Salina Cruz—. Hasta este momento de la pandemia por Covid-19, con 31 contagios y cuatro defunciones el puerto de Salina Cruz está considerado como foco rojo entre los municipios istmeños.
Esto en mucho se debe al desdén que muestra gran parte de sus habitantes frente a esta cotingencia, así lo admite el alcalde Juan Carlos Atecas Altamirano, quien enfatiza que, a pesar de todo, los trabajos vinculados con el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec ya comenzaron con la construcción de la escollera oeste, frente al poblado Salinas del Marqués, el cual costará 4 mil 147 millones de pesos.
A mediados de abril, justo cuando las autoridades municipales de Salina Cruz instalaron los primeros filtros sanitarios en el acceso norte de la ciudad para evitar contagios por Covid-19, a unos 10 kilómetros al sur poniente preparaban los trabajos para iniciar con la escollera oeste. Ésta medirá mil 600 metros y requerirá de 11 millones de toneladas de rocas; su construcción durará unos tres años, con el empleo de albañiles, peones, carpinteros, soldadores, fierreros, electricistas y transportistas para el acarreo del material pétreo.
Mientras la escollera del este está terminada, la del lado oeste dará seguridad a las maniobras de los buques petroleros que, desde ese punto, cargarán gasolina y crudo para surtir a las entidades del Pacífico Mexicano. Esta obra forma parte del Plan Transístmico, que contempla invertir otros 6 mil millones de pesos más para construir una terminal de contenedores, además de posibilitar la construcción de un nuevo puerto industrial.
Pero, en medio de la pandemia, cuatro bloqueos sucedieron sobre las carreteras Transístmica y Costera, uno de ellos en el acceso donde la Administración Portuaria Integral (API) construirá la escollera oeste. Los protagonistas de estos bloqueos fueron integrantes de una alianza de transportistas que pertenecen a la CTM, al Sindicato Libertad y a la Confederación Internacional del Trabajo, que a nivel nacional dirige el exlíder minero y actual senador de Morena, Napoleón Gómez Urrutia.
Dichas protestas se encausaron contra dos constructoras que resultaron beneficiadas con la adjudicación directa para que construyeran la escollera oeste, ya que, de acuerdo con los manifestantes, favorecieron a la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), que dirige Pedro Haces Barba, para que sus transportistas cuenten con la exclusividad sobre el acarreo del material pétreo que requerirá la obra. Por ello, el levantamiento topográfico e ingreso de maquinaria en la zona quedaron en suspenso.
Amigos de la transformación
Las dos constructoras que se beneficiaron con la adjudicación directa fueron Infraestructura Marítima y Portuaria (IMPSA) y GAMI Ingeniería e Infraestructura. Tras la firma con sus respectivos representantes, Francisco Escanero González y Eduardo Acosta Lozano, el pasado 28 de febrero iniciaron contrato para que ejecuten la obra en un promedio de tres años y con una inversión de 4 mil 147 millones de pesos, 854 millones de pesos menos que el costo estimado de la obra, según el documento difundido por la Administración Portuaria de Salina Cruz.
Ambas empresas están consideradas cercanas a la 4T. En 2005, GAMI construyó las obras del Segundo Piso que impulsó el Presidente cuando era jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Y a mediados de mayo, las autoridades del Fondo Nacional de Fomento Turístico (Fonatur) informaron que también ganó la construcción de un tramo de 172 kilómetros del Tren Maya, con un costo ligeramente superior a los 10 mil millones de pesos.
En ese contexto, con el Covid-19 que mata y contagia en el sur de Oaxaca, los trabajos para desarrollar el programa del Corredor Interoceánico del Istmo van hacia adelante, no paran, como tampoco las protestas y menos la movilidad de los istmeños, quienes dicen que este virus “es invento de los gobiernos”.