- Ataque a migrantes en Veracruz
- La voz solitaria de Solalinde
Luis Velázquez/ Barandal
Veracruz.- EMBARCADERO: La policía del Instituto Nacional de Migración, la Policía Federal y la Policía Estatal de Veracruz han sido puestas en la mira de la Procuraduría General de la República. PGR.
Entre 60 y 70 migrantes de América Central (Honduras, Guatemala, Salvador y Nicaragua) interpusieron la demanda penal. Se debe a la rudeza innecesaria de las tres policías en Rodríguez Clara, cuando se fueron contra ellos a madrazo limpio, gritándoles “Perros, perros”.
La denuncia ya está en la cancha del PGR. Es, sin embargo, fin del sexenio Peñista. Un fin dramático: pendientes de esclarecerse los casos de Ayotzinapa, Tlatlaya, Tanhuato y Nochistlán. Y la denuncia de corrupción política en contra del ex director de Pemex, Emilio Lozoya. Y el revire a las reformas educativa y energética de Enrique Peña Nieto. Y el revire a la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.
Así, pocas, limitadas posibilidades hay de que el Peñismo dictamine sobre los ataques a los migrantes en Veracruz.
El caso, entonces, habrá de continuarse en la república amorosa de AMLO, el presidente electo.
Ellos recibirán “la papa caliente”, una vez más, con otra desgracia en “la noche tibia y callada” de Agustín Lara.
PASAMANOS: Se trata de la primera denuncia formal en 6 años en contra de un trío de policías. Y para bien o para mal, en Veracruz.
Los polis, dueños del poder público, envalentonados con el uniforme, la macana y el tolete, dispararon a los ilegales, los agredieron y robaron y que sólo puede equipararse a los policías que, por ejemplo, roban a un muerto fallecido en accidente carretero.
En nombre del Movimiento Mesoamericano, el activista Rubén Figueroa (ahora más cerca que nunca del sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra) acompañó a los migrantes a presentar la denuncia.
Ellos perdieron la fe y la esperanza y la confianza en el Peñismo. También en Javier Duarte. Y mucho se duda de que con la yunidad habrían tenido un avance, pues la Policía Estatal de Jaime Téllez Marié también participó en la madriza.
Desde hace mucho tiempo, Solalinde ha reiterado que Veracruz es la peor entidad federativa para los migrantes de América Central en su paso por el país.
Veracruz, ya se sabe, “el peor rincón del mundo para el gremio reporteril”.
Veracruz, primer lugar nacional en feminicidios.
Veracruz, el paraíso terrenal donde asesinan a niños y ancianos y en donde asaltan a los feligreses en la iglesia y a los comensales en un puesto de tacos de Córdoba.
CORREDORES: El primero de diciembre, AMLO tomará protesta como presidente de la república.
Un nuevo tiempo para renovar la fe en la nueva generación política en el poder, la primera de la izquierda, la mismita dispuesta a purificar la nación.
Lo peor, sin embargo, es lo siguiente:
El gobernador Yunes dijo en la campaña electoral que en seis meses restablecería la paz perdida en el duartazgo.
Han pasado casi 21 meses y la mayoría de carteles disputan la jugosa plaza Veracruz, en que además del trasiego de drogas riñen por el huachicoleo “casi todos los carteles” como revelara el Comisionado Nacional de Seguridad Pública, Renato Sales Heredia.
Y en contraparte, los migrantes han señalado que la Policía Estatal también intervino en la agresión a todos ellos.
Por eso, y por donde quiera que sea mirada la realidad, resulta inverosímil que tanto el gobierno federal como estatal tengan radiografiada la violencia en Veracruz y de manera rara y extraña, jamás han blindado la región.
Y más, como en el caso local en que los carteles suelen atacar a los migrantes en Coatzacoalcos, Medias Aguas, Acayucan, Tierra Blanca y la zona de Córdoba a Orizaba.
En otros tiempos era para que tales latitudes estuvieran custodiadas de manera ininterrumpida.
BALAUSTRES: El agravio a los más elementales derechos humanos (el legítimo derecho, por ejemplo, a la vida y al ejercicio de la libertad) ha alcanzado dimensión crítica en Veracruz.
Los migrantes, un caso. Las mujeres asesinadas, otro. Los niños ejecutados, otro. Los ancianos asesinados, otro. Los jóvenes ejecutados, otro. Las fosas clandestinas, el peor de todos y que “a ojo de buen cubero” nos coloca encima de Ayotzinapa, Guerrero, porque allá suman 43 estudiantes los desaparecidos y Veracruz sigue convertido en un río de sangre y un valle de la muerte.
Bastaría referir tan sólo el caso de los cuatro niños asesinados en una colonia popular de Coatzacoalcos. Y el niño asesinado con su maestra en Tantoyuca, el feudo del panista de todos los tiempos, Joaquín
Guzmán Avilés, secretario de Desarrollo Agropecuario que sueña con la presidente del CDE del PAN.
Nada ni nadie ha frenado el tsunami violento en contra de los migrantes.
De nada, o de poco, han trascendido las marchas pacíficas de Solalinde al frente de ilegales en Veracruz.
De nada o de poco han sido sus discursos y declaraciones.
De poco o nada han servido las misas oficiadas.
Nadie lo escucha en Veracruz, ni siquiera, vaya, las elites eclesiásticas, menos las autoridades.
Y por más y más que en el carril político se habla de la república amorosa desde el año 2012, cuando por segunda ocasión AMLO fue candidato presidencial, la voz de Solalinde parece replicada en el desierto.
Pronto, hacia el mes de diciembre, el tabasqueño tomará posesión del gobierno federal.
Ya se verá si hay un cambio de rumbo en la política migratoria, de seguridad y de procuración de justicia con los migrantes o si, por el contrario, la violencia se recrudece.
Nada, sin embargo, ganarán con su discursito de “Amor y paz” y que bien pudo resultar efectivo a la generación hippie, aun cuando lo fue sólo para el amor colectivo y la intensidad sexual.