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Perder la plaza… peleando, derrotismo en el PRI

Staff El Piñero

Luis Velázquez / Escenarios

Uno

Los tambores de guerra han sonado. Los partidos políticos tienen ya sus candidatos a presidentes municipales, síndicos y regidores. Y si el PRI se juega su destino como un partido de oposición, y si muchos se sienten derrotados de antemano como un mal fario, entonces, lo menos es que pierdan la plaza pero peleando, a base de una gran estrategia electoral limpia, sólida y aguerrida.

Habrá, sin duda, como siempre ha ocurrido, guerra sucia. Y de todos lados. Ninguno irá a un bautizo ni tampoco a una boda. Todos van a la guerra civil. La conquista del poder a través del voto en las urnas.

Y en la posibilidad, el PRI, derrotado en la gubernatura y la mayoría en el Congreso, sufre los peores estragos.

Por ejemplo, militantes que desertaron para refugiarse en el PAN y MORENA. Unos, por la candidatura a la alcaldía y otros, resignados, a las sindicaturas y regidurías.

Y de paso, duartistas a morir que antes fueron arrodillados ante un gobernador que tiene como eje rector de su filosofía política y social la venganza, de tal manera que todos hablan de la Fiscalía del rencor y el odio.

Javier Duarte prófugo de la justicia dese hace 163 días, en el peor descrédito de la historia de un gobierno local. El presidente del CEN del PRI le llama “asesino”, por aquel asunto, digamos, olvidado por ahora, de las medicinas clonadas y el agua destilada como quimioterapia para los niños con cáncer.

Así, el priismo se hundió. Quedó preso en el derrotismo. Y también en el pesimismo, llegando, incluso, al agnoticismo. La mayoría, se dijo, estamos perdidos.

Y como las ratas tirándose del barco hundiéndose, ellos también.

Es la hora, entonces, de defender la casta roja con todo.

La experiencia partidista, el oficio aprendido en el campo de batalla, el dominio de un proceso electoral, y sin la corrupción que tanto terminó de enlodar Duarte, como arma legítima para luchar en todo y con todo.

 

Dos

Se vive para renovarse. Muchos han ido al infierno y regresado. Además, y como dice Jorge Uscanga Escobar, “en política no hay hombre (ni tampoco partido) muerto”.

El PRI, por ejemplo, perdió la presidencia de la república en el año dos mil. Doce años fuera de Los Pinos. En 2012 regresó con Enrique Peña Nieto.

Y si el Peñismo ha tropezado en el camino y el fundador de MORENA, AMLO, se conserva como puntero para el año entrante, y si el PAN iría en segundo lugar, y el tricolor ha bajado (por ahora) al tercer lugar, la vida es así, y ni modo, y ni siquiera, vaya, Hitler, Stalin, Mussolini y Franco, la pudieron cambiar.

Pero al mismo tiempo, el hombre se dimensiona y se eleva por sí mismo a partir de la lucha que todos los días enfrenta con seguridad y aplomo.

Lo decía don Daniel Cosío Villegas cuando describía a los hombres de la Reforma (Francisco Zarco, Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, Guillermo Prieto, Melchor Ocampo, etcétera):

“Aquellos hombres parecían gigantes”.

Y gigantes, por la pasión y la integridad con que ejercían sus derechos humanos y sus garantías constitucionales.

Es la hora, entonces, de que el PRI, mudado en partido de oposición el año anterior por culpa de Javier Duarte, y por culpa de los duartistas corruptos y por culpa, desde luego, del silencio de los fiscales (SEFIPLAN, Contraloría, ORFIS y el Congreso), resucite a plenitud y luche a madrazo limpio por recuperar los espacios perdidos.

Tres

Muchos errores cometieron las elites priistas en el pasado y quizá todavía, como el caso de los alcaldes que impusieron (o pretendieron) a sus esposas de candidatas.

Pero no más fallas de aquí para adelante.

Guerra abierta de las elites, pero más, mucho más, de la militancia, en contra del autoritarismo, el desvío de recursos oficiales, los negocios lícitos e ilícitos, el lavado de dinero, la delincuencia organizada, el daño patrimonial y los abusos y excesos del poder.

Solo así, y con una mejor vida pública, con la moral y la ética por delante, el priismo (igual que el resto de partidos políticos) ganará y mantendrá el poder público.

El grito del activista y escritor Javier Sicilia de “¡Estamos hasta la madre!” cuando los malandros asesinaron a su hijo en Morelos y a cinco amigos más, está vigente en el territorio nacional.

Por eso, el PRI se hundió al fondo del descrédito en Veracruz. Pero no todos los priistas (quisiera, claro, pensarse) son Javier Duarte, Arturo Bermúdez, Érick Lagos, Alberto Silva, Jorge Carvallo, Moisés Mansur, José Janeiro, Jaime Porres, etcétera, etcétera.

Juan Maldonado Pereda, QEPD, y quien cuando subía a la tribuna parlamentaria (cuatro veces diputado federal) los 500 diputados callaban para escucharlo, lo decía así:

“Ningún hombre entra al campo de batalla como héroe. Se hace héroe en el combate”.

Ya se verá, entonces, la madera de que están hechos.

La batalla por recuperar el paraíso perdido apenas comienza.

Vigente está, entonces, “El llamado de la selva” de Jack London, donde la lucha por la supervivencia depende de “los colmillos afilados” que cada parte tenga para operar.

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