- Que la policía lo maltrata
Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- PASAMANOS: ¡Pobrecito de Javier Duarte! ¡Se siento solo preso en la cárcel militar de Guatemala! ¡No tiene con quien platicar! ¡Ni siquiera, vaya, con los otros 26 reos, Maras, malandros y políticos corruptos!
Y sufre tanto… que ya se ha quejado.
Y para que Duarte se queje, él, que tanto permitió la desaparición forzada con Arturo Bermúdez Zurita en la secretaría de Seguridad Pública, son palabras mayores.
Más que vivir el infierno estará padeciendo el mundo atroz peor que el infierno mismo.
Ni Dante Alighieri bajando al infierno pudo imaginar el infierno de Duarte.
Ni siquiera, vaya, los campos de concentración de Adolf Hitler, José Stalin, Benito Mussolini y Francisco Franco, por cierto, su héroe.
Días antes había trascendido que cada noche vive un infierno porque duerme en una cama… de piedra, como en la canción de Cuco Sánchez.
También que pasaba las noches a oscuras y necesitaba una lámpara, en ningún momento para buscar como Diógenes al hombre utópico, sino para alumbrarse en la celda oscura, sórdida y siniestra.
De igual manera que le facilitaran un ventilador para espantar el calor diabólico que está haciendo en el mundo.
Ahora, ha trascendido, él mismo, otro infierno. El peor. Digamos, la justicia divina.
Las guardias del penal militar, los custodios, lo tratan mal.
Con empellones y amenazas.
Con malas palabras.
Con descargas eléctricas.
Con gases lacrimógenos.
Y lo acosan.
Y todavía, de ñapa, le destruyen sus alimentos.
¡Piedad, piedad…para que el sufre!
¡Piedad, piedad…para el que llora!
Porfis, duartistas, vayan a Guatemala. Visiten al amigo en desgracia, el jefe caído, el jefe preso.
¡No sean malagradecidos!
¡Llévenle unas tortas de “La rielera” de Córdoba que tanto le gustan!
Por humanidad, caray. Simple y llanamente, por gratitud. ¡Qué poca la de ustedes! ¡Duarte los necesita!
BALAUSTRADAS: Duarte sufre demasiado en la cárcel de Guatemala. El profeta diría que está pagando sus culpas. El religioso… que vive su camino al Gólgota. El sociólogo dirá que “los carniceros de ayer son las reses de hoy”. Un priista dice que en la vida hay “perdedores de almas” y ellos lo empinaron.
Con todo, dirán los humanistas, se trata de un ser humano. El prójimo y el próximo. El paisano en desgracia. Incluso, y porque tanto daño causó… peor infierno merece.
Pero el hecho de que sus abogados estén clamando el respeto a sus más elementales derechos humanos significan palabras mayores.
Expresa, sin duda, el sufrimiento atroz que está viviendo.
Cada día… sin hablar con nadie. Cada día, sin un ventilador. Cada noche, durmiendo en una cama de piedra. Cada noche, sin una lámpara para alumbrarse en la celda oscura.
Y lo peor, pasar despierto quizá unas 18, 19, 20 horas del día. Y si es cierto lo que decía Aristóteles de que todos llevamos una loca adentro que así llamaba a la imaginación, entonces, ¡pobre Duarte!, pensando las cosas más perversas de la vida.
Terribles han de ser los reproches de conciencia. Canijas las pesadillas. Despierto y dormido. En la vigilia y en el insomnio. En el día y la noche.
Largos, larguísimos, extenuantes los 60 minutos de cada hora.
Lejos de la esposa y de los hijos. Lejos de sus seis perros mascotas. Lejos de sus caballos. Lejos de su lancha italiana.
Traicionado por sus ex colaboradores del gabinete legal y ampliado. Traicionado por sus amigos. Traicionado por sus aliados, socios y cómplices. Traicionado, incluso, por sus barbies.
ESCALERAS: El pobrecito de Duarte está sufriendo. Pero más, mucho más han sufrido los familiares de los desaparecidos, secuestrados, asesinados y sepultados en fosas clandestinas.
Y más, porque una cosita es la inseguridad y otra la impunidad.
Duarte sufre. Pero más, las madres de los desaparecidos porque viven con la duda y la zozobra sobre el destino de sus hijos. ¿Estarán vivos, estarán sufriendo, estarán muertos, dónde habrán sido sepultados?
Duarte sufre. Pero salió enriquecido del gobierno de Veracruz durante los casi doce años que ejerció el poder y el poder absoluto en casi un sexenio.
Y aun cuando por ahora está lejos de su familia, la familia está, digamos, sin premuras económicas, conscientes y seguras de que algún día saldrá de la cárcel.
Pero los familiares de los desaparecidos sienten, creen, tienen la corazonada del peor destino de sus hijos. Y nada más cruel y atroz que la incertidumbre y la duda.
Dirán los abogados que Duarte merece trato humano en la cárcel militar de Guatemala. Cierto. Se trata de derechos universales.
Pero al mismo tiempo, nadie, ni Dios, tiene derecho a quitar la vida a una persona. Menos Duarte. Menos Arturo Bermúdez.
Y sin embargo, uno y otro hicieron y deshicieron a su antojo y capricho, a su perversidad y mala cizaña y mala leche.
A ellos, les valió la vida de los demás, y ahora, el pobrecito de Duarte se queja de que lo maltratan y acosan y de que necesita un ventilador y una lámpara porque tiene miedo en “la noche de los cuchillos largos”.
Caray, ¡vaya destino… que él mismo se buscó!
Pero, bueno, Joaquín “El chapo” Guzmán, está peor. Aislado en una celda de Nueva York 23 horas del día. Enfrentando delitos que lo tendrían el resto de su vida en la cárcel. Y lo peor, sufriendo alucinaciones, diciendo que oye música en un radio apagado. Y su imperio y emporio descarrilando.
Por fortuna, la alianza PAN y lo que resta del PRD, hecho un cascarón, ganó la gubernatura y Javier Duarte y los suyos están sometidos simple y llanamente a la justicia, pues si Héctor Yunes Landa fuera el sucesor en el trono imperial y faraónico, con todo y su odio de por medio, Héctor estaría cruzado de brazos mirando para adelante.
La impunidad total, pues.