Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- ESCALERAS: Cada vez resulta insólita la corrupción a la que llegó Javier Duarte, Karime Macías y los duartistas.
Cada vez más más casos de denuncia. Y cada vez más políticos en la antesala del penal de Pacho Viejo.
Incluso, cuando ya el ciudadano pensaba que había conocido todas y cada una de las pillerías del sexenio anterior como en una caja china llena de sorpresas aparecen más trapacerías.
Más aún, cada vez más se afianza la versión sicológica de que el político preso en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México tiene una mente torcida.
Peor tantito: cada vez se afianza la versión de que así era Duarte, pero peor, mucho peor, Karime Macías en su ambición desmedida de que ella, como escribiera en su diario, merecía abundancia.
Paradójico: de acuerdo con la encuesta aplicada por la yunicidad, la población está más, mucho más furiosa con Karime que con Duarte, pues mientras el pobrecito ex góber tuitero, amante de los perros y los frutsis y las palomitas, está privado de su libertad, ella vive en una de las ciudades más caras del mundo, como es Londres.
Más aún: nadie dudaría de que viajaría a París para pasar una tarde pastelera con Salma Hayek, dueña con su esposo, uno de los 9 hombres más ricos de Europa, de un castillo.
PASAMANOS: En los últimos días, la corrupción duartiana ha aflorado a plenitud.
Por ejemplo:
En la Cuenta Pública del año 2016, el último del sexenio anterior, “el año de Hidalgo”, el daño patrimonial fue de más de catorce mil millones de pesos, aun cuando después corrieron la versión de que era superior a los veintiún mil millones.
Más grave, sin embargo, el recuento de la Auditoría Superior de la Federación de que el monto de las irregularidades de Duarte en su sexenio llegó a 42 mil 615 millones de pesos, por lo que el auditor Juan Manuel Portal ha interpuesto, al momento, cincuenta y cinco denuncias penales en la Procuraduría General de la República, PGR.
Y en su balance final incluye el año 2016 cuando el desvío de recursos llegó a 13 mil 500 millones solo de recursos federales, y a los que debía agregarse el saldo del ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior.
Por eso, resulta inaudito el monto del dinero público desviado, tanto tanto tanto que el legendario “Chuco el roto” y Alí Babá quedan como unos niños de kínder.
Y por supuesto, además de Duarte los duartistas “metieron la mano al cajón”, como deja testimonio fuera de duda que seis de ellos (Ramón Ferrari Pardiño y su hijo, Juan Antonio Nemi Dib, Carlos Aguirre Morales, Antonio Gómez Pelegrín y Leonel Bustos) anden de huida.
Nadie, claro, y solo para otorgar el beneficio de la duda, pensaría que Duarte y los suyos se fregaron, por ejemplo, los 42 mil 615 millones de pesos federales, pues, digamos, habrían desviado el erario a otros programas sociales y en otras regiones para tapar los huecos que de pronto aparecían.
Pero…, pero al mismo tiempo, las empresas fantasmas y los once duartistas presos en el penal de Pacho Viejo acusados de pillerías suponen y presuponen que, en efecto, “ordeñaron la vaca” creyendo que era una vaca suiza que podía ordeñarse tres veces al día.
CASCAJO: Lo que de plano no tiene nombre es que Duarte y sus aliados, socios y cómplices hayan dejado una deuda de diez mil millones de pesos con el SAT, Sistema de Administración Tributaria, porque se fregaron los impuestos retenidos a la burocracia.
Además, igual de grave, que se hayan fregado 839 millones de pesos del Impuesto Sobre la Renta y que significa, en ambos casos, que birlaron a la secretaría de Hacienda y Crédito Público, y lo que significa palabras mayores en la corrupción desaforada de robar y robar y robar sin el menor escrúpulo.
Pero más todavía:
Las empresas fantasmas servían, además de para desviar recursos públicos, para crear y recrear sobreprecios al gusto de todas y cada una de las elites priistas metidas en el sucio y voraz negocio a costa del erario.
Peor tantito: en la renegociación bancaria que gestionaron se disputaron altísimas comisiones de apertura de los créditos, tanto de a largo como a corto plazo en una voracidad, codicia y ambición sin límites, valiéndoles un gorro la rendición de cuentas, pero también, de que tarde o temprano fueran descubiertos.
RODAPIÉ: Tantito peor:
Duarte y su equipo delincuencial descontaban a los burócratas la cuota para el seguro médico y nunca, jamás, la entregaron a la aseguradora.
Más aún: a los presidentes municipales también les fregaron el pago del SAT, incluido tanto el ISR como la cuota al Seguro Social.
Peor aún: por un lado, los trabajadores pagaban los créditos bancarios que les daban con cargo a su salario y aun cuando la secretaría de Finanzas y Planeación los descontaba nunca, jamás, los entregaba a la institución bancaria correspondiente.
Y de pronto, a los burócratas les llegaba la declaratoria de que estaban en el buró de crédito, satanizados de por vida para seguir solicitando préstamos.
Incluso, de pronto, los burócratas se indignaron y mostrando el cheque quincenal donde aparecía el descuento para el pago del crédito exigían la entrega del dinero descontado.
El colmo fue, la gran estafa, con los niños enfermos de cáncer a quienes daban agua destilada como tratamiento médico.
Y, bueno, si Duarte y Karime actuaron así, de entrada significa que tenían la complicidad (porque los salpicaban) del secretariado del gabinete legal y ampliado en turno.
Pero además, la complicidad del ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior.
Y de la Contraloría y de la secretaría de Finanzas y Planeación.
Y de la secretaría de Hacienda y Crédito Público, pues en su oportunidad, primer trimestre del año 2014, la Auditoría Superior de la Federación, interpuso la denuncia penal en la PGR por las primeras desviaciones detectadas y Hacienda incumplió con la ley pues en automático debía congelar las participaciones federales hasta que Duarte y los suyos aclararan paradas.
Nunca lo hizo ni lo hicieron su Contralor, Ricardo García Guzmán, ni tampoco los titulares de SEFIPLAN, en el caso, Antonio Gómez Pelegrín, cuando el caso estalló a partir de la denuncia sistemática de Miguel Ángel Yunes Linares.
Javier Duarte operó así el gobierno de Veracruz porque tenía la confianza del altiplano… hasta que el escándalo resultó insostenible.
Pero ya era demasiado tarde…