Por Casandra Ramírez
La piña, uno de los productos emblemáticos de la cuenca, enfrenta un panorama desafiante. En las últimas semanas, los agricultores han visto cómo los precios de este fruto varían significativamente, con algunas piezas alcanzando los 50 pesos en mercados locales. Esta volatilidad se debe principalmente a la sequía, que ha reducido la oferta y aumentado los costos de producción. Sin embargo, otro factor menos evidente pero igualmente crucial es la fluctuación del dólar.
Aunque el impacto del dólar no es directo, los insumos y fertilizantes, muchos de los cuales son importados, tienen sus precios atados a esta moneda. Esto significa que cuando el dólar sube, los costos de producción también lo hacen, presionando a los agricultores a ajustar sus precios para mantener la rentabilidad.
En este contexto, es vital que los productores locales busquen estrategias de adaptación. Invertir en tecnologías de riego que optimicen el uso del agua, diversificar las fuentes de insumos o incluso explorar mercados de exportación pueden ser claves para enfrentar estos desafíos. La globalización y el cambio climático están redefiniendo el mercado de la piña, y la capacidad de adaptación será lo que determine el éxito a largo plazo de los agricultores veracruzanos.
Los retos son muchos, pero también lo son las oportunidades. Es momento de que la cuenca tome la delantera y transforme estos desafíos en un impulso para modernizar y fortalecer la producción local.