Tuxtepec, Oaxaca.- Ni para eso tuvo curiosidad el ínclito “gordo Sacre: dar una manita de gato a la fachada del palacio municipal, pues tuvo que venir Dávila para ordenar la dignificación de la Casa del Pueblo.
Un grupo de trabajadores realiza, en estos momentos, trabajos de restauración de barandales, escaleras, puertas y paredes del abandonado inmueble. Es así como Dávila se aplica a fondo en todos los menesteres del quehacer municipal, desde el rescate de calles, alumbrado, seguridad, salud, erradicación de viejas prácticas corruptas, entre otras necesidades apremiantes.
Mientras el inefable Gordo, que se cree de sangre azul, pero que es ladino, de origen árabe y de la peor ralea, se encuentra campechanamente en su mansión disfrutando de su riqueza mal habida, según comentaron ciudadanos tuxtepecanos que reservaron su identidad.
Es importante señalar que Sacre no hizo obra de envergadura durante los dos primeros años, solapado por el fútil Gabino Cue.
¿Qué hizo con tanto dinero público?
¿A dónde fue a parar?
El rapaz exalcalde, a diferencia de los dos primeros años de su administración, en las postrimerías de su trienio se vio obligado a realizar inversiones en obras debido a la presión que le implicaba el triunfo de Alejandro Murat, quien actualmente lo investiga y podría mandarlo a las mazmorras del CERESO tuxtepecano.