Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz.- UNO. Pedro el anacoreta…
Desde su mirador en el Golfo de México, Pedro el anacoreta, ermitaño, mira las convulsiones en Veracruz.
Rodeado de libros y periódicos viejos y amarillentos, acompañado de su perro que todos los días lo cuida en su cuarto INFONAVIT, vive enclaustrado, ensortijando cada día la sangre desparramada en los cuatro puntos cardinales del paraíso que fue Veracruz, en infierno convertido.
Y sienta su tesis, que aun errónea, equivocada, se trata, en todo caso, como la mirada de un ciudadano común y simple que en cada nuevo amanecer vive con sencillez, la vida más fascinante de todas, pasar inadvertido, invisible, lejos del pasillo mediático, el chismerío y los chairos.
Entonces, se dice que si en Veracruz hay narcos, carteles y cartelitos, se debe a que es tierra fértil para todos ellos, pues ni modo que pierdan su tiempo.
Pero además, y ningún descubrimiento social significa, que si la violencia se multiplica se debe, entre otras cositas, a la impunidad galopante.
Y cuando redescubre que la desigualdad es económica y social, pero también educativa, de salud, de seguridad, de justicia y desarrollo humano, entonces recuerda la frase célebre de Víctor Hugo (su biografía llegó a una librería local y vale 800 pesos) de que un niño pobre tiene el mismo derecho educativo que un niño rico.
Y si existe un pueblo jodido, pobre y en la miseria se debe, claro, al multiplicado déficit educativo. Inverosímil, desde luego, siente, sopesa, percibe, en el Veracruz donde florecieran, entre otros, Enrique Rébsamen, Enrique Laubscher, Rafael Delgado, Carlos A. Carrillo y hasta Juan Nicolás Callejas y Adolfo Mota como secretarios de Educación, y ni hablar, Enrique Pérez Rodríguez y el profe strippero del tiempo de MORENA.
DOS. 75 gobernadores después…
Pedro el anacoreta, quien de vivir en las cuevas rupestres de Alto Lucero de Paquita la del barrio brincó a un depa Infonavit en el puerto jarocho para respirar el aire marino en cada amanecer, recuerda que por Veracruz han pasado 75 gobernadores y cuyo resultado social se resume en pocas palabras:
6 de los 8 millones de habitantes están en la miseria, la pobreza y la jodidez.
Por eso, se dice, asistimos al derrumbe de la esperanza y a un nuevo populismo rayando en la demagogia.
El góber, por ejemplo, viajando en ADO para honrar, digamos, la austeridad republicana del jefe máximo. El “Dos del Palacio” cocinando en paila chicharronera en su pueblo, Otatitlán. Antorchistas bloqueando calles y avenidas en Xalapa, como antes, en el priismo duartiano. El sabadaba fifí como eje ideológico. La salsa como el segundo himno cívico de Veracruz.
La violencia, se dice el pobre viejito anacoreta, ya sembró toneladas de indignación y coraje social de norte a sur y de este a oeste de “la noche tibia y callada” de Agustín Lara.
Por eso, es la hora de la resistencia pacífica y la revolución silenciosa que ha nacido en Coatzacoalcos y Minatitlán como el último aviso desesperado del renacer ciudadano.
La hora de tomar las calles y avenidas hasta ser escuchado, nunca jamás con palabras ni discursos mesiánicos, sino con hechos concretos y específicos, el único aval de una mujer y un hombre, y más, si son políticos.
Y más, en el tiempo del horror y el terror vivido.
Es el momento de armarse de un ordenador portátil, de un celular, una computadora, y enviar e-mails a todos y entre todos para manifestarse y protestar.
La hora, dice Diego Luna, de ejercer la ciudadanía.
La insurgencia cívica en Veracruz, como en 1924 con Herón Proal y su movimiento inquilinario y de los agraristas enfrentando al cacique de Almolonga, Manuel Parra, el jefe máximo de “La mano negra” que asesinó a cuarenta mil campesinos.
TRES. Lo importante es seguir luchando
Pedro el anacoreta es sereno, mesurado y prudente.
Y por ejemplo, se dice que más allá de la izquierda, la derecha y el centro, partidocracia anexa, conexa y similares, la jodidez en Veracruz está canija para que el nuevo gobierno estatal sea igual que el anterior y el anterior y el anterior con el reparto de cargos públicos entre los cuates en vez de buscar, por ejemplo, a los más capaces y expertos de acuerdo con una convocatoria pública.
Es la hora, entonces, de defender los principios y los valores como nunca antes.
La meritocracia, por ejemplo, encima de amiguismos, compadrazgos y complicidades, para que todos por igual tengan igualdad de oportunidades.
La libertad y la dignidad humana en su dimensión estelar.
El día de la movilización ciudadana luchando contra la inseguridad.
El momento estelar de recuperar Veracruz flagelado por los días y las noches más sórdidas y siniestras en los últimos 8 años.
Y es que Veracruz está en lo más profundo del abismo social y ningún político ni grupo político ni partido ni movimiento lo salvará, únicamente los ciudadanos organizados en legítima demanda de sus derechos humanos.
Así, digamos, sueña Pedro el anacoreta, consciente y seguro de que sus antepasados también soñaron y lucharon y como dice el relato, murieron en el intento.
Pero con todo, lo importante es continuar luchando, pues ni modo de cruzar los brazos y dejar que el sueño se deshaga y pulverice en la resignación.
Los anacoretas también sueñan…