Luis Velázquez / Expediente 2017
La piel se enchina. Es como una pesadilla en la madrugada sin que pueda despertarse. Nada más imaginar el Veracruz vivido y padecido en el duartazgo con la policía siniestra y sórdida cualquier ser humano queda horrorizado. Ni un padrenuestro resarce la paz. El terror. El miedo. El pánico. Arturo Bermúdez Zurita, más odiado que nunca.
Un caso más flotando en la superficie. Un ex comandante, Alfonso Zenteno Pérez, declarado “el policía del año”, acusado de desaparición forzada. Sólo en Potrero Nuevo, Atoyac, 19 desaparecidos, el dos de agosto del año 2013, el tercero de Duarte y Bermúdez, quien fue declarado el policía del sexenio por la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas a cargo de Namiko Matsumoto, premiada con la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Pero el horror andando. Alfonso Zenteno, acusado de la violación a un niño en San Andrés Tuxtla.
Primero, le invitó unas cervezas. Luego, lo llevó a un cañal. Después, le puso una pistola en la sien para forzarlo. Y entonces, lo ultrajó.
Zenteno, que operaba en la región de Orizaba y Córdoba, tiene un antecedente. Se llama Marcos Conde, el operador de Bermúdez en la zona de Cardel y luego en Tierra Blanca. Tiempo aquel de los ochos policías desaparecidos de Úrsulo Galván. Tiempo cuando sus policías detuvieran a cinco jóvenes de Playa Vicente y los entregaran al jefe narco de la plaza. Y los desaparecieran. Y los mataran. Y los disolvieran en químicos.
Uno y otro, Zenteno y Conde, cazadores de seres humanos. Cazadores de cabezas.
Zenteno, en las grandes ligas del horror. Sus jefes lo miraban como un policía bueno, porque, ajá, siempre hablaba de Dios. Claro, “en nombre de Dios”, imponía su ley. La única: la intimidación con el uniforme, los lentes negros, la patrulla, la policía a sus órdenes.
Y Bermúdez sin poner un alto. Todo fue permitido.
Por eso, el peor atropello del duartazgo fue a los derechos humanos y a las garantías constitucionales. El derecho a la vida. El derecho a la libertad. El derecho a vivir en paz.
DESOÍDO EL GRITO DE JUSTICIA
A partir del escándalo internacional, Marcos Conde y ocho policías fueron detenidos. En un principio, internados en el penal de Cosamaloapan. Luego, redistribuidos, todavía Duarte y Bermúdez en el trono, Luis Ángel Bravo Contreras en la Fiscalía, que por “medidas de seguridad”. El destino penitenciario de los nueve se ignora. Hasta libres podrían estar.
Ahora, Alfonso Zenteno Pérez.
Pero dadas las fosas clandestinas que de norte a sur y de este a oeste han sido descubiertas, más las anunciadas por el sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra, Veracruz habría sido “gobernado” por un montón de narco/comandantes.
Y más, si se considera la versión oficial de que las policías del país han sido filtradas por los carteles y cartelitos.
Nadie, claro, descarta ni encarta que el antecedente se repitiera hoy, cuando de paso las ONG, colectivos y solecitos siguen buscando a sus familiares desaparecidos y cuando todos siguen clamando justicia.
Por ejemplo, el padre de uno de los cinco jóvenes de Playa Vicente levantados en Tierra Blanca por elementos policiacos… anda en un activismo nacional con otros colectivos rastreando pistas de su hijo.
De paso, el nombre de Veracruz sigue ondeando en el mundo.
La captura del ex jefe policiaco, Alfonso Zenteno, en una gasolinera de Ángel R. Cabada la noche del sábado, anuncia otro infierno cuya punta del iceberg lleva de nuevo al ex secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, quien era el jefe máximo.
Y por añadidura, se extiende a los ex fiscales, Bravo Contreras y Felipe Amadeo Flores Espinoza, porque tan grave la inseguridad como la impunidad.
Habría de recordar que en la mirada de los solecitos y de la mitad de la población de Veracruz y la otra mitad la procuración de justicia constituye el otro grave, gravísimo pendiente social.
LOS POLICÍAS DAN MIEDO
Hacia 2013, Zenteno, llamado “El comandante Tritón”, porque todo lo trituraba, también “El comandante de la muerte”, llegó a la región de Córdoba y comenzó “la noche de los cuchillos largos” con una lista incalculable de desaparecidos.
Incluso, los colectivos solicitaron a Enrique Peña Nieto ordenara investigar el caso, pero nunca fueron escuchados.
Durante dos años trabajó como jefe policiaco en Orizaba, pero ante la protesta social, el alcalde Juan Manuel Diez Francos, el fans de Porfirio Díaz, lo despidió.
Entonces, Zenteno amenazó de muerte a las madres integrantes de los colectivos.
Así, en medio de la impunidad caminó en el duartazgo, cobijado a la sombra de su benefactor Arturo Bermúdez, el titular de la SSP que sembrara de espinas y cardos el camino sexenal.
La vieja leyenda y realidad urbana se impone. Los policías inspiran miedo, terror y horror. Incluso, entre un policía y un ladrón se escoge al ladrón. El primero, roba, encarcela y hasta mata. El segundo, roba y huye.