio de la imaginación para empujar la solución de los pendientes, irá de gane.
Claro, si hay ganas y fueron sinceros en la jornada cívica con su palabrerío.