Luis Velázquez /Barandal
23 de agosto de 2019
ESCALERAS: Muchos meses después, el Príncipe del Palacio de Xalapa tiene, tendría, tendrá graves problemas con el tinaco mental.
Por ejemplo:
Primero se creó y recreó “su mundo color de rosa”, encaramado en el triunfo en las urnas gracias, claro, lógico, obvio, a AMLO.
Después, conforme los días y noches han caminado descubrió la lejanía cívica de la población electoral y entonces, y entre otras cositas, ha empezado a culpar a la prensa (ojo, mucho ojo) de inventar su guerra con el fiscal.
Ahora, como dice el viejito del pueblo y también el Eclesiastés, “ver para creer”.
PASAMANOS: El estilo personal de ejercer el poder de Javier Duarte (Enrique Peña Nieto lo declaró símbolo de la nueva generación política, igual, digamos, AMLO con su góber jarocho) ha cuajado en el corazón y las neuronas de Cuitláhuac.
Por ejemplo:
En aquellos días sombríos cuando a Duarte le mataron a uno y otro y otro reportero, enfureció por completo y dijo que nunca, jamás, sería sacrificado por culpa de otros.
La noche anterior habían secuestrado y asesinado y decapitado y tirado en la vía pública a una reportera.
Los periodistas, aseguró Duarte, son los culpables de sus muertes.
Cuitláhuac inculpa a los medios de “amarrar navajas” con Jorge Wínckler.
CORREDORES: Claro, el martes 13 de agosto, cuando su lengua resbaló, jugó al inteligente. Y por un lado, arremetió contra los medios, y por el otro, aseguró que el Fiscal es jefe de plaza de los sicarios, pistoleros, halcones, malandros, malosos, carteles y cartelitos.
“Tiró la piedra y escondió la mano”.
Se ensució las manos y las lavó.
Purificado, anunció a la mitad del mundo y a la otra mitad “que ahora sí reanudará su relación con el Fiscal” (Notiver, 14 de agosto, 2019).
BALCONES: Hipótesis 1: el góber ofende la inteligencia de la población electoral.
Hipótesis 2: la profecía de José López Portillo se está cumpliendo al pie de la letra. Los políticos, decía se volverán unos cínicos”. (Claro, empezando por el mismo JOLOPO con su “Colina del Perro”.
Hipótesis 3: en toda la historia nacional, la prensa ha sido acusada de “amarrar navajas”. En ningún momento, Cuitláhuac significa la excepción.
Hipótesis 4: el sicólogo apostaría “veinte y las malas” que el góber y el fiscal viven una frenética luna de miel. Síndrome de Estocolmo. Uno terminó seducido por el otro y viceversa. Se volvieron hermanitos siameses. Gemelitos.
Nadie en Veracruz se atrae y rechaza, se acepta y odia, se quiere y repele como el góber y el fiscal, la pareja del año.
Amores y pasiones imborrables. Amor eterno diría Juan Gabriel. Sin ti, Rasputín, no puedo vivir, diría la esposa de Nicolás II, el último Romanov en el trono ruso luego de 300 años de zarismo.
PASILLOS: El dicho popular está lleno de filosofía sicológica y siquiátrica. Dice: “Quien bien te quiere… te hará llorar”. Otro más, dice: “Polos opuestos se atraen”.
Nada, entonces, más intenso y frenético como los amores volcánicos. Los amores de la señora Ravel y Matilde con Julián Sorel en la novela “Rojo y negro”, de Stendhal se quedan cortos si se compara con la relación Cuitláhuac y Wínckler.
VENTANAS: En ningún momento, la prensa ha inventado los amores y desamores de uno y otro. Simple y llanamente los ha cronicado. Se entendería que el góber ya está alucinando con el fiscal y se le hace fácil asegurar que los medios “crearon la percepción de una guerra” con su otro yo, Wínckler.
Javier Duarte también culpó a la prensa. Pero la utilizaba. Y la sigue usando. Con todo, es más hábil.