Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- ESCALERAS: Ninguna duda hay de que si Javier Duarte cometió tantos desmanes se debió, entre otros factores, al ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, que lo solapó.
Y a la Comisión de Vigilancia del Congreso en la LXIII Legislatura, Juan Nicolás Callejas Arroyo, el líder de la bancada priista.
Y a los seis secretarios de Finanzas y Planeación.
Y a los tres Contralores.
Y a los contralores en cada secretaría.
Y a los auditores internos y externos.
Pero también, a Enrique Peña Nieto, como lo expone el reportero más prestigiado del país, Raymundo Riva Palacio en su columna intitulada “Duarte y el dinero sucio”.
Riva Palacio resume así los hechos y circunstancias:
Uno. En varias ocasiones, Luis Videgaray Caso, secretario de Hacienda y Crédito Público, pidió al presidente de la república actuar contra Duarte por el desorden financiero y de corrupción.
Y nunca actuó.
Ni siquiera, vaya, actuó cuando la Auditoría Superior de la Federación detectó a mediados del primer semestre del año 2014 cuando ya existían irregularidades, ilícitos, sucios manejos en los recursos públicos federales y hasta, incluso, y de acuerdo con la ley, interpuso la denuncia penal en la Procuraduría General de la República y notificó a Hacienda para que según la ley le retuviera las participaciones y el subsidio federal hasta rendir cuentas.
Nunca Peña Nieto quiso proceder.
Tampoco procedió cuando Manlio Fabio Beltrones, presidente del CEN del PRI, advirtió a Peña Nieto que la única manera de ganar la gubernatura el año anterior, con Héctor Yunes Landa de candidato, era quitar a Duarte.
Por el contrario, el presidente despidió a Beltrones.
PASAMANOS: Con todo, Peña Nieto dejó en manos de Duarte la elección y ni hablar, el PRI perdió la gubernatura y perdió la mayoría en el Congreso local.
Peña Nieto también fue notificado del millonario desvío de recursos federales que se estaba cometiendo con Duarte cuando, por ejemplo, y por órdenes superiores dice Riva Palacio, trascendió que la campaña de Duarte a diputado federal por el distrito de Córdoba y la campaña a gobernador en el año 2010 fue financiado con el billete federal asignado para la llamada Modernización Educativa.
El presidente “dejó hacer y dejó pasar”.
Más aún.
Todos sabían que Duarte estaba financiando varias campañas de candidatos a gobernadores, entre ellos, del perredista Silvano Aureoles, para Michoacán.
Y Duarte seguía echado para adelante, sintiendo, estando seguro del apoyo singular, fuera de serie, de Los Pinos.
Y más por lo siguiente:
Llegó un momento en que Duarte convenció al presidente de que podía ganar de todas todas las elecciones por su gran capacidad de comprar a los opositores, entre ellos, al mismito Andrés Manuel López Obrador.
Siempre, entonces, y por alguna razón poderosa, Peña Nieto fue demasiado complaciente con Duarte.
Y en nombre de la relación política, quizá amical, con el presidente, Duarte hizo y deshizo.
Incluso, nadie olvida cuando Peña Nieto puso de ejemplo nacional de la nueva generación política a Javier Duarte, César Duarte (Chihuahua) y Roberto Borge Angulo (Quintana Roo) y quienes terminarían “en el infierno tan temido”.
Duarte, detenido en Guatemala y preso en el Reclusorio Norte en la Ciudad de México.
Roberto Borge, detenido en Panamá y enfrentando el proceso de extradición.
Y César Duarte, prófugo de la justicia.
Peña Nieto se equivocó, con una de los peores errores de su vida pública, y más luego de que el presidente del CEN del PRI, Enrique Ochoa Reza, llamó pillo, ladrón y asesino a Javier Duarte.
Y si lo llamó así… ha de ser con autorización de Los Pinos, pues ni modo que lo hiciera por su propia voluntad.
CASCAJO: El presidente de la república es el político mejor informado del país. Luego, le siguen los gobernadores, los más informados en cada entidad federativa.
Y para la historia local siempre quedarán las razones por las cuales Peña Nieto fue tan complaciente con Duarte, que todo, todo, todo le toleraba.
Y hasta lo ponía de ejemplo.
Nadie pensaría que era, por ejemplo, por una obra social relevante, sin antecedente en el país.
Tampoco porque le contaba chistes sexuales y chismes políticos y lo hacía reír a carcajada batiente.
Ni porque uno y otro fueran amigos entrañables desde, por ejemplo, la infancia en que suelen construirse las amistades imborrables.
Ni menos se puede creer que Peña Nieto vivía agradecido con Duarte porque fue el primer gobernador (se afirma) en destaparlo como candidato presidencial.
Ni menos porque, como se afirma, le haya financiado con unos centavitos oficiales la campaña presidencial en el año 2012.
Ni porque Duarte apostó a Peña Nieto en vez de apostar a Fidel Herrera Beltrán, quien también soñaba con Los Pinos y hasta formó un equipo disciplinario llamado “El laboratorio de la inteligencia”.
Y si en todo caso, el presidente quedó agradecido porque Duarte financió la campaña de algunos candidatos a gobernadores ha de recordarse que así funciona la cultura priista desde que Plutarco Elías Calles fundara el partido abuelito del PRI, el PNR, y por tanto, ninguna cosa de otro mundo, extraordinaria, fuera de serie, significa el mecenazgo.
Para los habitantes de Veracruz, Javier Duarte cometió tantos abusos y excesos porque Peña Nieto fue demasiado condescendiente y que nadie sostenga que el presidente fue respetuoso de la autonomía de los Estados y de los gobernadores, porque nadie se la cree.
Riva Palacio lo expresa con claridad: en varias ocasiones, Luis Videgaray pidió al presidente actuar contra el desorden financiero y la corrupción de Duarte, y nunca quiso.
Y cuando Peña Nieto reaccionó ya era demasiado tarde. El daño ya estaba hecho…